Fiesta Patria: El Bien Común de Chile tiene como fuente la justicia y la esperanza

Fiesta Patria: El Bien Común de Chile tiene como fuente la justicia y la esperanza


Monseñor Ricardo Ezzati, arzobispo de Santiago, Chile, presidió el miércoles 18 de septiembre, en la catedral metropolitana, el Te Deum en conmemoración de la Fiesta Patria. Ante la presencia de altas autoridades de la Iglesia y del país, entre ellos, el presidente de la República, Sebastián Piñera Echenique y su esposa Cecilia Morel, el arzobispo dijo en su homilía que, hay que enriquecer el cultivo de la confianza con la cultura del encuentro y del don, “sólo así la democracia tendrá parámetros éticos y técnicos de mayor envergadura para un desarrollo inclusivo e integral”.

Participaron, además, de la tradicional celebración religiosa, los presidentes del Senado, de la Corte Suprema, de la Cámara de Diputados y del Tribunal Constitucional. A estas autoridades también se unieron el Contralor de la República y Fiscal Nacional, ex Presidentes y candidatos a la presidencia. Además de representantes de las Fuerzas Armadas, Carabineros e Investigaciones, el nuncio apostólico en Chile, monseñor Ivo Scapolo, la totalidad de los embajadores acreditados en el país y representantes diplomáticos de distintos organismos internacionales con sede en Santiago.


El Arzobispo hizo un llamado a poner el Bien Común de Chile como fuente de Justicia y Esperanza. Enfatizando que es el mismo Cristo el que hoy preside nuestro Altar, inspirando los últimos 203 años de historia de nuestro país.


No hay futuro sin Memoria

Monseñor Ezzati abordó en su prédica el tema de la reconciliación. Expresando que no hay futuro sin memoria señaló que, “el presente nos brinda la oportunidad de dolernos de nuestros desencuentros, pasados y recientes. Estos han sido muy recordados, con testimonios contrastados de los últimos días de la Unidad Popular, el Golpe de Estado y el establecimiento del Régimen Militar. Son necesariamente relatos fragmentarios que dependen del recuerdo y del lugar desde donde hablan los testigos, aunque delatan también el deseo llegar a una historia única y depurada de lo sucedido”.


El prelado afirmó que, el camino para una vida digna y una convivencia humanizante es la verdad, justicia y reconciliación, como lo propuso recientemente el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile, de la cuál él forma parte.


Reflexionando sobre las lecturas del día dijo que, el Señor siempre nos ilumina con su palabra y llamó a los asistentes, sobre todo en tiempos de elecciones, a no construir ídolos con pies de barros, “No cometamos la locura de endiosarnos en nuestra historia política, religiosa, económica y social. Cuando eso sucede, tendemos a fijar la mirada en lo que hemos hecho, deteniéndonos en los resultados más destacados de nuestras respectivas empresas y, afirmados en lo propio, desacreditamos las obras anteriores o de quienes caminan con nosotros. Así hemos visto pasar reinados de distinto signo que han terminado en tragedia o en la debilidad del barro que no se mezcla con el hierro”.




Una democracia exigente integra las heridas y desencuentros


El arzobispo de Santiago se refirió, además, a cómo responder a la ciudadanía que pide cambios y reformas profundas frente a la desigualdad y falta de oportunidades: “Hay signos de que nuestro ropaje institucional nos queda estrecho y surge la expresión ciudadana pidiendo cambios y reformas profundas. La desigualdad económica y de oportunidades parece un mal endémico difícil de corregir, condenando a la exclusión injusta y a la invisibilidad a varios colectivos sociales, como son, inmigrantes, mujeres, jóvenes, personas con discapacidad, grupos étnicos, entre otros”.


Monseñor Ezzati no dudó en sostener que, es un problema de institucionalidad y valores, “las estructuras justas son una condición indispensable para una sociedad justa, pero no nacen ni funcionan sin un consenso moral de la sociedad sobre los valores fundamentales y sobre la necesidad de vivir estos valores con las necesarias renuncias, incluso contra el interés personal”.


Agregó además que el Bien Común de Chile tiene que tener como fuente la justicia y la esperanza: “Los países que, en esta empresa, junto a sus logros tienen la sabiduría de integrar e incluir sus heridas y desencuentros, son ciertamente capaces de inaugurar una democracia más exigente y cualitativamente más robusta”.


Expresó que los jóvenes tienen que seguir haciendo aportes al Bien Común, pero que el camino no es la violencia, “no nos hacen un favor los jóvenes con rostro cubierto y con piedras en la mano”.




La necesidad de una “cultura de encuentros”


“Ante el clamor de la muchedumbre que pide pasos decisivos en educación o en salud, por dar ejemplos actuales, ¿quién puede pensar seriamente que seremos capaces de hacerlo sin consentimientos de fondo compartidos y de la noche a la mañana?” preguntó el arzobispo dirigiéndose a los altos representantes de la Nación, presentes en el Te Deum. Agregó además que, “necesitamos tener temas-país, por lo menos, en educación, salud, familia, previsión. Si hemos sabido hacerlo en varias materias, ¿qué impide que podamos intentarlo en otras áreas?


En sintonía con su homilía del año anterior, el arzobispo insistió en que hay que superar la crisis de confianza que se ha transformado en un virus omnipresente que acentúa los desencuentros en los temas-país.


“¡Es imposible crecer en desconfianza! ¡Es imposible educar en desconfianza! ¡Es imposible amar con desconfianza! La desconfianza corta la trama del tejido humano y hace que se desplome la viga que sujeta el templo, la polis y el hogar. Hay que enriquecer el cultivo de la confianza con la “cultura del encuentro”.


Esta falta de encuentros y consensos provocan “una fractura cultural”, insistió monseñor Ezzati, y eso se refleja en los “indignados”, los “movilizados”, que se manifiestan mientras otros muchos permanecen indiferentes. Son los que buscan “empoderarse” por doquier, especialmente en las minorías emergentes, exigiendo formas democráticas más participativas tanto en la sociedad como en las Iglesias: “Entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta, siempre hay una opción posible: el diálogo”.


El futuro exige rehabilitar la política

El arzobispo dijo que los marginados del Chile de hoy, son los adultos mayores y los discapacitados. Y tomando las palabras del papa Francisco enfatizó que, “el futuro exige hoy la tarea de rehabilitar la política, que es una de las formas más altas de la caridad. El futuro nos exige también una visión humanista de la economía y una política que logre cada vez más y mejor la participación de las personas, evite el elitismo y erradique la pobreza”.


Para avanzar en este pacto social entre Estado y Sociedad Civil, el prelado propuso promover “una cultura del don”, que no se confunde con el regalo de lo que merecemos por justicia, sino que sobrepasa con magnanimidad lo que la justicia no puede alcanzar. Desde esa perspectiva, estar dispuestos a dar y a compartir, más allá de lo justo y equitativo, podrá abrirnos las puertas a una efectiva reconciliación”, concluyó monseñor Ricardo Ezzati.


Esta ceremonia de acción de gracias por la Patria finalizó con una “Promesa por Chile", donde se encendieron diversas velas, desde el “Cirio de Chile”, simbolizando a los hombres grandes de la patria y la fuerza de la Palabra de Dios, para que se continúe edificando un país hermoso, justo y solidario.+



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