Se autodefine como un “obrero de Dios”: “Trabajo para la gente humilde, para los que no llegan. Hago una cosa sencilla: visitar, escuchar, compartir, conocer, invitar a un momento de oración. Brochero hacia eso, Jesús también. Debemos generar estos espacios, porque la Virgen nos quiere misioneros”.
En diálogo con AICA, el sacerdote redentorista compartió su experiencia en las ocho peregrinaciones brocherianas que realizó durante catorce años, acompañado por diferentes grupos de gauchos. La misión tuvo el objetivo de hacer conocer la vida de Brochero que no es un “cura añejo”, sino que “tiene una actualidad muy grande”, afirmó el padre Rearte. “Nadie como él trabajó para integrar la familia, para que haya escuelas, trabajo, educación y fe. En el Cura Brochero tenemos un modelo, no solo de cura sino de persona, su vida tiene mucho mensaje. La fe nos hace peregrinos y servidores”.
“Dios nos elije, nos va a preparando y nos va mostrando distintos caminos. Yo jamás pensé en ser cura. Siempre tuve una chispa especial, pero nadie creía que iba a llegar a cura. Son regalos que Dios nos hace. Pero mis raíces fueron fuertes en la fe. Una fe servidora, cercana a la gente, rodeada de gente de campo. Aprendí a conocer el camino de Dios en la gente humilde”, relató el religioso.
Su vocación sacerdotal nació en 1977, cuanto a los 17 años asistía a un grupo parroquial en la localidad cordobesa de Bell Ville, y un sacerdote redentorista lo invitó a misionar: “Me sentí como el joven rico. Ese cura me estaba proponiendo un camino de misión, acompañarlo a llegar a la gente, compartir, dar una mano, escuchar, rezar con los más humildes, aprender… Siempre con el oído en el pueblo y en la palabra”.
“En una misa de esa misión sentí que había algo más fuerte en el corazón que me llamaba. En el sagrario, le pedí a Jesús que me ayude a escucharlo. Al concluir la misión, me regalaron una estampa que decía: ‘Nada debe preocuparte si tu corazón se refugia en Él, porque te va a proveer abundantemente’. Dios me estaba pidiendo algo fuerte, pero lindo y hermoso”, recordó.
Poco tiempo después ingresó al seminario en la Congregación de los Misioneros Redentoristas, y en 1987 fue ordenado sacerdote. “En el 2000, después de 13 años de cura en varios destinos, volví a Córdoba. Empecé a recorrer las sierras, visitando a la gente, admirando su devoción, inspirado en el Cura Brochero. Recordé su historia cuando iba casa por casa invitando a los vecinos a hacer los ejercicios”, evocó el padre Rearte.
“En esa época la gente había dejado de ir a Brochero y vi la necesidad de motivar a más personas a que lo conozcan y visiten el santuario. Entonces, le propuse al párroco hacer un retiro popular abierto, al que asistieron 150 personas, sobre todo muchos pobres. Ese retiro lo seguimos haciendo cada año y la cantidad de gente aumentaba”.
El padre Rearte manifestó cómo de modo providencial la misión llegó hasta él: “Cuando cumplimos 5 años, me donaron un mulo”. En aquel momento, sus recorridos por las sierras, invitando gente para los retiros comenzaron a ser más largos, ahora a lomo de mula. “Iba a las sierras y al campo diez, doce días, paraba con la gente. Fue como recuperar la mística de Brochero. En el camino, se iban juntando gauchos que me querían acompañar”.
“Los redentoristas tenemos ese carisma: llegar a donde nadie llega”, aseguró el sacerdote. “Como misionero, me inquieto por demás, me cuesta esperar a que la gente venga, y entonces salgo a buscarla”, expresó. “Un día junté al grupo de gauchos y les dije: ‘Nos está yendo muy bien, estamos llegando a mucha gente, pero hace falta sacar a Brochero de Córdoba, para que lo conozcan otras provincias de la Argentina”.
El redentorista organizó en noviembre de 2004 la primera peregrinación brocheriana en mula, que recorrió 540 kilómetros entre Córdoba y Catamarca. Un cura y siete laicos peregrinos acudieron hasta la Virgen del Valle, cabalgando entre 40 y 50 kilómetros por día, con una camioneta de apoyo. “A los dos años, junté 18 gauchos y nos fuimos hasta la basílica de Luján, porque Dios está en todos lados, pero atiende en Buenos Aires”.
Al llegar a cada pueblo, se anunciaban con los sacerdotes del lugar y difundían la misión a los medios locales: “A nosotros nos interesa compartir, no somos héroes, ni ángeles, ni seres de otro planeta, somos peregrinos devotos del Cura Brochero”.
La travesía más larga duró cuatro meses y 5.500 kilómetros. En diciembre de 2017 el cura inspirado en Brochero partió desde Ushuaia junto con seis gauchos y seis mulas, para recorrer once provincias y llegar hasta la quebrada de Humahuaca en Jujuy. Una figura del santo cura en mula tallada en madera acompañó cada misión.
“El misionero es el que intenta abrir camino: primereen y despierten”, animó el padre Rearte. “Los jóvenes deben ser un motor generador, que dé luz. Deben contagiar, entusiasmar, y enviar. Porque el que tiene a Jesús en el corazón, tiene algo distinto para anunciar”, concluyó.
Para más información sobre la misión del padre Jorge Rearte, visite en su página de Facebook Lío Misionero.+
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