Este año, bajo el lema “Ayúdanos María, a anunciar el Evangelio de las familias”, los formoseños dieron gracias a Dios y proclamaron el misterio del amor divino que obra en su interior con los ojos de la misericordia.
En un tiempo especial por celebrarse los 500 años del natalicio de santa Teresa del Niño Jesús, el Año de la Vida Consagrada y el próximo Sínodo de la Familia, los fieles comenzaron bien temprano las honras a la Virgen, ofreciéndole un rosario y la misa de la aurora. Las actividades siguieron con una celebración eucarística ofrecida por los niños, en la que se los bendijo, al igual que a sus familias.
Por la tarde, cerca de las 15, una multitud de feligreses acompañaron al obispo diocesano, monseñor José Vicente Conejero Gallego, para realizar la tradicional procesión desde la Rotonda de la Virgen, ubicada en la avenida Independencia y Circunvalación, hasta la iglesia catedral.
Tras la llegada y antes del inicio de la celebración, se entonaron las estrofas del Himno Nacional Argentino y de la Marcha a Formosa, interpretadas ambas por la Banda de Música de la Policía de Formosa. Luego comenzó la solemne misa presidida por monseñor Conejero Gallego.
En su homilía, el pastor formoseño hizo referencia a la reciente visita del papa Francisco a la vecina República del Paraguay, y luego centró su mensaje en la Virgen María. “Que María, llena de gracia, enseñe sobre todo a los jóvenes a amar la pureza, la belleza y la sencillez”, dijo el prelado.
“La pureza –agregó-, que es la rectitud sincera en nuestro pensar, sentir y obrar; la belleza, que es admirar y respetar la obra de Dios en nosotros mismos, en los demás y en la creación, y la sencillez, que es humildad y pequeñez de corazón”.
El obispo finalizó su homilía expresando una acción de gracias a Dios “por la presencia y acción del Espíritu Santo en la Iglesia y en el mundo”.
“Gracias también por María, Madre de Jesús y Madre nuestra, por ser Ella modelo y ejemplo de toda santidad, porque tu amor y tu misericordia hacia nosotros se reflejan en la mirada de sus ojos misericordiosos, mostrándonos y entregándonos a su Hijo Jesús, el fruto bendito de su vientre. Concédenos a todos, Señor, por la intercesión de tu Madre, ser puros, sencillos y serviciales de corazón”, concluyó el prelado.+
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