El último informe del Servicio Jesuita de Migrantes de España, “La trata de seres humanos. El negocio del comercio con personas”, señala que el tráfico de personas mueve ya casi tanto dinero como el de drogas y armas. El comercio de seres humanos mueve entre 7000 y 10.000 millones de dólares al año.
Hasta dos millones de niños están sujetos a la prostitución en el comercio sexual mundial y 20,9 millones de personas son víctimas de trabajo forzoso (55% son mujeres y niñas).
El tráfico ilícito de personas es el comercio que está experimentando un crecimiento más rápido, convirtiéndose en un “floreciente negocio que no deja de crecer dentro de la nueva economía global”, advierte el informe del Servicio Jesuita de Migrantes.
Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), combinando el tráfico a larga distancia con el contrabando transfronterizo, emerge un panorama global de “comercio de seres humanos”, que afecta al menos a 4 millones de personas cada año, por un valor económico que puede llegar a los 10.000 millones de dólares.
Aunque la forma de trata detectada con más frecuencia es la explotación sexual (un 79%), existen otras dos formas de explotación de personas: la que tiene como fin la explotación laboral y la trata para el tráfico de órganos.
Si a la cifra del comercio de seres humanos sumásemos los beneficios obtenidos del tráfico de migrantes, según la Organización Internacional de Policía Criminal (INTERPOL), la cifra ascendería a 39.000 billones de dólares al año, “cada vez más cerca del tráfico de drogas y del de armas”.
Así, según el nuevo informe del SJM, redactado por María José Castaño Reyero, investigadora del Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones (Universidad P. Comillas), aunque todavía el narcotráfico constituye la forma más rentable de comercio ilícito, el aumento del comercio ilícito de personas es muy preocupante. Alerta de que “la trata de personas, convertida en la nueva esclavitud del siglo XXI, constituye la más sórdida de las formas en que se desplaza la mano de obra en el mundo”.
La trata de seres humanos constituye un mecanismo mediante el cual se consigue esclavizar a una persona. Pero la esclavitud y la trata no son lo mismo. Así una de las peculiaridades de la trata es la ausencia de un hecho violento en el momento de reclutamiento, puesto que suele realizarse con el engaño de obtener un empleo.
Debido a la feminización de la pobreza es más fácil que una mujer caiga víctima de la trata que un hombre. La Organización Internacional de las Migraciones cifra en 500.000 el número de mujeres que entran todos los años en Europa Occidental para ser explotadas sexualmente.
La mayoría proceden de países en subdesarrollo y su trayectoria desde ellos es degradante. Los encargados de reclutarlas –que pueden llegar a cobrar hasta 500 dólares por cada una– generalmente lo hacen con falsas promesas de empleo como modelos, secretarias o dependientas en un país rico. Pero también algunas de ellas saben que se marchan al extranjero para ejercer la prostitución, y lo hacen, no sólo con el mero consentimiento de sus familias, sino con su respaldo entusiasta.
El informe cita algunas de las numerosas rutas de esclavitud sexual como la que va de Myanmar, China, y Camboya hasta Tailandia; la que va de Rusia a los Emiratos del Golfo; la que va de Filipinas y Colombia a Japón; o la que se mueve desde Brasil, Paraguay, Colombia y Nigeria hacia España.
El informe también señala que, “desde la desaparición de la cortina de hierro, decenas de miles de mujeres y niñas han sido ‘exportadas’ desde Rusia, Ucrania, Moldavia y Rumanía para ser explotadas en las ciudades de Europa Occidental y Japón”.
En el negocio de la trata con fines de explotación sexual existe otro colectivo particularmente vulnerable: los menores. Según UNICEF, hasta dos millones de niños están sujetos a la prostitución en el comercio sexual alrededor del mundo. Pero la trata de menores presenta otras manifestaciones muy graves: la adopción ilegal de niños extranjeros; el tráfico de órganos; el secuestro de menores para ser utilizados en los conflictos armados (menores soldados) o en el ejercicio de la mendicidad, a menudo acompañada de la comisión de actividades delictivas.
Entre los menores víctimas, se encuentran en especial situación de vulnerabilidad los nacidos en el entorno de la trata, los llamados “bebés ancla”, utilizados por falsos padres para facilitar su entrada y permanencia irregular en un territorio, o el de los menores utilizados por los tratantes para coaccionar a su madre a ejercer la prostitución.
La segunda forma de explotación de personas detectada con más frecuencia es la trata con fines de explotación laboral. Según la organización Mundial del Trabajo (OIT) el dato global de personas víctimas de trabajo forzoso -que para esta organización se asimilaría a la trata- alcanza la cifra de 20,9 millones de personas. Esta explotación se materializa en sectores como la construcción, la agricultura, el sector textil, el servicio doméstico, las empresas de transporte y la mendicidad.
El Servicio Jesuita de Migrantes-España es una red de entidades dedicadas al acompañamiento, servicio y defensa de las personas migrantes y sus organizaciones.+
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