Mons. Martorell reflexiona sobre el Buen Pastor
“En la Escritura es elogiado el buen pastor y es condenado el mal pastor, que es el que descuida a sus ovejas y no procura para ella el bien”, sostuvo el obispo. “Dios –agregó- por boca de Jeremías condena la conducta de los malos pastores que, en lugar de cuidarlas y reunirlas, las dispersan y muchas se pierden, no las guardan y las dejan perecer”.
En las lecturas del domingo, monseñor Martorell identificó el anuncio de que Dios confiará a pastores más dignos el resto de sus ovejas y suscitará de la Casa de David “un vástago legítimo”, el Mesías, rey pastor, para reunir a las ovejas perdidas de Israel.
“Este pastor cuida de sus ovejas, las conoce por su nombre, las llama y reúne, las protege de los peligros y las alimenta con pastos sustanciosos, que son el alimento de su carne y de su sangre en la mesa del altar”, agregó.
“En el evangelio del día, Jesús mira con especial interés a quienes serán pastores de su pueblo y reúne en torno a sí a los apóstoles, a quienes después de las áridas jornadas, invita a reposar de las fatigas de la misión del pastor”, definió el prelado, para quien “no se puede trabajar apostólicamente con fecundidad sin un tiempo de reposo junto al Pastor”.
“El Maestro, buen pastor, infunde a sus pastores la fuerza de Dios que necesitan para pastorear a su pueblo, es una pausa de oración y de reflexión de la palabra de Dios, para hacerla parte de su propia vida”, añadió.
“La fatiga del Pastor será grande, y por eso es necesario este descanso espiritual. Cuando Jesús se aparta, lo vuelven a encontrar. Jesús se entrega totalmente a su rebaño, como se entregó totalmente en la cruz, olvidándose de sí mismo para adoctrinar y enseñar al rebaño que el Padre le confió”, manifestó el obispo.
Monseñor Martorell concluyó diciendo que la actitud del Buen Pastor debe ser imitada por otros pastores, no solamente los sacerdotes y los obispos, sino todos los que están llamados a ocupar un puesto particular en las comunidades intermedias.
“Hay un solo Pastor y Padre, un solo rebaño y un solo redil; este será el fruto de la vida que Jesús ofrece por sus ovejas. Que María Virgen nos haga vivir como hijos de un mismo redil a todos los hombres de la tierra”, expresó el obispo al final de su reflexión.+
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