Si bien no se tiene certeza sobre el origen preciso de la venerada imagen, se cree que la estatua original fue tallada en España alrededor del año 1340 en un monasterio cisterciense. Las historias que preserva la tradición sobre la imagen narran la posible visión que un monje tuvo sobre el Niño Jesús que los inspiró a crear la estatua tan venerada en la actualidad.
Pero la imagen habría llegado a Praga doscientos años después, ya que permaneció en España, según afirma otra tradición, conservada y venerada por la gran santa española Teresa de Ávila. Esta santa pudo haber obsequiado la imagen a Doña Isabel Manrique, que la regalaría a su vez a su hija Marie Manrique, quien desposó a Vratislav de Pernstyn. De esta forma la venerada imagen fue posesión de la Casa de Habsburgo.
Durante casi un siglo la imagen fue una preciada propiedad de la familia y en 1628 fue entregada a un monasterio carmelita local por la princesa Polyxena von Lobkowicz. “Les doy lo que más aprecio de mis posesiones”, afirmó la Princesa a los religiosos al donarles la imagen. “Conserven la escultura con reverencia y estarán bien”.
La imagen fue resguardada hasta la invasión de Praga por parte de los Sajones en 1631, cuando el monasterio fue saqueado y la imagen fue descartada como basura. A su regreso al monasterio en 1637, el padre Ciryl de la Madre de Dios recordó la imagen y la buscó entre los escombros donde la encontró con los brazos rotos.
La leyenda dice que durante la oración, el sacerdote escuchó al Divino Niño, quien le dijo “ten misericordia de mí y Yo tendré misericordia de ti. Dame brazos y te daré mi paz. Te bendeciré tanto como tú me veneres”. Ante esta petición, el sacerdote procuró nuevos brazos para la imagen.
La devoción al Divino Infante comenzó a crecer y numerosas bendiciones comenzaron a registrase en el monasterio y en la ciudad de Praga. A su presencia se atribuyó la preservación de Praga durante el asedio sueco en 1639 y en 1941 se le otorgó un altar lateral en la Capilla de la Santa Cruz. Diez años después comenzó a recorrer la ciudad en medio de procesiones.
La imagen fue coronada por el Obispo de Praga en 1655 y la afluencia de devotos motivaron la ubicación de la imagen en la nave principal del templo, donde permanece hasta hoy en un bello altar elaborado en 1776 y renovado en 1879.
El culto al Divino Infante sobrevivió las dictaduras de nazis y de comunistas. Los Carmelitas Descalzos retornaron al templo en 1993, marcando una renovación de la devoción al Niño Jesús. La venerada imagen fue visitada por Benedicto XVI en 2009, quien le ofrendó una corona y oró por los niños víctimas de violencia y por las familias rotas e infieles.+
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