"No podemos -agregó el prelado- concebir esta cuestión como una conquista de libertad en favor de la mujer ni como progreso de nuestra sociedad. Más bien estamos ante un retroceso, una muestra de decadencia y un síntoma de degradación", y convocó a las a las personas de buena voluntad, a una "positiva, activa y generosa defensa de la vida por nacer", porque "está en juego el valor supremo de la vida, fundamento de todo derecho humano, que hace legítimas y coherentes las otras causas y luchas por la dignidad de las personas".
Texto de la declaración de Mons. Torrado Mosconi
Una confusión grave acerca de los valores esenciales tiene que ocurrir en una sociedad para que se plantee el aborto como un derecho a ser tutelado por la ley como “libre, seguro y gratuito” y, al mismo tiempo, seguir enarbolando las banderas de luchas por causas muy necesarias, justas y nobles y reclamando cambios en la ética tanto de los gobernantes como de los ciudadanos.
La misma ciencia afirma que el embrión en gestación ya es vida humana, poseedor de una identidad genética única e irrepetible. Por esto, en su desarrollo no va a devenir en otra cosa que no sea un ser humano. De aquí que no es pertinente argumentar que se trata todavía del cuerpo mismo de la madre. Estamos ante una nueva vida humana diferente a quien la gesta. Por lo mismo, no puede entenderse como un derecho de la mujer a disponer de su propio cuerpo.
Suele postularse el caso, ciertamente doloroso, trágico y traumático, de la violación. Aquí debe tenerse muy presente que tan víctima desprotegida e inocente es el feto como la mujer forzada. Nuestra sociedad debe procurar los medios para evitar estos hechos y, en el caso lamentable de perpetrarse, ayudar y acompañar a asumir y elaborar tal impacto sin necesidad alguna de terminar con esa vida engendrada en situación tan terrible.
También se apela a los casos de mujeres sin posibilidad de acceso a una intervención quirúrgica de una -inadecuadamente llamada- “interrupción del embarazo”. En este caso, las estadísticas oficiales y extra oficiales se encargan de desmentir el argumento acerca de la enorme cifra de ellas que mueren al no poder realizarse un “aborto seguro”.
No podemos concebir esta cuestión como una conquista de libertad en favor de la mujer ni como un progreso de nuestra sociedad. Más bien estamos ante un retroceso, una muestra de decadencia y un síntoma de degradación.
En esta coyuntura cabe preguntarnos: ¿tanto terreno ha ganado el individualismo como para oscurecer la conciencia y endurecer nuestra sensibilidad que ya no podemos integrar, defender y proteger la vida humana en su etapa de mayor vulnerabilidad e inocencia? Y también: ¿cuál es la situación y la perspectiva de futuro de aquellas sociedades y Estados que ya han legalizado esta práctica?
Convoco y exhorto, tanto a los fieles católicos como a las personas de buena voluntad, a aunarse en una positiva, activa y generosa defensa de la vida por nacer. Está en juego el valor supremo de la vida, fundamento de todo derecho humano, que hace legítimas y coherentes las otras causas y luchas por la dignidad de las personas.
Porque creemos, deseamos y trabajamos por un futuro mejor para todos, y no deseamos que nuestra nación se encamine inadvertidamente por una senda de decadencia sin retorno, manifestemos nuestra convicción en favor de la vida.+
Publicar un comentario