Mons. Martínez llamó a “revisar nuestro compromiso y seguimiento de Cristo”
“La Cuaresma nos permite, como al ‘hijo pródigo’, revisar nuestro compromiso y seguimiento de Cristo el Señor en quien creemos. Y así volver a Dios, a la casa del Padre, para estar con Él y recibir su abrazo amoroso y misericordioso”, afirmó el prelado.
“El tiempo que iniciamos es de conversión y penitencia, pero también es un tiempo de esperanza y de gracia, es una oportunidad de renovar nuestro encuentro con la Persona de Jesucristo, de retomar el camino de discípulos y de saber que todos tenemos una misión, que nuestra vida está cargada de sentido”, añadió.
En su carta cuaresmal, el obispo planteó la necesidad de “revisar nuestro camino discipular para vivir el misterio de la Pascua y hacer un buen examen de conciencia” y destacó que “esto implica evaluar nuestro estilo de vida, no sólo en aspectos individuales, sino también en la dimensión social, inherente al discipulado de aquel que es miembro del Pueblo de Dios”.
“Lamentablemente, por la ausencia de la dimensión social de la fe, muchas veces caemos en una profunda ruptura entre la fe y la vida. Así, nuestros criterios y opciones no ayudan a mejorar la sociedad y la cultura y, en cambio, generan injusticia y violencia contra la dignidad humana propiciando ambientes cargados de desesperanza”, advirtió monseñor Martínez.
“Algunas veces un estilo piadoso en búsqueda de una perfección más ligada a aspectos individualistas o al mero cumplimiento de una «letra» sin la vida de la caridad, lleva a erróneas búsquedas de la santidad que no consideran a los otros como hermanos. Una búsqueda así entendida, piensa la misma razón de ser de la Iglesia -que es la evangelización- sin una dimensión comunitaria y social desfigurando el sentido mismo de la misión que Jesús nos ha dejado”, agregó.
Finalmente, consideró que “es bueno que recemos y reflexionemos en esta Cuaresma con algunos textos del papa Francisco” y citó algunos fragmentos de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, para una comprensión más profunda de la dimensión comunitaria de la fe y la evangelización.
“Si esta dimensión no está debidamente explicitada, siempre se corre el riesgo de desfigurar el sentido auténtico e integral que tiene la misión evangelizadora. El kerygma tiene un contenido ineludiblemente social: en el corazón mismo del Evangelio está la vida comunitaria y el compromiso con los otros. El contenido del primer anuncio tiene una inmediata repercusión moral cuyo centro es la caridad”, citó el prelado, y comentó que “desde ya que esta consideración nos ayuda a revisarnos en un buen examen de conciencia cuaresmal sobre la dimensión social de la fe y nuestro compromiso evangelizador desde las mismas enseñanzas del Señor”.
Por otro lado, en palabras del Papa, expresó: “¡Qué peligroso y qué dañino es este acostumbramiento que nos lleva a perder el asombro, la cautivación, el entusiasmo por vivir el Evangelio de la fraternidad y la justicia!”, y recordó que “La Palabra de Dios enseña que en el hermano está la permanente prolongación de la Encarnación para cada uno de nosotros”, por lo tanto, señala la exhortación apostólica, “lo que hagamos con los demás tiene una dimensión trascendente”.
“La propuesta del Evangelio no es sólo la de una relación personal con Dios. Nuestra respuesta de amor tampoco debería entenderse como una mera suma de pequeños gestos personales dirigidos a algunos individuos necesitados, lo cual podría constituir una ‘caridad a la carta’, una serie de acciones tendientes sólo a tranquilizar la propia conciencia. La propuesta es el Reino de Dios; se trata de amar a Dios que reina en el mundo. En la medida en que Él logre reinar entre nosotros, la vida social será ámbito de fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para todos. Entonces, tanto el anuncio como la experiencia cristiana tienden a provocar consecuencias sociales”, concluyó.+
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