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En su cordial saludo a las personas de lengua árabe, en particular a aquellas procedentes de Siria, de Tierra Santa y del Medio Oriente, el pontífice instó a rezar por estos hermanos, tras recordar que ésta es una tierra martirizada.
¡Debemos rezar por estos hermanos, que están en guerra y por los cristianos perseguidos, que quieren echarlos de aquella tierra! Recemos por estos hermanos y hermanas nuestros, pidió.
Durante la audiencia general, Francisco prosiguió con su catequesis sobre la Eucaristía, en la que afirmó: Nosotros ofrecemos al Señor las cosas que el mismo no has dado, pidiéndole que nos done, en cambio, a sí mismo.
De este intercambio entre nuestra pobreza y su riqueza, nosotros aprendemos que sólo en el dar nos enriquecemos, sólo en el abrir nuestros corazones al Señor y a los hermanos permitimos a Dios que nos llene con la abundancia de su gracia, sostuvo.
¡Que el Señor los bendiga a todos y los proteja del maligno!, concluyó.+
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