Monseñor Colombo hace mención especial de la muerte de Emmanuel Garay, el joven cadete de la policía, lo que causó “tristeza y pesar” en La Rioja. En ese sentido, pide a la comunidad que acompañe con la oración y el compromiso creyente. “Recemos también por los restantes jóvenes que se están recuperando, para que Dios los cuide y nos los devuelva sanos”, y considera que “como sociedad estamos invitados no sólo a afligirnos sino a actuar decididamente a favor de la vida y el cuidado de cada vida, de todas las vidas”.
“Esta cuaresma no puede pasarnos desapercibida. Algo tiene que cambiar en nuestro corazón, en nuestra comunidad, en la entera sociedad riojana y en sus instituciones”, expresa el obispo.
Seguidamente, monseñor Colombo informa que, tras su visita a Roma, quedan por finalizar “algunas formalidades de la tramitación de la causa de beatificación de monseñor Angelelli, los padres Murias y Longueville, y el laico trabajador rural Wenceslao Pedernera”. “Pude consignar en manos del Santo Padre la positio, que es como un resumen oficial de la causa y sus distintas partes y documentos. Este texto será ahora evaluado por teólogos y cardenales para considerar la posibilidad de la beatificación. Quedan algunos otros trámites que concluir en los próximos días, pero lo más sustancial se ha hecho”.
Citando el mensaje de Cuaresma del papa Francisco, el prelado destaca que “nos introduce en una mirada sencilla pero muy profunda de la condición humana y de sus límites y fragilidades” y nos invita a “no dejarnos enfriar, es decir, a que no dejemos de amar”.
“Francisco analiza los motivos de ese enfriamiento. Algunos son externos, vienen de aquellos ‘falsos profetas’ que quieren seducirnos con promesas e ideales ajenos a nuestra condición de Hijos de Dios y hermanos de todos los hombres”, explica el prelado y añade: “Lamentablemente esa frialdad se expande con capacidad de daño ‘(…) se transforma en violencia que se dirige contra aquellos que consideramos una amenaza para nuestras «certezas»: el niño por nacer, el anciano enfermo, el huésped de paso, el extranjero, así como el prójimo que no corresponde a nuestras expectativas’”.
En ese contexto, monseñor Colombo anima a “la oración, la limosna y el ayuno”, que nos fortalecen para el regreso del Señor “que siempre nos está esperando”, y que sale a nuestro encuentro “para impulsarnos a emprender el camino de la conversión personal y comunitaria”.
El prelado explica los signos y gestos que nos ponen en el camino de la conversión: “La oración nos invita a darnos más tiempo para unirnos al Señor, en ella nos conectamos con la dura realidad de nuestras faltas y podemos encontrar el consuelo de Dios que nos quiere confortar”.
Tomando la propuesta de Francisco, considera que, “la limosna nos libera de la avidez y las falsas seguridades que da la riqueza. Cuando ayudamos, la limosna nos hace testigos y partícipes de la Providencia de Dios que ha querido que todos los hombres tuvieran lo necesario”.
Finalmente “el ayuno es una oportunidad para vivir, por la privación voluntaria de alimentos, en solidaridad con tantos hermanos que no tienen para comer. Además, nos conecta con Dios, el único que puede saciarnos plenamente”.+
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