Mons. Colombo redimensiona el valor de la paz social tras la situación en Mendoza
“El mundo no necesita palabras vacías, sino testigos convencidos, artesanos de la paz abiertos al diálogo sin exclusión ni manipulación”, recordó citando el mensaje del pontífice.
El prelado destacó el compromiso social en el cuidado del agua tras el intento de modificar la ley 7722, para favorecer proyectos mineros, y sostuvo: “Como Iglesia de Cristo, no podremos nunca sustraernos de trabajar activamente en el cuidado de nuestra Casa común”.
“Para todo lo vivido en estos días, imaginando el camino que se abre después de la derogación de la Ley 9209, a punto de ser tratada en la Legislatura, pueden servirnos las palabras de Francisco: “Abrir y trazar un camino de paz es un desafío muy complejo, en cuanto los intereses que están en juego en las relaciones entre personas, comunidades y naciones son múltiples y contradictorios”.
“En primer lugar, es necesario apelar a la conciencia moral y a la voluntad personal y política. La paz, en efecto, brota de las profundidades del corazón humano y la voluntad política siempre necesita revitalización, para abrir nuevos procesos que reconcilien y unan a las personas y las comunidades”, agregó con palabras del pontífice.
Texto del documento
“La paz como camino de esperanza: diálogo, reconciliación y conversión ecológica”
El mundo no necesita palabras vacías, sino testigos convencidos, artesanos de la paz abiertos al diálogo sin exclusión ni manipulación. Papa Francisco, Mensaje Jornada Mundial de la Paz.
Queridos hermanos,
Mientras despedimos el 2019 y asoma el 2020, deseo presentarles el mensaje del Santo Padre Francisco para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz. Cada año, en estos mensajes, los Papas desarrollan una encarnada catequesis sobre la Paz, a través de la reflexión sobre distintos temas y problemas que nos afectan como humanidad, con el deseo de enriquecer nuestro compromiso de creyentes que trabajan por la Paz.
Con su corazón palpitando por las ricas experiencias de la celebración del Sínodo para Amazonas y su reciente visita al Japón, el Papa Francisco nos invita a un camino de esperanza signado por una triple consigna a trabajar: el diálogo, la reconciliación y la conversión ecológica.
Las guerras permanentes entre hombres y pueblos, así como la crisis climática y el maltrato de la Casa común, constituyen el doloroso contexto de este Mensaje. Lejos de la resignación y el pesimismo, Francisco nos urge a tomar nuestro lugar en el camino de la paz. Nunca podremos decir que lo hemos intentado todo: La realidad siempre nos estará proponiendo nuevos desafíos para responder constructivamente como cristianos.
En estas últimas semanas, en Mendoza, la modificación de la Ley 7722 ha ocupado nuestra vida de una manera creciente. Como Iglesia, reiteradamente hemos proclamado el valor sustantivo del agua, así como el valor imprescindible del consenso social para cualquier proyecto que pueda afectar al agua, al aire, al ambiente en general. La presencia y participación de numerosos agentes de pastoral en asambleas y marchas pacíficas, nos han mantenido al tanto de los esfuerzos por sostener el irrenunciable cuidado del agua.
Como Iglesia de Cristo, no podremos nunca sustraernos de trabajar activamente en el cuidado de nuestra Casa común. La obra de Dios creador, es una parte irrenunciable de la revelación cristiana. ¿Cómo mirar para otro lado? ¿Cómo no asumir la propuesta de una conversión ecológica que nos ayude a responder responsablemente al cuidado de la Creación y restablecer nuestra alianza, tantas veces traicionada, con la obra de Dios?
Para todo lo vivido en estos días, imaginando el camino que se abre después de la derogación de la Ley 9209, a punto de ser tratada en la Legislatura, pueden servirnos las palabras de Francisco (Mensaje, 2): “Abrir y trazar un camino de paz es un desafío muy complejo, en cuanto los intereses que están en juego en las relaciones entre personas, comunidades y naciones son múltiples y contradictorios. En primer lugar, es necesario apelar a la conciencia moral y a la voluntad personal y política. La paz, en efecto, brota de las profundidades del corazón humano y la voluntad política siempre necesita revitalización, para abrir nuevos procesos que reconcilien y unan a las personas y las comunidades.”
Con afecto, en el comienzo del nuevo año, los abrazo y bendigo en el Señor Jesús, Artesano eterno de la Paz, que nos invita a caminar en esperanza. ¡Feliz año 2020, tiempo de Dios en nuestras vidas! Que nuestra Madre del Rosario nos ayude, intercediendo con su amor fiel por sus hijos.+
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