Mons. Ñáñez bendijo una imagen de Madre Catalina en el Arzobispado de Córdoba
La imagen se ubica junto a la del beato mártir Enrique Angelelli, obispo auxiliar de Córdoba en 1960, beatificado en La Rioja el 27 de abril de 2019.
En los laterales de la puerta principal, estos dos «santos» cordobeses, ambos apasionados misioneros de Córdoba, ahora presiden el ingreso de la sede arzobispal para bendecir, interceder e inspirar a vivir la santidad como un camino posible para todos.
Antes de bendecir las imágenes, monseñor Ñáñez dirigió un mensaje a los presentes, entre los que se encontraban los obispos auxiliares, monseñor Pedro Torres y monseñor Ricardo Seirutti, vicarios, la madre general del Instituto de las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús, Inés de María Tessi ECJ, hermanas de la comunidad religiosa, novicias y personal del arzobispado de Córdoba.
“Madre Catalina colaboró decididamente con San José Gabriel Brochero, quien como pastor tuvo que salir públicamente en defensa de aquellos menos favorecidos” afirmó monseñor Ñáñez.
También hizo referencia a monseñor Enrique Angelelli, beatificado en abril de 2019 en La Rioja: “El beato Enrique fue alguien que predicó el Evangelio, llamó al encuentro, a servir a Jesús, fue un hombre de Dios, vivió el Evangelio y para el Evangelio, hizo escuchar su voz en defensa de los más desprotegidos; y en momentos difíciles para la Patria pagó con su vida, con su testimonio” consideró el arzobispo.
En ese sentido, destacó que estos «santos» cordobeses, vienen a “desafiarnos”, porque si ellos pudieron dar una respuesta al Señor en tiempos tan difíciles, hoy también es posible para nosotros.
“Ellos son nuestros intercesores y modelos que nos desafían a seguir las huellas y enseñanzas de Jesús, servir a nuestros hermanos, afirmación que la Iglesia local hizo en el último Sínodo, lo de implementar propuestas que promuevan a vivir la santidad, en una tierra bendecida por santos”.
Terminada la bendición en la planta baja y luego de la lectura del Evangelio, se celebró la misa de acción de gracias, en la capilla del arzobispado en el primer piso, donde la comunidad de las Hermanas Esclavas compartió la mesa eucarística con los vicarios y empleados en el cierre de 2019.+
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