Mons. Frassia: "Nace Jesús, surge la esperanza"
“Quien tiene la experiencia de recibir al Niño, se da cuenta que su vida cambia. La existencia cercana y próxima de Jesús renueva y transforma la vida, la vida de cada uno de nosotros”, afirmó.
“Pero para eso hay que recibirlo”, advirtió el obispo. “Hay que disponerse a aceptarlo. Hay que poner la voluntad de aceptarlo. De lo contrario, uno puede estar distraído, desatento, insensible. Con esa actitud superficial, podemos frustrar, en nosotros, su llegada, el nacimiento del Niño Dios”.
“Se frustra su llegada en nosotros cuando lo tratamos con indiferencia. Se frustra, cuando no lo tenemos suficientemente en cuenta o lo ignoramos. Nos movemos y agitamos, llenándonos de cosas, secundarias y lo dejamos fuera del centro de nuestra vida y le impedimos crecer y madurar en nuestra existencia, en actitudes, y compromisos. Se pierde el sentido de lo eterno. Y las palabras, son vacías, no tienen contenido, la vida se torna efímera, sin fuerza, sin luz, sin contenido. ¡Pobre existencia!”, exclamó.
“Lo que decimos de las personas lo podemos extender a la familia, bastante lastimada; a la sociedad, que está llena más de incertidumbres que de certezas. La crisis social, política y también religiosa, no es sólo de nuestra patria o de la Iglesia, es un problema global”, reconoció.
“Estamos ante una situación difícil. Estoy convencido que la fuerza que Dios nos trae con su llegada, nos hará encontrar de nuevo la esperanza, el motivo principal para vivir con entusiasmo nuestra vida presente y seguir preparando un futuro mejor. Pero hay que prepararlo convenientemente. La Palabra se hizo carne, nace Jesús. El misterio de los misterios, Dios que se hace hombre, para que el hombre pueda llegar a Dios. Recibamos al Señor, en el mejor lugar, en nuestro corazón, en las actitudes, en vivir responsablemente los valores que harán posible sostener la orientación de nuestra existencia. Sin Él, no hay rumbo, ni camino, ni destino, ni motivación, ni proyectos verdaderos”, sostuvo.
“Recibir al Señor para que tenga sentido nuestra vida”, animó el prelado, y recordó las palabras del papa Francisco al inicio del Adviento, en la carta sobre el pesebre, Admirabile signum nº 7: «Poco a poco, el Belén nos lleva a la gruta, donde encontramos las figuras de María y de José. María es una madre que contempla a su hijo y lo muestra a cuantos vienen a visitarlo. Su imagen hace pensar en el gran misterio que ha envuelto a esta joven cuando Dios ha llamado a la puerta de su corazón inmaculado. Ante el anuncio del ángel, que le pedía que fuera la madre de Dios, María respondió con obediencia plena y total. Sus palabras: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38), son para todos nosotros el testimonio del abandono en la fe a la voluntad de Dios. Con aquel “sí”, María se convertía en la madre del Hijo de Dios sin perder su virginidad, antes bien consagrándola gracias a Él. Vemos en ella a la Madre de Dios que no tiene a su Hijo sólo para sí misma, sino que pide a todos que obedezcan a su palabra y la pongan en práctica (cf. Jn 2,5).»
“Recibamos al Señor que nace, y escuchemos a María que nos pide obedecer la palabra de su Hijo”, concluyó, deseando “una feliz Nochebuena, y una Santa Navidad”.
“Él viene, pidamos que nos devuelva el sentido, nos renueve con su amor, nos fortalezca en el entusiasmo y nos potencie en el compromiso de nuestro servicio al bien común”.+
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