“Frente a tantas situaciones de hambre en el mundo podemos decir: ‘No nos dan los números, no nos cierran las cuentas’”, advirtió y lamentó frente a estas situaciones “la desesperación termina ganándonos el corazón”.
El pontífice reflexionó luego sobre el evangelio del milagro de los panes y los peces y destacó que Jesús invitó a los discípulos a dar de comer a los que tenían hambre.
"Una invitación que resuena con fuerza para nosotros hoy: No es necesario que nadie se vaya, basta de descartes, denles ustedes de comer", sostuvo e hizo hincapié en tres palabras de la lectura del día: toma, bendice y entrega.
Francisco reivindicó también el papel de las madres que cargan sobre sus espaldas el futuro y esperanza de sus hijos.
"Llevando sobre sí la vida, el futuro de su gente. Llevando sus motivos de alegría, sus esperanzas. Llevando la bendición de la tierra en los frutos. Llevando el trabajo realizado por sus manos", puntualizó.
"Manos que han labrado el presente y tejerán las ilusiones del mañana. Pero también cargando sobre sus hombros, desilusiones, tristezas y amarguras, la injusticia que parece no detenerse y las cicatrices de una justicia no realizada", agregó.
El Papa recordó a las madres bolivianas que "llevan sobre sí la memoria de su pueblo. Porque los pueblos tienen memoria, una memoria que pasa de generación en generación, una memoria en camino" y les pidió que conserven siempre esa memoria, al advertir que perderla "nos disgrega, hace que nos cerremos a los demás, especialmente a los más pobres".+
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