Una multitud se congregó en las calles del centro histórico de Quito para ver pasar al Santo Padre mientras lanzaban flores al auto en el que llegó al Palacio. A su llegada, el presidente Correa lo acogió en las puertas del Palacio que se encontraba iluminado y adornado con flores y telas con los colores nacionales: amarillo, rojo y azul.
En la entrada el Papa se encontró con personas de todas las edades, vestidas con trajes típicos y algunos niños se le acercaron. Luego el Pontífice se aproximó al balcón y saludó a la multitud presente en la llamada Plaza Grande.
El Santo Padre ingresó luego a las plazoletas internas que estaban adornadas con una cruz de 120 mil rosas rojas y blancas, donadas por 25 empresas floricultoras de la sierra. Allí también se encontraba un grupo musical con panderetas y guitarras que le daba la bienvenida.
Posteriormente el Papa y el Presidente Correa se retiraron a uno de los salones para dialogar en privado.
Una vez concluida la reunión, el mandatario ecuatoriano le dio un pequeño recorrido por los diferentes ambientes del Palacio y juntos salieron desde lo alto del edificio para saludar nuevamente a los que se encontraban en la Plaza. El Santo Padre aprovechó la ocasión para impartir la bendición a los presentes.
Antes de salir del Palacio, el Pontífice, acompañado siempre del arzobispo de Quito, monseñor Fausto Trávez, saludó a los políticos y familiares presentes e impartió una bendición especial a un grupo de religiosos y religiosas que se arrodillaron para recibirla.+
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