Los jóvenes de San Roque llevaron la alegría del Evangelio al Impenetrable chaqueño
La misión se desarrolló del 2 al 15 de enero y contó con la participación de unos 80 fieles, en su mayoría jóvenes, de distintas localidades de la diócesis y tuvo base en la parroquia San Antonio de Padua, de Villa Río Bermejito, donde el obispo de Neuquén, monseñor Fernando Martín Croxatto, presidió la misa de apertura. Monseñor Croxatto fue propulsor de esta experiencia de misión en los años en que colaboró como sacerdote en la diócesis de San Roque.
Luego de su llegada a la sede parroquial, los misioneros se distribuyeron en diferentes parajes, algunos a más de 100 kilómetros de allí, por caminos de tierra y de difícil acceso. La parroquia limita con la provincia de Formosa y se encuentre a unos 200 kilómetros de la sede diocesana.
Durante los días de misión, los jóvenes visitaron los parajes de Santa Carmen, El Milagro, Fortín Lavalle, La Cangayé, El Escondido, Los Manantiales, El Palmar y la localidad de El Espinillo. Por la mañana visitaban a las familias, que los recibían con mucha alegría y escuchaban con atención las catequesis, participando también con mucha devoción en el momento de oración que se ofrecía en torno a las imágenes sagradas que se veneran en cada hogar. Por las tardes, las familias se reunían en las escuelas donde se alojaban los misioneros. Allí se realizaban actividades para niños, jóvenes y adultos.
El párroco de Villa Río Bermejito, presbítero Fabián Pintos, agradeció la presencia por tercera vez consecutiva de los misioneros en su parroquia y animó a cada uno a seguir ofreciendo este tiempo en el verano para llegar a los lugares más alejados, y que no olviden que la diócesis de San Roque sigue siendo una diócesis de misión. Por su parte, el presbítero Rubén Pérez, asesor diocesano de la misión, agradeció al padre Fabián, a los demás sacerdotes y a los fieles de esa parroquia por todos los detalles de atención que han tenido.
Misión del Seminario
Del 10 al 20 de enero, los seminaristas junto con otros jóvenes, que periódicamente participan de los encuentros mensuales de formación que ofrece el Seminario, se dirigieron a la comunidad de Misión Nueva Pompeya. Estuvieron acompañados por el rector, presbítero Tomás Gallarato y por el sacerdote Daniel Segovia.
A unos 300 kilómetros de la sede diocesana y pese a las dificultades ocasionadas por las intensas lluvias y el mal estado de los caminos de tierra, pudieron realizar las actividades previstas en la localidad de Misión Nueva Pompeya y zonas aledañas.
Las visitas a las familias fueron de los momentos que más anhelaban los jóvenes. Allí pudieron escuchar a las familias, muchas pertenecientes a la etnia Wichi, y compartir sus experiencias de fe. Otro momento intenso fueron las celebraciones, retiro espiritual y catequesis. Además, los sacerdotes estaban disponibles para escuchar confesiones y brindar dirección espiritual.
Durante la actividad misionera se pudo apreciar también la labor pastoral que realizan tanto los sacerdotes como los Hermanos Maristas que, desde hace décadas, llevan adelante variadas tareas de promoción humana, educación y misión. En los últimos años se sumaron las religiosas misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena que desarrollan tareas de promoción de la mujer aborigen, además de otros apostolados, tanto en el pueblo como en los parajes.
Los misioneros que se dirigieron a Villa Río Bermejito y los que fueron a Misión Nueva Pompeya destacaron que vivieron con mucha intensidad cada uno de los momentos de la misión. Agradecieron la posibilidad que han tenido de renovar su propia fe escuchando a las familias y recibiendo la atención espiritual de los sacerdotes que acompañaban.
Para muchos era la primera vez que participaban de una misión en lugares tan distantes y con tantas carencias, ya que la mayoría proviene de grandes localidades. Otros destacaron que se conmovieron por las necesidades tanto espirituales como materiales que padece la gente. En varios parajes, los habitantes agradecieron de modo particular la celebración diaria de la misa y otros sacramentos, ya que desde hace por lo menos un año los sacerdotes no habían podido asistir por las distancias y las inclemencias del tiempo. Otros desafíos que plantearon fueron la dificultad de acceder a medios de movilización, la falta de comunicación y el difícil acceso a los centros de salud y de educación.
Misioneros de otras provincias
Otras parroquias de la diócesis recibieron durante enero a grupos misioneros de provincias como Santa Fe y Buenos Aires. En varios pueblos y parajes han vivido experiencias similares de evangelización, catequesis, celebración de sacramentos y numerosas actividades con niños, jóvenes y adultos.
La bendición del obispo
Monseñor Hugo Nicolás Barbaro, obispo de la diócesis, hizo llegar a los misioneros su cercanía y su bendición. Además, animó a los jóvenes a continuar mirando a Cristo, a ponerlo en el centro de sus vidas, y desde esa experiencia personal llevar a los hermanos la alegría del Evangelio.+
Publicar un comentario