Al recibir la reliquia el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton OFM, expresó su agradecimiento al Papa y aseguró que este fragmento llevará “la alegría del Evangelio” a las distintas comunidades cristianas en la región.
“Es un día de gran fiesta también porque recibimos un fragmento de esa sagrada cuna que nos recuerda el misterio de la encarnación, tan querido por San Francisco y fundamento y modelo de nuestra propia vocación”, expresó el Custodio el viernes 29 de noviembre, en la capilla Nuestra Señora de la Paz, dentro del complejo de Notre Dame, de Jerusalén donde tuvo lugar una misa para recibir la reliquia.
La Eucaristía fue concelebrada por monseñor Leopoldo Girelli, nuncio apostólico en Israel y Chipre, y delegado apostólico en Jerusalén y Palestina.
“Ante nosotros –señaló el nuncio- tenemos un fragmento embellecido: acariciado por las tiernas manos de María, por las callosas de José y rozado por las minúsculas manos del recién nacido divino”, y expresó que el envío de la reliquia a Belén “suscite en nosotros el deseo profundo de ser portadores de Dios. Ahora nuestro corazón debe ser el pesebre: cuna sagrada de Dios hecho hombre”.
Al término de la misa se trasladó la reliquia en procesión hasta la Iglesia de San Salvador. En este templo, custodiado por los franciscanos, tuvo lugar el rezo de las vísperas de la fiesta de todos los santos de la Orden Franciscana, y el memorial del papa Honorio III quien en 1223 confirmó la regla de San Francisco.
El sábado 30 el fragmento de la Cuna del Niño Jesús fue trasladado hacia Belén en coincidencia con las celebraciones del inicio del tiempo del Adviento. Los fieles y peregrinos podrán venerar la reliquia en la iglesia franciscana de Santa Catalina que es vecina a la basílica de la Natividad en Belén.
La Santa Cuna del Niño Dios
La Santa Cuna del Niño Jesús se encuentra en la basílica de Santa María la Mayor en Roma, donde año tras año, sobre todo en tiempo de Adviento y Navidad, recibe la veneración de miles de peregrinos. Durante siglos también marcó la religiosidad de los romanos que reconocen en la reliquia un importante tesoro espiritual para la Ciudad Eterna.
La tradición señala que la reliquia de la Cuna fue enviada al papa Teodoro I, -pontífice entre los años 642 al 649- por San Sofronio de Jerusalén, para que fuese preservada de los peligros de la invasión musulmana. El Papa llevó tan importante tesoro a la entonces basílica de ‘Sancta Maria ad Praesepe'.
Pero tiempo antes, en el año 432, el papa Sixto III mandó recrear el pesebre en la primitiva basílica con una Gruta de la Natividad idéntica a la de Belén. Numerosos fieles, luego de peregrinar a Tierra Santa y regresar a Roma traían consigo ofrendas de agradecimiento. Eran preciosos fragmentos de lo que se cree era la Cuna del Niño Jesús, y arena de los Santos Lugares, que permanecieron durante años en la Gruta de la Natividad edificada en la basílica romana.
Durante el pontificado de Gregorio XI, las reliquias fueron situadas en un tabernáculo, y en 1590 el papa Sixto V encargó la construcción de la gran Capilla del Santísimo Sacramento, pidiéndole al arquitecto Domenico Fontana trasladase allí la Gruta de la Natividad, donde se ubicó la Santa Cuna.
Desafortunadamente el relicario fue robado durante la ocupación de las tropas napoleónicas ocurrida en 1798. Pero gracias a la donación de la embajadora de Portugal, María Amanuela Pignatelli, se realizó el relicario que hoy conserva los trozos de madera de la cuna del Niño Jesús.
Antiguamente, durante las celebraciones de la Navidad, la Santa Cuna era expuesta en la nave central de la basílica para la veneración de los fieles, pero debido al deterioro que con el tiempo sufrió la madera, hoy solo se expone para la “Misa de Gallo”. Aunque esto no impide que los peregrinos la veneren durante el año en la Gruta frente a la estatua de Pío IX en la basílica de Santa María la Mayor. +
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