La falta de trabajo no se resuelve solo rezando a San Cayetano

La Plata (Buenos Aires) (AICA): El arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, dijo que la falta de trabajo “no se resuelve solo rezando a San Cayetano, sino con un esfuerzo concorde en buscar un cambio tal en la organización social y económica de la Argentina que permita, lo más rápidamente posible, la creación de trabajo genuino”.
El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, manifestó que la falta de trabajo “no se resuelve solo rezando a San Cayetano, sino con un esfuerzo concorde en buscar un cambio tal en la organización social y económica de la Argentina que permita, lo más rápidamente posible, la creación de trabajo genuino”.

Lo dijo en ocasión de la fiesta de San Cayetano que, como ocurre cada año, mueve multitudes que acuden a su santuario a pedir al Santo pan y trabajo. Muchos también a agradecerle por haberlos conseguido.

El cambio propuesto, agregó el prelado, “no es fácil porque uno duda de que los argentinos que tienen su plata en el exterior la traigan rápidamente, o si vendrán ya grandes inversiones y si podemos ofrecer tanta confianza a los de afuera para que vengan”. Sin embargo, aseveró que se puede crear trabajo desde las pequeñas y medianas empresas, lo que se llaman las Pymes, y que gente y dirigentes que están en contacto con ellas afirman que se puede recrear desde allí trabajo genuino. “Tal vez así el índice de desocupación podría descender enormemente”.

El arzobispo platense contó, luego, su experiencia personal en el Astillero Río Santiago, situado en la jurisdicción pastoral de la arquidiócesis de La Plata, al que desde hace muchos años concurre en la fiesta de San Cayetano y celebra una misa allí.

“El problema del Astillero -expresó monseñor Aguer- me parece que es ejemplar, porque muchos de los problemas con el trabajo suceden en distintos lugares, como empresas, fábricas, etc. En esta cuestión del trabajo uno puede preguntarse ¿hace falta un astillero en la Argentina? Los expertos dicen que sí y que hace falta si la Argentina tuviera una política de soberanía marítima y, aún, naviera en general”.

“Hay un proyecto que he visto del Almirante Storni, de 1916, que ya pensaba en esto y no se cumplió. Para eso sí haría falta un astillero donde no hubiera “ñoquis” ni “semiñoquis”, donde no hubiera corrupción. La verdad, corrupción es un nombre muy elegante que se usa para todo pero en criollo se dice afano. También donde hubiera sinceridad. Pero todo eso depende de una decisión: queremos hacer esto. No es posible que el astillero esté con un barquito para Venezuela hace no sé cuántos años. Si tuviera todas las radas llenas sería distinto. Es verdad que para la provincia es un peso enorme porque hoy es altamente deficitario y eso es algo que tiene que cambiarse. Pero no se cambia sólo con una decisión escrita sino que se cambia cuando aquí se pongan de acuerdo los gobernantes, los partidos políticos y los sindicatos, porque no sé cuántos sindicatos hay dentro del astillero. Yo soy amigo de todos y por eso voy allí”.

Y agregó que va allí “por una razón muy particular: hace muchos años, más de una década, me nombraron “padrino” cuando durante la gran crisis el Astillero quiso ser cerrado. Yo creo que no debe ser cerrado, al contrario, pero para que funcione, me parece que hay muchos cambios a realizar”.

“Esto ocurre en otras áreas de la economía argentina que tienen que ver precisamente con la creación de auténtico trabajo. No camuflar nada sino crear trabajo verdadero. En definitiva hay que laburar, esa es la cuestión. Y entre tanto le pedimos a San Cayetano ayuda”, concluyó monseñor Aguer.+

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