julio 2016

Cracovia (Polonia) (AICA): ¨No sé si voy a estar en Panamá, pero les puedo asegurar una cosa, que Pedro (el Papa) va estar en Panamá¨, dijo el papa Francisco al despedirse de los voluntarios de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en el Tauron Arena de Cracovia, Polonia. El pontífice aseguró que en la JMJ de Panamá 2019 ¨Pedro les va a preguntar si hablaron con los abuelos, si hablaron con los ancianos para tener memoria, si tuvieron coraje y valentía para enfrentar las situaciones y sembraron cosas para el futuro y, a Pedro le van a responder. ¿Está claro? Que Dios les bendiga mucho, gracias, gracias por todo¨.
El papa Francisco mantuvo este domingo un encuentro con los voluntarios de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en el Tauron Arena de Cracovia, Polonia, donde dijo que “no sé si voy a estar en Panamá” para la siguiente JMJ que se realizará en 2019 en el país centroamericano.

"No sé si voy a estar en Panamá, pero les puedo asegurar una cosa, que Pedro (el Papa) va estar en Panamá", subrayó.

"Preparar una JMJ es toda una aventura, es meterse en una aventura y llegar, llegar, servir, trabajar, hacer y después despedirse", agregó.

En un discurso improvisado, Francisco les recordó a los jóvenes que para ser la esperanza del futuro necesitan dos condiciones: memoria y coraje.

Para tener memoria, explicó, "habla con tus padres, habla con los mayores, sobre todo habla con tus abuelos, ¿está claro? De tal manera que si vos querés ser esperanza del futuro tenés que recibir la antorcha de tu abuelo y de tu abuela, ¿está claro?"

La segunda condición, el coraje, consiste en "ser valiente, no asustarse. Escuchamos el testimonio, la despedida, de este compañero nuestro a quien el cáncer le ganó. Quería estar aquí y no llegó pero tuvo coraje, coraje de enfrentar y coraje de seguir luchando aún en la peor de las condiciones".

El Papa se refería a Maciej Szymon, el joven voluntario que falleció de cáncer el pasado 2 de julio, y que diseñó una gran cantidad de materiales para la JMJ de Cracovia como las imágenes de los santos patronos y el kit del peregrino.

"Ese joven hoy no está acá, pero ese joven sembró esperanza para el futuro. Entonces, para el presente coraje, valentía, ¿está claro? Y entonces, si tienen, ¿Qué era lo primero? Memoria. ¿Y si tienen? Coraje. Van a ser la esperanza del futuro. ¿Está clarito todo? (¡Sí!)", sostuvo.

Por último, Francisco aseguró que en Panamá 2019 "Pedro les va a preguntar si hablaron con los abuelos, si hablaron con los ancianos para tener memoria, si tuvieron coraje y valentía para enfrentar las situaciones y sembraron cosas para el futuro y, a Pedro le van a responder. ¿Está claro? Que Dios les bendiga mucho, gracias, gracias por todo".+

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Cracovia (Polonia) (AICA): El papa Francisco finalizó esta tarde su 15° viaje apostólico internacional, en ocasión de la XXXI Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). El pontífice llegó al aeropuerto internacional de Cracovia-Balice en Polonia para abordar el vuelo que lo llevó de regreso a Roma. Fue despedido por el presidente polaco, Andrzej Duda, y su esposa; además de la Primera Ministra, Beata Szydlo; entre otras autoridades civiles y religiosas como el cardenal Stanislaw Dziwisz, arzobispo de Cracovia y anfitrión de la JMJ. La ceremonia de despedida estuvo acompañada por la alegre música de una banda local que interpretó, entre otras piezas, la conocida canción ¨We are the champions¨. Poco antes del despegue también se oyó el conocido canto ¨Alabaré a mi Señor¨ en español y polaco.
El papa Francisco finalizó esta tarde su 15° viaje apostólico internacional, en ocasión de la XXXI Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). El pontífice llegó al aeropuerto internacional de Cracovia-Balice en Polonia para abordar el vuelo que lo llevó de regreso a Roma.

Fue despedido por el presidente polaco, Andrzej Duda, y su esposa; además de la Primera Ministra, Beata Szydlo; entre otras autoridades civiles y religiosas como el cardenal Stanislaw Dziwisz, arzobispo de Cracovia y anfitrión de la JMJ.

La ceremonia de despedida estuvo acompañada por la alegre música de una banda local que interpretó, entre otras piezas, la conocida canción "We are the champions". Poco antes del despegue también se oyó el conocido canto "Alabaré a mi Señor" en español y polaco.

Dos multitudinarios encuentros marcaron la última jornada de la visita del Papa a Polonia. El Pontífice celebró en la mañana de este domingo la misa de clausura de la JMJ en el Campus Misericordiae de Cracovia, ante un millón y medio de jóvenes y se despidió después del arzobispado, en las primeras horas de la tarde, no sin antes saludar desde el balcón, con la sencillez y calidez que lo caracterizan, a los fieles reunidos para despedirlo.

Francisco no quiso dejar tierra polaca sin antes compartir, por la tarde, un momento con los voluntarios de la JMJ, 20 mil jóvenes que trabajaron en la organización de la Jornada, no sólo en las dos últimas semanas de julio, sino también durante el periodo de preparación precedente. Durante ese encuentro Francisco saludó además a los integrantes del Comité Organizador y a los benefactores de la JMJ.

También durante esta última jornada el Santo Padre bendijo dos nuevas estructuras construidas por Cáritas en la periferia de Cracovia, que permanecerán como recuerdo del acontecimiento y como signo tangible de misericordia. Se trata de una casa diurna para ancianos en dificultad con el nombre “Campus Misericordiae’ y un almacén de alimentos para pobres denominado “El pan de la Misericordia”.

Acompañaron a Francisco en este acto el alcalde de Wieliczka, en cuyo territorio se encuentra el Campus, y el cardenal Louis Antonio Tagle, arzobispo de Manila y presidente de Caritas internationalis.

Tras bendecir a los presentes, los locales y una estatua de la Virgen de Loreto, al salir, el Santo Padre ha probado un trozo de pan que le han ofrecido unas mujeres polacas vestidas con trajes tradicionales.+

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El Papa pidió no identificar al islam con el terrorismo y habló de la crisis en Venezuela

Roma (Italia) (AICA): En el vuelo de regreso a Roma, tras presidir durante cinco días la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Cracovia, Polonia, el Papa consideró que ¨no es justo identificar el islam con la violencia, esto no es justo y no es verdadero¨, al reconocer que también hay fundamentalistas católicos,y se refirió también a la posible mediación de un representante de la Santa Sede en los diálogos entre el oficialismo y la oposición en medio de la grave crisis que afronta Venezuela.
El papa Francisco pidió hoy no identificar al islam con el terrorismo, al reconocer que también hay fundamentalistas católicos, y también se refirió a la posible mediación de un representante de la Santa Sede en los diálogos entre el oficialismo y la oposición en medio de la grave crisis que afronta Venezuela.

El pontífice argentino habló de estos y otros temas en el vuelo de regreso a Roma, tras presidir durante cinco días la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Cracovia, Polonia.

"A mí no me gusta hablar de violencia islámica porque todos los días leo el diario y veo violencia aquí en Italia; este que mató a la novia, el otro que mató a la suegra, y estos son católicos bautizados, son violentos católicos", aseguró.

"Si yo hablo de violencia islámica tengo que hablar de violencia católica, pero no todos los islámicos son violentos; es como en la ensalada de fruta, hay de todo, hay violentos en esta religión", agregó.

"Una cosa es verdad: en casi todas las religiones hay siempre un pequeño grupito fundamentalista, nosotros tenemos; el fundamentalismo llega a matar, pero también se puede matar con la lengua, lo decía el apóstol Santiago, no yo, y también con el cuchillo", sostuvo.

Francisco ratificó que "no es justo identificar el islam con la violencia, esto no es justo y no es verdadero".

La crisis en Venezuela
En la rueda de prensa que concedió hoy a bordo del avión papal, el pontífice explicó que hace dos años tuvo “un encuentro con el presidente (Nicolás) Maduro muy positivo. Luego él pidió audiencia el año pasado y era un domingo, al día siguiente de la llegada de Sarajevo y luego él canceló eso porque estaba enfermo de otitis, no podía venir”.

Tras la cancelación, prosiguió Francisco, “dejé pasar esto un tiempo y le escribí una carta a él. Después hubo algunos contactos (...) para un eventual encuentro. Si, con las condiciones que se ponen en este caso”.

El Papa dijo luego no estar seguro de que “en el grupo de la mediación alguno, y no sé si el gobierno también, quiere un representante de la Santa Sede. Esto hasta el momento en que salí de Roma”.

“Y las cosas han quedado allí. En ese grupo está Zapatero de España, Torrijos, y otro, tres, y un cuarto que se decía de la Santa Sede, pero de esto no estoy seguro”, reiteró.+

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Mons. Lozano destacó la opción por los pobres de monseñor Angelelli

Angelelli, el obispo de las periferias ver más
Gualeguaychú (Entre Ríos) (AICA): En una columna titulada “Asesinar al mensajero”, el obispo de Gualeguaychú, monseñor Jorge Lozano, destacó la figura de monseñor Enrique Angelelli, quien un 4 de agosto de hace 40 años fue asesinado en La Rioja por su compromiso con el Evangelio y la opción por los pobres. ”Angelelli fue un obispo entregado a la tarea misionera y cercano a los pobres y olvidados. Su predicación estaba fuertemente arraigada en su experiencia de encuentro con la gente y en la meditación asidua de la Palabra de Dios. De allí su conocido lema ‘con un oído en el pueblo y otro en el Evangelio’”, recordó.
En una columna titulada “Asesinar al mensajero”, el obispo de Gualeguaychú, monseñor Jorge Lozano, destacó la figura de monseñor Enrique Angelelli, quien un 4 de agosto de hace 40 años fue asesinado en La Rioja por su compromiso con el Evangelio y la opción por los pobres.

”Angelelli fue un obispo entregado a la tarea misionera y cercano a los pobres y olvidados. Su predicación estaba fuertemente arraigada en su experiencia de encuentro con la gente y en la meditación asidua de la Palabra de Dios. De allí su conocido lema ‘con un oído en el pueblo y otro en el Evangelio’”, recordó.

El prelado reconoció que la tarea de monseñor Angelelli “no le fue fácil” y aseguró que “su deseo de implementar el Concilio Vaticano II y el documento conclusivo de la Conferencia de Medellín (1968) le significaron resistencia y rechazos de algunos sectores de la Iglesia riojana”.

“Su cercanía con los pobres y acompañarlos en sus reclamos por la tierra, el trabajo, la justicia, le atrajeron el rechazo de los terratenientes, los poderosos y las Fuerzas Armadas”, sostuvo y trazó un panorama del contexto de país en aquel tiempo.

”El 24 de marzo de 1976, a través de un golpe de Estado, las Fuerzas Armadas asumieron el poder iniciando así el autollamado Proceso de Reorganización Nacional, y dando fin de ese trágico modo al gobierno democrático de María Estela Martínez de Perón. Los años previos habían estado marcados por atentados, secuestros y asesinatos. Los autores: grupos guerrilleros, paramilitares y la denominada Triple A, que enlutaron al país e instalaron un clima de violencia que se respiraba por todos lados”, detalló.

”El gobierno de las Fuerzas Armadas también estuvo marcado por secuestros, torturas, desapariciones y asesinatos. Hace poco (el 4 de julio) se cumplieron los 40 años de la masacre de San Patricio, en la cual fueron asesinados en esa Parroquia 3 sacerdotes y 2 seminaristas Palotinos”, recordó.

El obispo gualeguaychense advirtió que, en ese contexto país, el obispo Angelelli “estaba amenazado, lo que era algo que muchos conocían”, por lo que “se produjo una escalonada sucesión de hechos de violencia”.

“En la noche del 18 de julio de 1976 fueron secuestrados, torturados y asesinados dos sacerdotes: Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville. Ambos estaban en la Parroquia El Salvador, de Chamical. Pocos días después, el 25 de julio, también fue asesinado el catequista y miembro del Movimiento Rural Católico, Wenceslao Pedernera. Lo fueron a buscar a su casa, y cuando abrió la puerta, en esa noche, lo acribillaron a balazos. Era estrecho colaborador del pbispo. El 4 de agosto, cuando viajaba llevando la denuncia del crimen de sus dos sacerdotes, se fraguó un accidente para asesinar a Angelelli”, subrayó.

Monseñor Lozano destacó que “nuestro hermano (Angelelli) comenzó a ejercer el ministerio sacerdotal en su Córdoba natal como asesor de la Juventud Obrera Católica (JOC) y la Juventud Universitaria Católica (JUC), ambas instituciones vinculadas a la Acción Católica. En 1961, con apenas 38 años de edad, San Juan XXIII lo nombra obispo auxiliar de Córdoba. Participó de varias de las sesiones del Concilio Vaticano II, que marcarían a fuego su experiencia de Iglesia. El 11 de julio de 1968 el Beato Pablo VI lo nombra obispo de La Rioja”.

”Se dedicó incansablemente a recorrer todas las comunidades, llegando también a algunos ranchos apartados y pobres. Convocó a la Primera Semana Pastoral, de la cual participaron laicos consagrados y sacerdotes”, añadió.

El prelado afirmó que monseñor Angelelli fue también poeta y citó un texto que el obispo riojano escribió para sus 25 años de sacerdote.

Por último, monseñor Lozano memoró que cuando se cumplieron 30 años del asesinato de monseñor Angelelli, el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio, por lo que consideró importante citar pasajes de la homilía que el hoy papa Francisco pronunció para aquella ocasión.+

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Mons. Arancedo: el Cura Brochero, un ejemplo para despertar la vocación sacerdotal

Santa Fe (AICA): “El Cura Brochero nos ha dejado como sacerdote el testimonio de un camino plenamente humano, profundamente religioso y misionero, en el marco de una historia, un estilo y una cultura propia. Recordar y valorar su figura nos hace bien a los sacerdotes, pero también a los fieles y comunidades cristianas, donde el Señor sigue llamando ‘obreros para su mies’. Que su figura despierte en nuestros jóvenes la alegría de ser sacerdote”, pidió el arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, en su reflexión semanal dedica al día del párroco, que se celebra el 4 de agosto, en memoria del Santo Cura de Ars.
El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, destacó el testimonio vivo del llamado de Jesús a los apóstoles que constituyen la vida del Santo Cura de Ars, patrono de los párrocos, y el beato Cura Brochero pronto a ser canonizado.

“Este llamado sigue siendo actual. No podemos pensar al sacerdote si no es desde Jesucristo, que es quien llama y envía para continuar su misión de Pastor. No se trata, como vemos, de una carrera que elegimos, sino de un llamado al que respondemos. El contenido de esta misión es obra de Jesucristo”, sostuvo.

El prelado aclaró que “esto no significa que el sacerdote sea una suerte de ‘robot’ programado. Todo lo contrario, es un hombre que asume desde su libertad, historia y cultura un llamado para actualizar en su vida la misión de Jesucristo”.

“Sacar al sacerdote de este contexto es desconocer su fuente y el sentido de su vida. Esta reflexión vale primero para el sacerdote, al que le podríamos decir, como lo hacía san Juan Pablo II con la familia: ‘Sacerdote, sé lo que eres’, es decir, tu vida y tu misión tienen que ser un Cristo vivo para alabanza de Dios y al servicio de los hombres; esto es una gracia y una exigencia de su vocación”, recordó.

El arzobispo santafesino consideró que la vida del sacerdote “es también un llamado a los fieles, para ver en sus sacerdotes la presencia sacramental de Jesucristo en quienes ejerce sigue ejerciendo su ministerio sacerdotal”.

“Tanto el sacerdote como los fieles, deben vivir esta realidad desde el Evangelio y en la comunión de la Iglesia. Fuera de ella, especialmente en la celebración de la Eucaristía y en la comunión de la Iglesia, el sacerdote pierde su identidad y su misión. Jesucristo, la Iglesia y el Pueblo de Dios, son la referencia permanente del sacerdote”, sostuvo.

Monseñor Arancedo afirmó que la canonización del Cura Brochero, prevista para el 16 de octubre en Roma, es un “hecho muy esperado, y es hoy motivo de acción de gracias y de alegría en toda la Iglesia”.

“El testimonio de quienes lo conocieron, como la dimensión religiosa y social de su obra, no deja dudas de estar ante la presencia de un hombre invadido por el Espíritu de Dios. Aquel: ‘Sé lo que eres’, tuvo en el Cura Brochero un cumplimiento pleno. Nos ha dejado como sacerdote el testimonio de un camino plenamente humano, profundamente religioso y misionero, en el marco de una historia, un estilo y una cultura propia. Recordar y valorar su figura nos hace bien a los sacerdotes, pero también a los fieles y comunidades cristianas, donde el Señor sigue llamando ‘obreros para su mies’. Que su figura despierte en nuestros jóvenes la alegría de ser sacerdote”, concluyó.+

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Comenzaron las inscripciones para el seminario sobre Edith Stein: Antropología y Pedagogía

Buenos Aires (AICA): El presbítero Carlos Taubenschlag dictará nuevamente el seminario sobre Edith Stein: Antropología y Pedagogía, en la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas (Eseade). El curso consta de tres clases y comenzará el 8 de agosto. Están abiertas las inscripciones.
El nuevo dictado del seminario sobre Edith Stein: Antropología y Pedagogía a cargo del presbítero Carlos Taubenschlag, comenzará el 8 de agosto en la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas (Eseade).

El temario –adaptable a las propuestas de los inscriptos- será: “Antropología y pedagogía en el curso sobre ‘La estructura de la persona humana’ y en algunas conferencias y obras breves”; “Antropología y pedagogía en ‘La estructura de la persona humana’”; “Antropología y pedagogía en algunas conferencias y obras breves”.

El curso se dictará los lunes 8 y 22 de agosto y 5 de septiembre, de 18 a 20.

El presbítero Carlos Taubenschlag es doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Lateranense de Roma, y docente en la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas (Eseade) y la Universidad Católica Argentina (UCA).

Para información sobre aranceles e inscripción escribir a info@eseade.edu.ar. Para consultas sobre el temario a padrecarlostau@gmail.com.+

FLB

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Cracovia (Polonia) (AICA): El papa Francisco anunció esta mañana en el Campus Misericordiae de Cracovia, Polonia, que Panamá será la próxima sede de la Jornada Mundial de la Juventud 2019. En sus palabras previas al rezo del Ángelus, el Santo Padre señaló que “la Providencia de Dios siempre nos precede. Piensen que ya ha decidido cuál será la próxima etapa de esta gran peregrinación iniciada por san Juan Pablo II en 1985”. “Y por eso les anuncio con alegría que la próxima Jornada Mundial de la Juventud será en 2019 en Panamá”.
El papa Francisco anunció esta mañana en el Campus Misericordiae de Cracovia, Polonia, que Panamá será la próxima sede de la Jornada Mundial de la Juventud 2019.

En sus palabras previas al rezo del Ángelus, el Santo Padre señaló que “la Providencia de Dios siempre nos precede. Piensen que ya ha decidido cuál será la próxima etapa de esta gran peregrinación iniciada por san Juan Pablo II en 1985”.

“Y por eso les anuncio con alegría que la próxima Jornada Mundial de la Juventud será en 2019 en Panamá”.

Jornadas con impronta argentina
La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) es una iniciativa para profundizar la fe de los jóvenes que el cardenal argentino Eduardo Pironio sugirió al papa Juan Pablo II y cuyo encuentro internacional se realiza cada aproximadamente tres años fuera de Roma, el primero en Buenos Aires en 1987.

En 1984, más de 300.000 jóvenes del mundo llegaron a Roma para el Jubileo Internacional de la Juventud y muchos de ellos acudieron a la misa del Domingo de Ramos que presidió el pontífice polaco en plaza San Pedro.

Sorprendido por esa multitud, en vísperas de la celebración que da inicio a la Semana Santa, Juan Pablo II les dijo la noche anterior: "Que fantástico espectáculo verlos aquí hoy ¿Quién dijo que los jóvenes de hoy en día habían perdido sus valores? ¿Quién dice que no se puede contar con ellos?"

Juan Pablo II confió entonces a los jóvenes una enorme cruz de madera, para que la llevaran a los rincones del mundo.

Aquel acontecimiento fue el disparador para que el cardenal Pironio, quien era entonces presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, sugiriera la idea de organizar encuentros internacionales para profundizar y acompañar la fe de los jóvenes.

Juan Pablo II aceptó la iniciativa y una semana después anunció la creación de la Jornada Mundial de la Juventud, encomendando al purpurado argentino la responsabilidad de organizarla.

La primera JMJ afuera de Roma fue en Buenos Aires, cuando una multitud, estimada en un millón de personas, acompañó al entonces Papa en la celebración del Domingo de Ramos en la avenida 9 de Julio.

Tras la primera fuera de Roma en Buenos Aires, le realizaron en Santiago de Compostela (España - 1989), Czestochowa (Polonia -1991), Denver (EEUU-1993), Manila (Filipinas - 1995), París (Francia - 1997), Roma (Italia -2000), Toronto (Canadá - 2002), Colonia (Alemania - 2005) en Sydney (Australia - 2008) y Madrid (España - 2011), Río de Janeiro (Brasil - 2013) y Cracovia (Polonia - 2016).+

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Francisco a los jóvenes: "A Jesús no podemos responderle con un simple 'mensajito'"

El papa Francisco presidió hoy la misa de clausura de la JMJ en el Campus Misericordiae, de Cracovia, donde ante una multitud de peregrinos el pontífice recordó que Dios cuenta con los jóvenes por lo que son, no por lo que tienen.

“Ante Él, nada vale la ropa que llevas o el teléfono móvil que utilizas; no le importa si vas a la moda, le importas tú. A sus ojos, vales, y lo que vales no tiene precio”, subrayó.

El Santo Padre aseguró que las clases del "secreto de la alegría" es "no apagar la buena curiosidad, sino participar, porque la vida no hay que encerrarla en un cajón".

"Ante Jesús no podemos quedarnos sentados esperando con los brazos cruzados; a él, que nos da la vida, no podemos responderle con un pensamiento o un simple 'mensajito'", sostuvo.

Texto completo de las palabras del Santo Padre
Queridos jóvenes: habéis venido a Cracovia para encontraros con Jesús. Y el Evangelio de hoy nos habla precisamente del encuentro entre Jesús y un hombre, Zaqueo, en Jericó (cf. Lc 19,1-10). Allí Jesús no se limita a predicar, o a saludar a alguien, sino que quiere —nos dice el Evangelista— cruzar la ciudad (cf. v. 1). Con otras palabras, Jesús desea acercarse a la vida de cada uno, recorrer nuestro camino hasta el final, para que su vida y la nuestra se encuentren realmente.

Tiene lugar así el encuentro más sorprendente, el encuentro con Zaqueo, jefe de los «publicanos», es decir, de los recaudadores de impuestos. Así que Zaqueo era un rico colaborador de los odiados ocupantes romanos; era un explotador de su pueblo, uno que debido a su mala fama no podía ni siquiera acercarse al Maestro. Sin embargo, el encuentro con Jesús cambió su vida, como sucedió, y cada día puede suceder, con cada uno de nosotros. Pero Zaqueo tuvo que superar algunos obstáculos para encontrarse con Jesús: al menos tres, que también pueden enseñarnos algo a nosotros.

El primero es la baja estatura: Zaqueo no conseguía ver al Maestro, porque era bajo. También nosotros podemos hoy caer en el peligro de quedarnos lejos de Jesús porque no nos sentimos a la altura, porque tenemos una baja consideración de nosotros mismos. Esta es una gran tentación, que no sólo tiene que ver con la autoestima, sino que afecta también la fe. Porque la fe nos dice que somos «hijos de Dios, pues ¡lo somos!» (1 Jn 3,1): hemos sido creados a su imagen; Jesús hizo suya nuestra humanidad y su corazón nunca se separará de nosotros; el Espíritu Santo quiere habitar en nosotros; estamos llamados a la alegría eterna con Dios. Esta es nuestra «estatura», esta es nuestra identidad espiritual: somos los hijos amados de Dios, siempre. Entendéis entonces que no aceptarse, vivir infelices y pensar en negativo significa no reconocer nuestra identidad más auténtica: es como darse la vuelta cuando Dios quiere fijar sus ojos en mí; significa querer impedir que se cumpla su sueño en mí. Dios nos ama tal como somos, y no hay pecado, defecto o error que lo haga cambiar de idea. Para Jesús —nos lo muestra el Evangelio—, nadie es inferior y distante, nadie es insignificante, sino que todos somos predilectos e importantes: ¡Tú eres importante! Y Dios cuenta contigo por lo que eres, no por lo que tienes: ante él, nada vale la ropa que llevas o el teléfono móvil que utilizas; no le importa si vas a la moda, le importas tú. A sus ojos, vales, y lo que vales no tiene precio.

Cuando en la vida sucede que apuntamos bajo en vez de a lo alto, nos puede ser de ayuda esta gran verdad: Dios es fiel en su amor, y hasta obstinado. Nos ayudará pensar que nos ama más de lo que nosotros nos amamos, que cree en nosotros más que nosotros mismos, que está siempre de nuestra parte, como el más acérrimo de los «hinchas». Siempre nos espera con esperanza, incluso cuando nos encerramos en nuestras tristezas, rumiando continuamente los males sufridos y el pasado. Pero complacerse en la tristeza no es digno de nuestra estatura espiritual. Es más, es un virus que infecta y paraliza todo, que cierra cualquier puerta, que impide que la vida se reavive, que recomience. Dios, sin embargo, es obstinadamente esperanzado: siempre cree que podemos levantarnos y no se resigna a vernos apagados y sin alegría. Porque somos siempre sus hijos amados. Recordemos esto al comienzo de cada día. Nos hará bien decir todas las mañanas en la oración: «Señor, te doy gracias porque me amas; haz que me enamore de mi vida». No de mis defectos, que hay que corregir, sino de la vida, que es un gran regalo: es el tiempo para amar y ser amado.

Zaqueo tenía un segundo obstáculo en el camino del encuentro con Jesús: la vergüenza paralizante. Podemos imaginar lo que sucedió en el corazón de Zaqueo antes de subir a aquella higuera, habrá tenido una lucha afanosa: por un lado, la curiosidad buena de conocer a Jesús; por otro, el riesgo de hacer una figura bochornosa. Zaqueo era un personaje público; sabía que, al intentar subir al árbol, haría el ridículo delante de todos, él, un jefe, un hombre de poder. Pero superó la vergüenza, porque la atracción de Jesús era más fuerte. Habréis experimentado lo que sucede cuando una persona se siente tan atraída por otra que se enamora: entonces sucede que se hacen de buena gana cosas que nunca se habrían hecho. Algo similar ocurrió en el corazón de Zaqueo, cuando sintió que Jesús era de tal manera importante que habría hecho cualquier cosa por él, porque él era el único que podía sacarlo de las arenas movedizas del pecado y de la infelicidad. Y así, la vergüenza paralizante no triunfó: Zaqueo —nos dice el Evangelio— «corrió más adelante», «subió» y luego, cuando Jesús lo llamó, «se dio prisa en bajar» (vv. 4.6.). Se arriesgó y actuó. Esto es también para nosotros el secreto de la alegría: no apagar la buena curiosidad, sino participar, porque la vida no hay que encerrarla en un cajón. Ante Jesús no podemos quedarnos sentados esperando con los brazos cruzados; a él, que nos da la vida, no podemos responderle con un pensamiento o un simple «mensajito».

Queridos jóvenes, no os avergoncéis de llevarle todo, especialmente las debilidades, las dificultades y los pecados, en la confesión: Él sabrá sorprenderos con su perdón y su paz. No tengáis miedo de decirle «sí» con toda la fuerza del corazón, de responder con generosidad, de seguirlo. No os dejéis anestesiar el alma, sino aspirad a la meta del amor hermoso, que exige también renuncia, y un «no» fuerte al doping del éxito a cualquier precio y a la droga de pensar sólo en sí mismo y en la propia comodidad.

Después de la baja estatura y la vergüenza paralizante, hay un tercer obstáculo que Zaqueo tuvo que enfrentar, ya no en su interior sino a su alrededor. Es la multitud que murmura, que primero lo bloqueó y luego lo criticó: Jesús no tenía que entrar en su casa, en la casa de un pecador. ¿Qué difícil es acoger realmente a Jesús, qué duro es aceptar a un «Dios, rico en misericordia» (Ef 2,4). Puede que os bloqueen, tratando de haceros creer que Dios es distante, rígido y poco sensible, bueno con los buenos y malo con los malos. En cambio, nuestro Padre «hace salir su sol sobre malos y buenos» (Mt 5,45), y nos invita al valor verdadero: ser más fuertes que el mal amando a todos, incluso a los enemigos. Puede que se rían de vosotros, porque creéis en la fuerza mansa y humilde de la misericordia. No tengáis miedo, pensad en cambio en las palabras de estos días: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5,7). Puede que os juzguen como unos soñadores, porque creéis en una nueva humanidad, que no acepta el odio entre los pueblos, ni ve las fronteras de los países como una barrera y custodia las propias tradiciones sin egoísmo y resentimiento. No os desaniméis: con vuestra sonrisa y vuestros brazos abiertos predicáis la esperanza y sois una bendición para la única familia humana, tan bien representada por vosotros aquí.

Aquel día, la multitud juzgó a Zaqueo, lo miró con desprecio; Jesús, en cambio, hizo lo contrario: levantó los ojos hacia él (v. 5). La mirada de Jesús va más allá de los defectos para ver a la persona; no se detiene en el mal del pasado, sino que divisa el bien en el futuro; no se resigna frente a la cerrazón, sino que busca el camino de la unidad y de la comunión; en medio de todos, no se detiene en las apariencias, sino que mira al corazón. Con esta mirada de Jesús, podéis hacer surgir una humanidad diferente, sin esperar a que os digan «qué buenos sois», sino buscando el bien por sí mismo, felices de conservar el corazón limpio y de luchar pacíficamente por la honestidad y la justicia. No os detengáis en la superficie de las cosas y desconfiad de las liturgias mundanas de la apariencia, del maquillaje del alma para aparentar mejores. Por el contrario, instalad bien la conexión más estable, la de un corazón que ve y transmite el bien sin cansarse. Y esa alegría que habéis recibido gratis de Dios, dadla gratis (cf. Mt 10,8), porque son muchos los que la esperan.

Escuchamos por último las palabras de Jesús a Zaqueo, que parecen dichas a propósito para nosotros en este momento: «Date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa» (v. 5). Jesús te dirige la misma invitación: «Hoy tengo que alojarme en tu casa». La Jornada Mundial de la Juventud, podríamos decir, comienza hoy y continúa mañana, en casa, porque es allí donde Jesús quiere encontrarnos a partir de ahora. El Señor no quiere quedarse solamente en esta hermosa ciudad o en los recuerdos entrañables, sino que quiere venir a tu casa, vivir tu vida cotidiana: el estudio y los primeros años de trabajo, las amistades y los afectos, los proyectos y los sueños. Cómo le gusta que todo esto se lo llevemos en la oración. Él espera que, entre tantos contactos y chats de cada día, el primer puesto lo ocupe el hilo de oro de la oración. Cuánto desea que su Palabra hable a cada una de tus jornadas, que su Evangelio sea tuyo, y se convierta en tu «navegador» en el camino de la vida.

Jesús, a la vez que te pide de ir a tu casa, como hizo con Zaqueo, te llama por tu nombre. Tu nombre es precioso para él. El nombre de Zaqueo evocaba, en la lengua de la época, el recuerdo de Dios. Fiaros del recuerdo de Dios: su memoria no es un «disco duro» que registra y almacena todos nuestros datos, sino un corazón tierno de compasión, que se regocija eliminando definitivamente cualquier vestigio del mal. Procuremos también nosotros ahora imitar la memoria fiel de Dios y custodiar el bien que hemos recibido en estos días. En silencio hagamos memoria de este encuentro, custodiemos el recuerdo de la presencia de Dios y de su Palabra, reavivemos en nosotros la voz de Jesús que nos llama por nuestro nombre. Así pues, recemos en silencio, recordando, dando gracias al Señor que nos ha traído aquí y ha querido encontrarnos.+

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Cracovia (Polonia) (AICA): El Papa Francisco anunció esta mañana en el Campus Misericordiae de Cracovia, Polonia que el país elegido para realizar la próxima jornada mundial de la Juventud es Panamá. En sus palabras previas al rezo del Ángelus, el Santo Padre señaló que “la Providencia de Dios siempre nos precede. Pensad que ya ha decidido cuál será la próxima etapa de esta gran peregrinación iniciada por san Juan Pablo II en 1985”. “Y por eso os anuncio con alegría que la próxima Jornada Mundial de la Juventud será en 2019 en Panamá”.
El Papa Francisco anunció esta mañana en el Campus Misericordiae de Cracovia, Polonia que el país elegido para realizar la próxima jornada mundial de la Juventud es Panamá.

En sus palabras previas al rezo del Ángelus, el Santo Padre señaló que “la Providencia de Dios siempre nos precede. Pensad que ya ha decidido cuál será la próxima etapa de esta gran peregrinación iniciada por san Juan Pablo II en 1985”. “Y por eso os anuncio con alegría que la próxima Jornada Mundial de la Juventud será en 2019 en Panamá”.

Las JMJ fueron creadas por San Juan Pablo II, y se celebran cada año en las diócesis de todo el mundo. Pero cada cierto tiempo, en un evento especial, congregan a jóvenes de todo el planeta en una ciudad para celebrar la alegría de la fe y compartir con el Papa.

La primera Jornada Mundial de la Juventud se celebró en Roma (Italia), en 1985. Dos años más tarde se celebró la primera JMJ en el continente americano, en Buenos Aires (Argentina).

La segunda JMJ que se celebró en América fue la de Denver (Estados Unidos) en 1993. La tercera fue la de Toronto (Canadá) en 2002.

La última JMJ en América fue la de Río de Janeiro, en 2013. Esta fue la primera JMJ que presidió el Papa Francisco.+

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El papa Francisco celebró en el Campus Misericordiae de Cracovia la misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud, con una multitud de jóvenes de todos los rincones del mundo que han pasado la noche en orando y celebrando la alegría de la fe. El Santo Padre les dijo a los jóvenes que Dios cuenta con ellos por lo que son, no por lo que tienen. “Ante Él, nada vale la ropa que llevas o el teléfono móvil que utilizas; no le importa si vas a la moda, le importas tú. A sus ojos, vales, y lo que vales no tiene precio”.

Texto completo de las palabras del Santo Padre
Queridos jóvenes: habéis venido a Cracovia para encontraros con Jesús. Y el Evangelio de hoy nos habla precisamente del encuentro entre Jesús y un hombre, Zaqueo, en Jericó (cf. Lc 19,1-10). Allí Jesús no se limita a predicar, o a saludar a alguien, sino que quiere —nos dice el Evangelista— cruzar la ciudad (cf. v. 1). Con otras palabras, Jesús desea acercarse a la vida de cada uno, recorrer nuestro camino hasta el final, para que su vida y la nuestra se encuentren realmente.

Tiene lugar así el encuentro más sorprendente, el encuentro con Zaqueo, jefe de los «publicanos», es decir, de los recaudadores de impuestos. Así que Zaqueo era un rico colaborador de los odiados ocupantes romanos; era un explotador de su pueblo, uno que debido a su mala fama no podía ni siquiera acercarse al Maestro. Sin embargo, el encuentro con Jesús cambió su vida, como sucedió, y cada día puede suceder, con cada uno de nosotros. Pero Zaqueo tuvo que superar algunos obstáculos para encontrarse con Jesús: al menos tres, que también pueden enseñarnos algo a nosotros.

El primero es la baja estatura: Zaqueo no conseguía ver al Maestro, porque era bajo. También nosotros podemos hoy caer en el peligro de quedarnos lejos de Jesús porque no nos sentimos a la altura, porque tenemos una baja consideración de nosotros mismos. Esta es una gran tentación, que no sólo tiene que ver con la autoestima, sino que afecta también la fe. Porque la fe nos dice que somos «hijos de Dios, pues ¡lo somos!» (1 Jn 3,1): hemos sido creados a su imagen; Jesús hizo suya nuestra humanidad y su corazón nunca se separará de nosotros; el Espíritu Santo quiere habitar en nosotros; estamos llamados a la alegría eterna con Dios. Esta es nuestra «estatura», esta es nuestra identidad espiritual: somos los hijos amados de Dios, siempre. Entendéis entonces que no aceptarse, vivir infelices y pensar en negativo significa no reconocer nuestra identidad más auténtica: es como darse la vuelta cuando Dios quiere fijar sus ojos en mí; significa querer impedir que se cumpla su sueño en mí. Dios nos ama tal como somos, y no hay pecado, defecto o error que lo haga cambiar de idea. Para Jesús —nos lo muestra el Evangelio—, nadie es inferior y distante, nadie es insignificante, sino que todos somos predilectos e importantes: ¡Tú eres importante! Y Dios cuenta contigo por lo que eres, no por lo que tienes: ante él, nada vale la ropa que llevas o el teléfono móvil que utilizas; no le importa si vas a la moda, le importas tú. A sus ojos, vales, y lo que vales no tiene precio.

Cuando en la vida sucede que apuntamos bajo en vez de a lo alto, nos puede ser de ayuda esta gran verdad: Dios es fiel en su amor, y hasta obstinado. Nos ayudará pensar que nos ama más de lo que nosotros nos amamos, que cree en nosotros más que nosotros mismos, que está siempre de nuestra parte, como el más acérrimo de los «hinchas». Siempre nos espera con esperanza, incluso cuando nos encerramos en nuestras tristezas, rumiando continuamente los males sufridos y el pasado. Pero complacerse en la tristeza no es digno de nuestra estatura espiritual. Es más, es un virus que infecta y paraliza todo, que cierra cualquier puerta, que impide que la vida se reavive, que recomience. Dios, sin embargo, es obstinadamente esperanzado: siempre cree que podemos levantarnos y no se resigna a vernos apagados y sin alegría. Porque somos siempre sus hijos amados. Recordemos esto al comienzo de cada día. Nos hará bien decir todas las mañanas en la oración: «Señor, te doy gracias porque me amas; haz que me enamore de mi vida». No de mis defectos, que hay que corregir, sino de la vida, que es un gran regalo: es el tiempo para amar y ser amado.

Zaqueo tenía un segundo obstáculo en el camino del encuentro con Jesús: la vergüenza paralizante. Podemos imaginar lo que sucedió en el corazón de Zaqueo antes de subir a aquella higuera, habrá tenido una lucha afanosa: por un lado, la curiosidad buena de conocer a Jesús; por otro, el riesgo de hacer una figura bochornosa. Zaqueo era un personaje público; sabía que, al intentar subir al árbol, haría el ridículo delante de todos, él, un jefe, un hombre de poder. Pero superó la vergüenza, porque la atracción de Jesús era más fuerte. Habréis experimentado lo que sucede cuando una persona se siente tan atraída por otra que se enamora: entonces sucede que se hacen de buena gana cosas que nunca se habrían hecho. Algo similar ocurrió en el corazón de Zaqueo, cuando sintió que Jesús era de tal manera importante que habría hecho cualquier cosa por él, porque él era el único que podía sacarlo de las arenas movedizas del pecado y de la infelicidad. Y así, la vergüenza paralizante no triunfó: Zaqueo —nos dice el Evangelio— «corrió más adelante», «subió» y luego, cuando Jesús lo llamó, «se dio prisa en bajar» (vv. 4.6.). Se arriesgó y actuó. Esto es también para nosotros el secreto de la alegría: no apagar la buena curiosidad, sino participar, porque la vida no hay que encerrarla en un cajón. Ante Jesús no podemos quedarnos sentados esperando con los brazos cruzados; a él, que nos da la vida, no podemos responderle con un pensamiento o un simple «mensajito».

Queridos jóvenes, no os avergoncéis de llevarle todo, especialmente las debilidades, las dificultades y los pecados, en la confesión: Él sabrá sorprenderos con su perdón y su paz. No tengáis miedo de decirle «sí» con toda la fuerza del corazón, de responder con generosidad, de seguirlo. No os dejéis anestesiar el alma, sino aspirad a la meta del amor hermoso, que exige también renuncia, y un «no» fuerte al doping del éxito a cualquier precio y a la droga de pensar sólo en sí mismo y en la propia comodidad.

Después de la baja estatura y la vergüenza paralizante, hay un tercer obstáculo que Zaqueo tuvo que enfrentar, ya no en su interior sino a su alrededor. Es la multitud que murmura, que primero lo bloqueó y luego lo criticó: Jesús no tenía que entrar en su casa, en la casa de un pecador. ¿Qué difícil es acoger realmente a Jesús, qué duro es aceptar a un «Dios, rico en misericordia» (Ef 2,4). Puede que os bloqueen, tratando de haceros creer que Dios es distante, rígido y poco sensible, bueno con los buenos y malo con los malos. En cambio, nuestro Padre «hace salir su sol sobre malos y buenos» (Mt 5,45), y nos invita al valor verdadero: ser más fuertes que el mal amando a todos, incluso a los enemigos. Puede que se rían de vosotros, porque creéis en la fuerza mansa y humilde de la misericordia. No tengáis miedo, pensad en cambio en las palabras de estos días: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5,7). Puede que os juzguen como unos soñadores, porque creéis en una nueva humanidad, que no acepta el odio entre los pueblos, ni ve las fronteras de los países como una barrera y custodia las propias tradiciones sin egoísmo y resentimiento. No os desaniméis: con vuestra sonrisa y vuestros brazos abiertos predicáis la esperanza y sois una bendición para la única familia humana, tan bien representada por vosotros aquí.

Aquel día, la multitud juzgó a Zaqueo, lo miró con desprecio; Jesús, en cambio, hizo lo contrario: levantó los ojos hacia él (v. 5). La mirada de Jesús va más allá de los defectos para ver a la persona; no se detiene en el mal del pasado, sino que divisa el bien en el futuro; no se resigna frente a la cerrazón, sino que busca el camino de la unidad y de la comunión; en medio de todos, no se detiene en las apariencias, sino que mira al corazón. Con esta mirada de Jesús, podéis hacer surgir una humanidad diferente, sin esperar a que os digan «qué buenos sois», sino buscando el bien por sí mismo, felices de conservar el corazón limpio y de luchar pacíficamente por la honestidad y la justicia. No os detengáis en la superficie de las cosas y desconfiad de las liturgias mundanas de la apariencia, del maquillaje del alma para aparentar mejores. Por el contrario, instalad bien la conexión más estable, la de un corazón que ve y transmite el bien sin cansarse. Y esa alegría que habéis recibido gratis de Dios, dadla gratis (cf. Mt 10,8), porque son muchos los que la esperan.

Escuchamos por último las palabras de Jesús a Zaqueo, que parecen dichas a propósito para nosotros en este momento: «Date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa» (v. 5). Jesús te dirige la misma invitación: «Hoy tengo que alojarme en tu casa». La Jornada Mundial de la Juventud, podríamos decir, comienza hoy y continúa mañana, en casa, porque es allí donde Jesús quiere encontrarnos a partir de ahora. El Señor no quiere quedarse solamente en esta hermosa ciudad o en los recuerdos entrañables, sino que quiere venir a tu casa, vivir tu vida cotidiana: el estudio y los primeros años de trabajo, las amistades y los afectos, los proyectos y los sueños. Cómo le gusta que todo esto se lo llevemos en la oración. Él espera que, entre tantos contactos y chats de cada día, el primer puesto lo ocupe el hilo de oro de la oración. Cuánto desea que su Palabra hable a cada una de tus jornadas, que su Evangelio sea tuyo, y se convierta en tu «navegador» en el camino de la vida.

Jesús, a la vez que te pide de ir a tu casa, como hizo con Zaqueo, te llama por tu nombre. Tu nombre es precioso para él. El nombre de Zaqueo evocaba, en la lengua de la época, el recuerdo de Dios. Fiaros del recuerdo de Dios: su memoria no es un «disco duro» que registra y almacena todos nuestros datos, sino un corazón tierno de compasión, que se regocija eliminando definitivamente cualquier vestigio del mal. Procuremos también nosotros ahora imitar la memoria fiel de Dios y custodiar el bien que hemos recibido en estos días. En silencio hagamos memoria de este encuentro, custodiemos el recuerdo de la presencia de Dios y de su Palabra, reavivemos en nosotros la voz de Jesús que nos llama por nuestro nombre. Así pues, recemos en silencio, recordando, dando gracias al Señor que nos ha traído aquí y ha querido encontrarnos.+

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El Papa exhortó a los jóvenes a salir del adormecimiento y "jugar de titulares en la vida"

“El tiempo que hoy estamos viviendo, no necesita jóvenes-sofá, jóvenes adormecidos, embobados, atontados, sino jóvenes con zapatos; mejor aún, con los botines puestos. Este tiempo sólo acepta jugadores titulares en la cancha, no hay espacio para suplentes. El mundo de hoy les pide que sean protagonistas de la historia”, dijo el papa Francisco, esta tarde, a los cientos de miles de jóvenes que colmaban el “Campo de la Misericordia”, en la Vigilia de oración, en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud que se está celebrando en Cracovia, Polonia.

El santo padre Francisco llegó al atardecer en el papamóvil y después de girar en medio de los jóvenes que rebosaban de alegría y entusiasmo, cruzó la Puerta Santa junto a un grupo de ellos que representaban los diversos continentes.

La vigilia de oración sobre el tema “Jesús manantial de misericordia” introducida por el cardenal arzobispo de Cracovia, Stanisław Dziwisz, tuvo una coreografía sobre la fe de los dudosos, la esperanza a los desanimados, el amor a los indiferentes, el perdón a quien nos hizo mal, la alegría a las personas tristes. Esta escenificación se alternó con los testimonios de tres jóvenes. Otra escenificación fue recordando cuando san Juan Pablo II visita y conversa con el terrorista Alí Agca que le disparó. La última coreografía fue de una santa Faustina Kowalska que se acerca a jóvenes víctimas de dependencias.

Los testimonios escuchados fueron, el primero de Natalia Wrzesien es una joven polaca que conmovió al papa Francisco y a los jóvenes participantes de la Vigilia de la JMJ Cracovia 2016 con su especial testimonio de conversión y experiencia personal del gran amor y misericordia del Señor.

El segundo fue Miguel, un paraguayo de 34 años de edad que durante muchos años estuvo inmerso en el mundo de las drogas. Con mucho esfuerzo y con la fuerza de la fe en Dios pudo salir adelante y hoy ayuda a otros que atraviesan por el mismo problema.

Y el tercer testimonio fue de Rand Mittri, una joven siria de 26 años, de la ciudad de Alepo que relató la cruda realidad de la guerra que destruyó su amado país. “Es muy ícil para mí poder expresar con palabras toda una vida de dolor”, expresó. “La fe en Cristo me ayuda a enfrentarmee con cualquier circunstancia que me toque vivir” dijo y contó que hoy ayuda a otros en el Centro Don Bosco, en Alepo que acoge a más de 700 hombres y mujeres jóvenes, “que solo esperan una sonrisa y una palabra de aliento” y reiteró que “mi fe en Cristo es la razón de mi alegría y esperanza. Nadie podrá robarme esta verdadera alegría, nunca”.

Tras la coreografía los participantes se acercaron al papa Francisco quien dirigió unas palabras a los jóvenes a los que alentó a dejar el adormecimiento y ser protagonistas del tiempo actual que los necesita “como titulares en la chancha”, dijo el pontífice usando una imagen deportiva.

La vigilia siguió con una adoración al Santísimo Sacramento, que concluye con la bendición solemne dada por el Santo Padre. Francisco se retira y los jóvenes pasan una noche de oración esperando la misa del domingo, presidida por el Papa y que clausura la JMJ.

Palabras del papa Francisco en la Vigilia de Oración de la JMJ
Queridos jóvenes, buenas tardes

Es bueno estar aquí con ustedes en esta Vigilia de oración.

Al terminar su valiente y conmovedor testimonio, Rand nos pedía algo. Nos decía: «Les pido encarecidamente que recen por mi amado país». Una historia marcada por la guerra, el dolor, la pérdida, que finaliza con un pedido: el de la oración. Qué mejor que empezar nuestra vigilia rezando.

Venimos desde distintas partes del mundo, de continentes, países, lenguas, culturas, pueblos diferentes. Somos «hijos» de naciones, que quizá pueden estar enfrentadas luchando por diversos conflictos, o incluso estar en guerra. Otros venimos de países que pueden estar en «paz», que no tienen conflictos bélicos, donde muchas de las cosas dolorosas que suceden en el mundo sólo son parte de las noticias y de la prensa.

Pero seamos conscientes de una realidad: para nosotros, hoy y aquí, provenientes de distintas partes del mundo, el dolor, la guerra que viven muchos jóvenes, deja de ser anónima, para nosotros deja de ser una noticia de prensa, tiene nombre, tiene rostro, tiene historia, tiene una cercanía.

Hoy la guerra en Siria, es el dolor y el sufrimiento de tantas personas, de tantos jóvenes como la valiente Rand, que está aquí entre nosotros pidiéndonos que recemos por su amado país.

Existen situaciones que nos pueden resultar lejanas hasta que, de alguna manera, las tocamos. Hay realidades que no comprendemos porque sólo las vemos a través de una pantalla (del celular o de la computadora).

Pero cuando tomamos contacto con la vida, con esas vidas concretas no ya mediatizadas por las pantallas, entonces nos pasa algo importante, todos sentimos la invitación a involucrarnos: «No más ciudades olvidadas», como dice Rand: ya nunca puede haber hermanos «rodeados de muerte y homicidios» sintiendo que nadie los va a ayudar.

Queridos amigos, los invito a que juntos recemos por el sufrimiento de tantas víctimas fruto de la guerra, esta guerra que hay hoy en el mundo, recemos por tantas familias de la amada Siria y de otras partes del mundo, para que de una vez por todas podamos comprender que nada justifica la sangre de un hermano, que nada es más valioso que la persona que tenemos al lado. Y en este pedido de oración también quiero agradecerles a Natalia y a Miguel, porque ustedes también nos han compartido sus batallas, sus guerras interiores. Nos han mostrado sus luchas y cómo hicieron para superarlas. Son signo vivo de lo que la misericordia quiere hacer en nosotros.

Nosotros no vamos a gritar ahora contra nadie, no vamos a pelear, no queremos destruir, no queremos insultar. Nosotros no queremos vencer el odio con más odio, vencer la violencia con más violencia, vencer el terror con más terror. Nosotros hoy estamos aquí, porque el Señor nos ha convocado. Y nuestra respuesta a este mundo en guerra tiene un nombre: se llama fraternidad, se llama hermandad, se llama comunión, se llama familia.

Celebremos el venir de culturas diferentes y nos unimos para rezar. Que nuestra mejor palabra, que nuestro mejor discurso, sea unirnos en oración. Hagamos un rato de silencio y recemos; pongamos ante Dios los testimonios de estos amigos, identifiquémonos con aquellos para quienes «la familia es un concepto inexistente, y la casa sólo un lugar donde dormir y comer», o con quienes viven con el miedo de creer que sus errores y pecados los han dejado definitivamente afuera. Pongamos también las «guerras» de ustedes, nuestras guerras, las luchas que cada uno trae consigo, dentro de su corazón, en presencia de nuestro Dios. Y para esto, para estar en familia, los invito a ponerse de pie, a tomarse de la mano y rezar en silencio, todos.

(Oración en silencio)

Mientras rezábamos, me venía a la mente la imagen de los Apóstoles el día de Pentecostés. Una escena que nos puede ayudar a comprender todo lo que Dios sueña realizar en nuestra vida, en nosotros y con nosotros. Aquel día, los discípulos estaban encerrados por miedo. Se sentían amenazados por un entorno que los perseguía, que los arrinconaba en una pequeña habitación, obligándolos a permanecer quietos y paralizados. El temor se había apoderado de ellos. En ese contexto, pasó algo espectacular, algo grandioso. Vino el Espíritu Santo y unas lenguas como de fuego se posaron sobre cada uno, impulsándolos a una aventura que jamás habrían soñado. Las cosas cambian así.

Hemos escuchado tres testimonios, hemos tocado, con nuestros corazones, sus historias, sus vidas. Hemos visto cómo ellos, al igual que los discípulos, vivieron momentos similares, pasaron momentos donde se llenaron de miedo, donde parecía que todo se derrumbaba. El miedo y la angustia que nace de saber que al salir de casa uno puede no volver a ver a los seres queridos, el miedo a no sentirse valorado ni querido, el miedo a no tener otra oportunidad.

Ellos nos compartieron la misma experiencia que tuvieron los discípulos, experimientaron el miedo que sólo conduce a un lugar: ¿Adónde nos lleva el miedo? Al encierro. Y cuando el miedo se acovacha en el encierro siempre va acompañado por su «hermana gemela»: la parálisis, sentirnos paralizados. Sentir que en este mundo, en nuestras ciudades, en nuestras comunidades, no hay ya espacio para crecer, para soñar, para crear, para mirar horizontes, en definitiva para vivir, es de los peores males que se nos puede meter en la vida, y más en la juventud. La parálisis nos va haciendo perder el encanto de disfrutar del encuentro, de la amistad; el encanto de soñar juntos, de caminar con otros. Nos aleja de los otros, nos impide tender la mano. Como hemos visto, todos encerrados en ese lugar de adentro.

Pero en la vida hay otra parálisis todavía más peligrosa pero los jóvenes, y muchas veces difícil de identificar; y que nos cuesta mucho descubrir. Me gusta llamarla la parálisis que nace cuando se confunde «felicidad» con un «sofá/kanapa». Sí, creer que para ser feliz necesitamos un buen sofá. Un sofá que nos ayude a estar cómodos, tranquilos, bien seguros. Un sofá —como los que hay ahora modernos con masajes adormecedores incluidos— que nos garantiza horas de tranquilidad para trasladarnos al mundo de los videojuegos y pasar horas frente a la computadora.

Un sofá contra todo tipo de dolores y temores. Un sofá que nos haga quedarnos en casa encerrados, sin fatigarnos ni preocuparnos. La «sofá-felicidad», es probablemente la parálisis silenciosa que más nos puede perjudicar, la juventud. ¿Y por qué sucede esto Padre? Porque poco a poco, sin darnos cuenta, nos vamos quedando dormidos, nos vamos quedando embobados y atontados. Ayer hablaba de los jóvenes que se jubilan a los 20 años, hoy hablo de los jóvenes adormecidos, embobados, atontados.

Mientras otros —quizás los más vivos, pero no los más buenos— deciden el futuro por nosotros. Es cierto, para muchos es más fácil y beneficioso tener a jóvenes embobados y atontados que confunden felicidad con un sofá; para muchos eso les resulta más conveniente que tener jóvenes despiertos, inquietos respondiendo al sueño de Dios y a todas las aspiraciones del corazón.

Les pregunto a ustedes ¿Quieren ser jóvenes adormecidos, embobados, atontados? ¿Quieren que otros decidan el futuro por ustedes? ¿Quieren ser libres? ¿Quieren luchar por su futuro? No están muy convencidos, eh. ¿Quieren luchar por su futuro? (¡Sí!)

Pero la verdad es otra: queridos jóvenes, no vinimos a este mundo a «vegetar», a pasarla cómodamente, a hacer de la vida un sofá que nos adormezca; al contrario, hemos venido a otra cosa, a dejar una huella. Es muy triste pasar por la vida sin dejar una huella. Pero cuando optamos por la comodidad, por confundir felicidad con consumir, entonces el precio que pagamos es muy, pero que muy caro: perdemos la libertad. No somos libres para dejar una huella, perdemos la libertad. Este es el precio y hay mucha gente que quiere que los jóvenes no sean libres, que sigan atontados, embobados, adormecidos. Esto no puede ser, debemos defender nuestra libertad.

Ahí está precisamente una gran parálisis, cuando comenzamos a pensar que felicidad es sinónimo de comodidad, que ser feliz es andar por la vida dormido o narcotizado, que la única manera de ser feliz es ir como atontado. Es cierto que la droga hace mal, pero hay muchas otras drogas socialmente aceptadas que nos terminan volviendo tanto o más esclavos. Unas y otras nos despojan de nuestro mayor bien: la libertad. Nos despojan de la libertad.

Amigos, Jesús es el Señor del riesgo, el Señor del siempre «más allá». Jesús no es el Señor del confort, de la seguridad y de la comodidad. Para seguir a Jesús, hay que tener una cuota de valentía, hay que animarse a cambiar el sofá por un par de zapatos que te ayuden a caminar por caminos nunca soñados y menos pensados, por caminos que abran nuevos horizontes, capaces de contagiar alegría, esa alegría que nace del amor de Dios, la alegría que deja en tu corazón cada gesto, cada actitud de misericordia.

Ir por los caminos siguiendo la «locura» de nuestro Dios que nos enseña a encontrarlo en el hambriento, en el sediento, en el desnudo, en el enfermo, en el amigo caído en desgracia, en el que está preso, en el prófugo y el emigrante, en el vecino que está solo. Ir por los caminos de nuestro Dios que nos invita a ser actores políticos, personas que piensan, movilizadores sociales.

Que nos incita a pensar una economía más solidaria. En todos los ámbitos en los que ustedes se encuentren, ese amor de Dios nos invita llevar la buena nueva, haciendo de la propia vida un homenaje a Él y a los demás. Y esto significa ser valiente, significa ser libres.

Podrán decirme: «Padre pero eso no es para todos, sólo es para algunos elegidos». Sí, es verdad, y estos elegidos son todos aquellos que estén dispuestos a compartir su vida con los demás. De la misma manera que el Espíritu Santo transformó el corazón de los discípulos el día de Pentecostés, estaban paralizados, lo hizo también con nuestros amigos que compartieron sus testimonios.

Uso tus palabras, Miguel, vos nos decías que el día que en la Fazenda te encomendaron la responsabilidad de ayudar a que la casa funcionara mejor, ahí comenzaste a entender que Dios pedía algo de ti. Así comenzó la transformación.

Ese es el secreto, queridos amigos, que todos estamos llamados a experimentar. Dios espera algo de ti, ¿Han entendido? Dios quiere algo de ti, Dios te espera a ti. Dios viene a romper nuestras clausuras, viene a abrir las puertas de nuestras vidas, de nuestras visiones, de nuestras miradas. Dios viene a abrir todo aquello que te encierra. Te está invitando a soñar, te quiere hacer ver que el mundo con vos puede ser distinto. Eso sí, si vos no ponés lo mejor de vos, el mundo no será distinto. Es un desafío.

El tiempo que hoy estamos viviendo, no necesita jóvenes-sofá, sino jóvenes con zapatos; mejor aún, con los botines puestos. Este tiempo sólo acepta jugadores titulares en la cancha, no hay espacio para suplentes. El mundo de hoy les pide que sean protagonistas de la historia porque la vida es linda siempre y cuando querramos vivirla, siempre y cuando querramos dejar una huella.

La historia hoy nos pide que defendamos nuestra dignidad y no dejemos que sean otros los que decidan nuestro futuro. No, nosotros debemos decidir nuestro futuro, ustedes el suyo. El Señor, al igual que en Pentecostés, quiere realizar uno de los mayores milagros que podamos experimentar: hacer que tus manos, mis manos, nuestras manos se transformen en signos de reconciliación, de comunión, de creación. Él quiere tus manos para seguir construyendo el mundo de hoy. Él quiere construirlo con vos. ¿Y tú qué cosa respondes? ¿Sí o no?

Me dirás, Padre, pero yo soy muy limitado, soy pecador, ¿qué puedo hacer? Cuando el Señor nos llama no piensa en lo que somos, en lo que éramos, en lo que hemos hecho o de dejado de hacer. Al contrario: Él, en ese momento que nos llama, está mirando todo lo que podríamos dar, todo el amor que somos capaces de contagiar. Su apuesta siempre es al futuro, al mañana. Jesús te proyecta al horizonte, nunca al museo.

Por eso, amigos, hoy Jesús te invita, te llama a dejar tu huella en la vida, una huella que marque la historia, que marque tu historia y la historia de tantos. La vida de hoy nos dice que es mucho más fácil fijar la atención en lo que nos divide, en lo que nos separa. Pretenden hacernos creer que encerrarnos es la mejor manera para protegernos de lo que nos hace mal. Hoy los adultos necesitamos de ustedes, que nos enseñen como ahora hacen ustedes, a convivir en la diversidad, en el diálogo, en compartir la multiculturalidad, no como una amenaza sino, como una oportunidad y ustedes son una oportunidad para el futuro: tengan valentía para enseñarnos que es más fácil construir puentes que levantar muros. Necesitamos aprender esto.

Y todos juntos pidamos que nos exijan transitar por los caminos de la fraternidad. Que sean ustedes nuestros acusadores si elegimos la vida de los muros, de la enemistad, de la guerra. Construir puentes: ¿Saben cuál es el primer puente a construir? Un puente que podemos realizarlo aquí y ahora: estrecharnos la mano, darnos la mano. Anímense, hagan ahora, aquí, ese puente primordial, y dénse la mano, todos ustedes. Es el gran puente fraterno, el modelo.

Siempre está el riesgo de quedarse con la mano tendida, pero en la vida es necesario arriesgarse, quien no se arriesga no gana. Estrechen sus manos, gracias.

Y ojalá aprendan a hacerlo los grandes de este mundo... pero no para la fotografía, sino para seguir construyendo puentes más y más grandes. Que éste puente humano sea semilla de tantos otros; será una huella.

Hoy Jesús, que es el camino, a ti, a ti, a ti, te llama a dejar tu huella en la historia. Él, que es la vida, te invita a dejar una huella que llene de vida tu historia y la de tantos otros. Él, que es la verdad, te invita a desandar los caminos del desencuentro, la división y el sinsentido. ¿Te animas? ¿Qué responden ahora, quiero ver tus manos y tus pies al Señor, que es camino, verdad y vida?

Que el Señor bendiga sus sueños, gracias.

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El Papa rezó por la paz ante las reliquias de los dos sacerdotes polacos asesinados por Sendero Luminoso

Sacerdotes polacos, Michal Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski asesinados... ver más
Cracovia (Polonia) (AICA): El papa Francisco se salió del itinerario de su programa, esta tarde, poco antes de llegar al Campo de la Misericordia donde le esperaban cientos de miles de jóvenes para la vigilia de oración, en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud, para visitar la Iglesia de San Francisco, cercana al arzobispado de Cracovia, para rezar ante las reliquias de los dos sacerdotes polacos, Michal Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski asesinados en Perú por Sendero Luminoso en 1991, en la localidad de Pariacoto y que fueron beatificados por el papa Francisco el 5 de diciembre junto al sacerdote italiano Alessandro Dordi, de la diócesis de Bergamo.
El papa Francisco se salió del itinerario de su programa, esta tarde, poco antes de llegar al Campo de la Misericordia donde le esperaban cientos de miles de jóvenes para la vigilia de oración, en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud, para visitar la Iglesia de San Francisco, cercana al arzobispado de Cracovia, para rezar ante las reliquias de los dos sacerdotes polacos, Michal Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski asesinados en Perú por Sendero Luminoso en 1991, en la localidad de Pariacoto y que fueron beatificados por el papa Francisco el 5 de diciembre junto al sacerdote italiano Alessandro Dordi, de la diócesis de Bergamo.

El Santo Padre besó un relicario con las reliquias y estuvieron presentes algunos familiares de los sacerdotes mártires. El padre Stzalkowski tenía 33 años y el padre Tomaszek 31.

Junto a los franciscanos y los familiares el Papa rezó por la paz y la defensa de la violencia y del terrorismo.

“Venimos hoy a implorarte que ampares al mundo y a sus habitantes con la paz, alejando de él el destructivo oleaje del terrorismo, restaurando la amistad y derramando en los corazones de tus criaturas el don de la confianza y la prontitud para perdonar”, rezó Francisco.

Y rogó “por los heridos en los ataques terroristas: los niños y los jóvenes, las mujeres y los hombres, los ancianos, las personas inocentes y los que han sido agredidos por casualidad. Sana su cuerpo y el corazón, que se sientan fortalecidos por tu consuelo, aleja de ellos el odio y el deseo de la venganza”.

“Santo Espíritu Consolador, visita a las familias que lloran la pérdida de sus familiares, víctimas inocentes de la violencia y el terrorismo. Cúbreles con el manto de tu divina misericordia. Que encuentren en Ti la fuerza y el valor para continuar siendo hermanos y hermanas de los demás, especialmente de los extranjeros y los inmigrantes, testimoniando con su vida tu amor.

“Mueve los corazones de los terroristas para que reconozcan la maldad de sus acciones y vuelvan a la senda de la paz y el bien, el respeto por la vida y la dignidad de cada ser humano, independientemente de su religión, origen o status social”.

“Dios, Eterno Padre, escucha compasivo esta oración que se eleva hacia Ti entre el estruendo y la desesperación del mundo. Llenos de confianza en tu infinita Misericordia, confiando en la intercesión de tu Santísima Madre, fortalecidos con el ejemplo de los beatos mártires de Perú, Zbigniewa y Michała, que has convertido en valientes testigos del Evangelio hasta derramar su sangre, nos dirigimos a Ti con gran esperanza, suplicando el don de la paz y pidiendo que alejes de nosotros el látigo del terrorismo. Por Jesucristo, nuestro Señor Amén”.+

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Selfies y una confesión sobre el mate, en el almuerzo del Papa con doce jóvenes

Cracovia (Polonia) (AICA): El papa Francisco almorzó hoy en la sede del arzobispado de Cracovia con jóvenes de los cinco continentes, entre ellos dos polacos, que participan de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), con quien se sacó varias selfies, confesó que “se puede vivir sin mate” y confirmó que viajará en 2017 a Colombia. El pontífice también le aseguró a un joven brasileño que, para él, Lionel Messi es mejor que Diego Maradona y que Pelé.
El papa Francisco almorzó hoy en la sede del arzobispado de Cracovia con jóvenes de los cinco continentes, entre ellos dos polacos, que participan de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), con quien se sacó varias selfies, confesó que “se puede vivir sin mate” y confirmó que viajará en 2017 a Colombia.

"Bueno, a ver, quién habla español", rompió el hielo el pontífice frente a los jóvenes, con quienes habló en francés, italiano y alemán sobre temas de actualidad y pastorales.

"Se puede vivir sin el mate, sí, pero de vez en cuando acepto uno de un argentino que me ofrece", le dijo el Papa a Paula Mora Díaz, una colombiana de 32 años, según consigna la agencia Telam.

"A Colombia voy a ir el año que viene", le prometió mientras comían los clásicos "Pierogi" polacos (unos ravioles hervidos de carne).

El costarricense Marco Bulgarelli también le consultó si iría a su país, pero el Papa le dijo que deberá esperar, porque que tienen que ir “a Asia, a África, no voy a poder ir a Centroamérica el año que viene".

Los doce jóvenes compartieron el almuerzo con el Papa y junto con la coordinadora polaca Dorotea Abdelmoula y el arzobispo de Cracovia, cardenal Stanislaw Dziwisz.

Mientras comían la sopa de verduras polaca, el pontífice le dijo al brasileño-italiano José Pasternak que tenía "un estómago de hierro". El carioca le preguntó también le preguntó: "¿Es mejor Maradona o Pelé?", y el pontífice respondió, entre risas: "Para mí, Messi".

La neozelandesa Fatima Leung-Wai dijo a Telam que el Papa les dijo que a la hora de la confesión elige contar primero "el pecado más feo, el que me da más vergüenza".

Tras el postre y el café, luego de que varios de los jóvenes le entregaran pequeñas imágenes de la Virgen, llegó la sesión de selfies que "se tomó con mucha tranquilidad", recordó la colombiana.

Polonia, Ucrania, Vietnam, Canadá, Zimbabwe fueron otros de los países representados en el almuerzo del Papa con los jóvenes que participan de la JMJ en Cracovia.+

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Alepo (Siria) (AICA): Un grupo de jóvenes católicos se reunieron estos días en Alepo, Siria, para unirse espiritualmente a los participantes de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que preside el papa Francisco en Cracovia, Polonia. Alrededor de 1.200 de colegios y movimientos eclesiásticos están reunidos en la iglesia salesiana de Santa Matilde, y enviaron un videomensaje al Papa con el título “Mueve el corazón”, y en el que recuerdan el lema de la JMJ: ¨Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos recibirán la misericordia¨.
Un grupo de jóvenes católicos se reunieron estos días en Alepo, Siria, para unirse espiritualmente a los participantes de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que preside el papa Francisco en Cracovia, Polonia.

Alrededor de 1.200 de colegios y movimientos eclesiásticos están reunidos en la iglesia salesiana de Santa Matilde, y enviaron un videomensaje al Papa con el título “Mueve el corazón”, y en el que recuerdan el lema de la JMJ: "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos recibirán la misericordia".

“Hacer algo así en tiempos de guerra no es fácil, tuvimos muchos problemas, pero intentamos gestionarlos", dijo un sacerdote salesiano de nombre Pier.

Durante el encuentro en Alepo, los jóvenes tienen momentos de catequesis, adoración, reconciliación en la guerra, intercambios de experiencias y, oraciones por la paz en Siria y en todo el mundo.+

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Cracovia (Polonia) (AICA): En el cuarto día de su visita apostólica a Polonia, en ocasión de la XXXI Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), el Santo Padre llegó esta mañana al Santuario de la Divina Misericordia, en Cracovia. El pontífice cruzó la Puerta Santa del Templo y rezó ante la tumba de la vidente del Señor de la Divina Misericordia, santa Faustina Kowalska, patrona de esta JMJ. Seguidamente Francisco, confesó a siete jóvenes y un sacerdote, en español, italiano y francés. En el Libro de Honor, el Papa escribió en español: “Misericordia quiero y no sacrificio”.
En el cuarto día de su visita apostólica a Polonia, en ocasión de la XXXI Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), el Santo Padre llegó esta mañana al Santuario de la Divina Misericordia, en Cracovia.

Antes de llegar al Santuario el pontífice visitó la capilla del convento de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, y rezó ahí ante las reliquias de Santa Faustina Kowalska. Fue recibido por la superiora general y la superiora del convento de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia. Fuera lo esperaban unas 300 personas, entre ellos 80 chicas asistidas por la congregación religiosa, todos cantaban en español la conocida canción “alabaré”.

Una vez dentro de la capilla, el Papa se recogió unos minutos en oración silenciosa delante de la tumba de santa Faustina Kowalska, patrona de esta Jornada Mundial de la Juventud, canonizada el 30 de abril de 2000 por San Juan Pablo II. Sobre el altar de la capilla se encontraba una cruz de madreperla, un regalo del papa Francisco.

Culminada su oración ante las reliquias de la santa polaca, el Santo Padre rezó un Ave María junto a los presentes y firmó el Libro de Honor, escribiendo en español: “Misericordia quiero y no sacrificio” e invitó a los presentes a rezar juntos a la Virgen un Avemaría.

El convento de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia fue erigido a mediados del siglo XIX. Ahí vivió y falleció Santa Faustina. Entre 1999 y 2002 se construyó el nuevo Santuario de la Divina Misericordia, con una capacidad para 5.000 personas.

Desde ahí, el Santo Padre, en el papamóvil, recorrió unos metros y se dirigió al Santuario. Desde la terraza, saludó a los jóvenes reunidos en el “campo de la Misericordia” entre el santuario de la Divina Misericordia y el santuario dedicado a san Juan Pablo II. Antes de darles la bendición, les recordó que el Señor “nos quiere hacer hoy sentir más profundamente su gran misericordia”. Así, les ha pedido que nunca “nos alejemos de Jesús, aunque pensemos que por nuestros pecados o nuestras faltas somos los peor” y añadió que “así nos prefiere Él, así su misericordia se derrama”. Finalmente invitó a aprovechar este día “para recibir la misericordia de Jesús”. Y rezó un Avemaría.

El Santo Padre cruzó la Puerta de la Divina Misericordia del Santuario y seguidamente confesó a siete jóvenes y un sacerdote, en español, italiano y francés, convirtiéndose en el primer pontífice en confesar en el Santuario.

Una vez terminado de impartir el sacramento de la Reconciliación, el Santo Padre saludó y bendijo a un joven sacerdote en silla de ruedas y a un anciano invidente, recibió como regalo una imagen del Señor de la Divina Misericordia.

Concluida la visita, el Papa se dirigió al Santuario de San Juan Pablo II para celebrar la Misa con los sacerdotes, religiosos, religiosas, consagrados y seminaristas.

El Santuario de la Divina Misericordia
A mediados del siglo XIX se fundó, en la colina de Lagiewniki, en Cracovia, el convento de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia. Ahí vivió y falleció Santa Faustina Kowalska, a inicios del siglo XX.

Ahí se encuentra el actual Santuario de la Divina Misericordia, con un nuevo edificio construido entre 1999 y 2002, que tiene capacidad para 5.000 personas.

El diseño del nuevo templo se inspiró en los rayos del corazón de Jesús Misericordioso, cuya imagen se encuentra en el centro del presbiterio. Debajo del cuadro está el tabernáculo de oro en forma del globo terrestre.

El 17 de agosto de 2002 Juan Pablo II consagró la basílica durante su última peregrinación a su patria. En aquel momento también confió el mundo a la Divina Misericordia.

En la parte baja de la basílica está la capilla principal consagrada a Sor Faustina y las cuatro capillas laterales. A unos pocos metros de la parte de arriba del templo se encuentra una capilla de la Adoración Perpetua al Santísimo Sacramento. +

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“Sean escritores vivos del Evangelio” con obras de misericordia pidió el Papa al clero

El papa Francisco presidió este sábado en el Santuario de san Juan Pablo II, en Cracovia (Polonia) la misa con los sacerdotes, religiosos, consagrados y seminaristas polacos. Frente a los más de 100 obispos de diferentes países y 2.000 consagrados reunidos en el templo, el Santo Padre se preguntó: “¿Qué es lo que nos pide Jesús? Quiere corazones verdaderamente consagrados, que viven del perdón que recibieron de Él, para derramarlo con compasión sobre los hermanos. Jesús busca corazones abiertos y tiernos con los débiles, nunca duros; corazones dóciles y transparentes, que no disimulen ante los que tienen la misión en la Iglesia de orientar en el camino”, indicó.

En el cuarto día de su viaje apostólico a este país, con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud, el Santo Padre ha comenzado la jornada en el Santuario de la Divina Misericordia, donde rezó ante la tumba de santa Faustina Kowalska y confesó a varios jóvenes.

La misa ha sido celebrada en el santuario dedicado a su predecesor, que se sitúa a poca distancia del de la Divina Misericordia. En la iglesia de este moderno santuario dedicado al papa polaco, junto al altar, hay una reliquia de sangre de san Juan Pablo II contenida en una ampolla que le dieron los médicos del hospital Gemelli de Roma, al cardenal Stanislaw Dziwisz, su secretario. Entre los objetos se encuentran también la cruz pectoral del papa polaco y la túnica ensangrentada, que llevaba el 13 de mayo de 1981, día que sufrió el atentado.

Francisco reflexionó sobre el pasaje evangélico que narra la aparición de Jesús a los discípulos luego de su Resurrección. Los discípulos, recordó, estaban encerrados, pero Cristo “entra, se pone en medio y trae su paz, el Espíritu Santo y el perdón de los pecados: en una palabra, la misericordia de Dios”; y les dice que “como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”.

El Papa indicó que esto quiere decir que el Señor quiere una Iglesia en salida y que vaya al mundo “no como un poderoso, sino en forma de siervo” y que propague “el perdón y la paz de Dios”. “¿Cómo no sentir aquí el eco de la gran exhortación de san Juan Pablo II: ‘¡Abran las puertas!’?”, expresó.

Francisco reconoció que está la tentación “de quedarse un poco encerrados, por miedo o por comodidad, en nosotros mismos y en nuestros ámbitos. Pero la dirección que Jesús indica es de sentido único: salir de nosotros mismos. Es un viaje sin boleto de vuelta”.

También indicó que quien elige esta vida huye “de las situaciones gratificantes que lo pondrían en el centro, no se sube a los estrados vacilantes de los poderes del mundo y no se adapta a las comodidades que aflojan la evangelización”.

“Quien ha optado por configurar toda su existencia con Jesús ya no elige dónde estar, sino que va allá donde se le envía, dispuesto a responder a quien lo llama; tampoco dispone de su propio tiempo. La casa en la que reside no le pertenece, porque la Iglesia y el mundo son los espacios abiertos de su misión”, insistió.

Es más, “no pierde el tiempo en proyectar un futuro seguro y bien remunerado, para evitar el riesgo de convertirse en aislado y sombrío, encerrado entre las paredes angostas de un egoísmo sin esperanza y sin alegría”. “No se conforma con una vida mediocre”, “le gusta el riesgo y sale”, “siente el gusto de evangelizar”.

Francisco señaló que el pasaje evangélico también hace referencia al apóstol Tomás. “Este discípulo se nos asemeja un poco, y hasta nos resulta simpático. Sin saberlo, nos hace un gran regalo: nos acerca a Dios, porque Dios no se oculta a quien lo busca. Jesús le mostró sus llagas gloriosas, le hizo tocar con la mano la ternura infinita de Dios”, señaló.

En ese sentido, recordó que Jesús dijo a Santa Faustina Kowalska que quiere que lo busquen con una oración transparente, confiándole y encomendándole “las miserias, las dificultades y las resistencias”. “El corazón de Jesús se conquista con la apertura sincera”, afirmó el Papa.

Finalmente, el Santo Padre recordó que Juan narra en su Evangelio que “no están escritos muchos otros signos que hizo Jesús”. “Después del gran signo de su misericordia —podemos pensar—, ya no se ha necesitado añadir nada más. Pero queda todavía un desafío, queda espacio para los signos que podemos hacer nosotros, que hemos recibido el Espíritu del amor y estamos llamados a difundir la misericordia”.

“Se puede decir –indicó Francisco– que el Evangelio, libro vivo de la misericordia de Dios, que hay que leer y releer continuamente, todavía tiene al final páginas en blanco: es un libro abierto, que estamos llamados a escribir con el mismo estilo, es decir, realizando obras de misericordia”.

Por ello, “les pregunto: ¿Cómo están las páginas del libro de cada uno de ustedes? ¿Se escriben cada día? ¿Están escritas sólo en parte? ¿Están en blanco? Que la Madre de Dios nos ayude en ello: que ella, que ha acogido plenamente la Palabra de Dios en su vida, nos de la gracia de ser escritores vivos del Evangelio”, alentó.

Por su parte, al final de la Misa, el arzobispo de Cracovia y Delegado de la Conferencia Episcopal Polaca para el Clero, cardenal Stanislaw Dziwisz, agradeció al Papa por sus palabras y por la celebración Eucarística.

El purpurado destacó las numerosas vocaciones que tiene la Iglesia en Polonia y que le permite estar abierta “a las necesidades de otras Iglesias”. “Hoy un grupo numeroso de misioneros y misioneras polacos anuncian a Cristo en todos los continentes. De esta manera pagamos también la deuda por el bautismo recibido de nuestros antepasados hace 1050 años”, afirmó.

Además, recordó que durante el período comunista “los jóvenes polacos veían en la Iglesia el terreno en el cual podían servir a los hermanos y hermanas, anunciándoles, con la vida y la palabra, la verdad plena sobre Dios y el hombre”.

El también exsecretario de san Juan Pablo II afirmó que los sacerdotes y consagrados polacos “llevan el peso de los compromisos apostólicos buscando al mismo tiempo de dar un testimonio transparente del Evangelio. Buscamos de convertirnos continuamente a un estilo evangélico de vida y de servicio”, inspirándose también en el Papa polaco.

“Padre Santo, que nos refuerce tu bendición, para que podamos ser todavía más fieles a Cristo, a fin que podamos convertirnos siempre en mejor sal de la tierra y luz del mundo”, concluyó el Purpurado.

Al término de la Misa, el papa Francisco bendijo las reliquias de San Juan Pablo II, consistente en una ampolla con la sangre del santo polaco que le extrajeron en uno de sus últimos exámenes médicos antes de fallecer en el Policlínico Gemelli, en Roma (Italia).+

Homilía del Papa en el Santuario de la Divina Misericordia
El pasaje del Evangelio que hemos escuchado (cf. Jn 20,19-31) nos habla de un lugar, de un discípulo y un libro.

El lugar es la casa en la que estaban los discípulos al anochecer del día de la Pascua: de ella se dice sólo que sus puertas estaban cerradas (cf. v. 19). Ocho días más tarde, los discípulos estaban todavía en aquella casa, y sus puertas también estaban cerradas (cf. v. 26). Jesús entra, se pone en medio y trae su paz, el Espíritu Santo y el perdón de los pecados: en una palabra, la misericordia de Dios. En este local cerrado resuena fuerte el mensaje que Jesús dirige a los suyos: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo» (v. 21).

Jesús envía. Él desea desde el principio que la Iglesia esté de salida, que vaya al mundo. Y quiere que lo haga tal como él mismo lo ha hecho, como él ha sido mandado al mundo por el Padre: no como un poderoso, sino en forma de siervo (cf. Flp 2,7), no «a ser servido, sino a servir» (Mc 10,45) y llevar la Buena Nueva (cf. Lc 4,18); también los suyos son enviados así en todos los tiempos. Llama la atención el contraste: mientras que los discípulos cerraban las puertas por temor, Jesús los envía a una misión; quiere que abran las puertas y salgan a propagar el perdón y la paz de Dios con la fuerza del Espíritu Santo.

Esta llamada es también para nosotros. ¿Cómo no sentir aquí el eco de la gran exhortación de san Juan Pablo II: «¡Abran las puertas!»? No obstante, en nuestra vida como sacerdotes y personas consagradas, se puede tener con frecuencia la tentación de quedarse un poco encerrados, por miedo o por comodidad, en nosotros mismos y en nuestros ámbitos. Pero la dirección que Jesús indica es de sentido único: salir de nosotros mismos. Es un viaje sin billete de vuelta. Se trata de emprender un éxodo de nuestro yo, de perder la vida por él (cf. Mc 8,35), siguiendo el camino de la entrega de sí mismo. Por otro lado, a Jesús no le gustan los recorridos a mitad, las puertas entreabiertas, las vidas de doble vía. Pide ponerse en camino ligeros, salir renunciando a las propias seguridades, anclados únicamente en él.

En otras palabras, la vida de sus discípulos más cercanos, como estamos llamados a ser, está hecha de amor concreto, es decir, de servicio y disponibilidad; es una vida en la que no hay espacios cerrados ni propiedad privada para nuestras propias comodidades. Quien ha optado por configurar toda su existencia con Jesús ya no elige dónde estar, sino que va allá donde se le envía, dispuesto a responder a quien lo llama; tampoco dispone de su propio tiempo. La casa en la que reside no le pertenece, porque la Iglesia y el mundo son los espacios abiertos de su misión.

Su tesoro es poner al Señor en medio de la vida, sin buscar otra para él. Huye, pues, de las situaciones gratificantes que lo pondrían en el centro, no se sube a los estrados vacilantes de los poderes del mundo y no se adapta a las comodidades que aflojan la evangelización; no pierde el tiempo en proyectar un futuro seguro y bien remunerado, para evitar el riesgo convertirse en aislado y sombrío, encerrado entre las paredes angostas de un egoísmo sin esperanza y sin alegría. Contento con el Señor, no se conforma con una vida mediocre, sino que tiene un deseo ardiente de ser testigo y de llegar a los otros; le gusta el riesgo y sale, no forzado por caminos ya trazados, sino abierto y fiel a las rutas indicadas por el Espíritu: contrario al «ir tirando», siente el gusto de evangelizar.

En segundo lugar, aparece en el Evangelio de hoy la figura de Tomás, el único discípulo que se menciona. En su duda y su afán de entender —y también un poco terco—, este discípulo se nos asemeja un poco, y hasta nos resulta simpático. Sin saberlo, nos hace un gran regalo: nos acerca a Dios, porque Dios no se oculta a quien lo busca. Jesús le mostró sus llagas gloriosas, le hizo tocar con la mano la ternura infinita de Dios, los signos vivos de lo que ha sufrido por amor a los hombres.

Para nosotros, los discípulos, es muy importante poner nuestra humanidad en contacto con la carne del Señor, es decir, llevarle a él, con confianza y total sinceridad, hasta el fondo, lo que somos.

Jesús, como dijo a santa Faustina, se alegra de que hablemos de todo, no se cansa de nuestras vidas, que ya conoce; espera que la compartamos, incluso que le contemos cada día lo que nos ha pasado (cf. Diario, 6 septiembre 1937). Así se busca a Dios, con una oración que sea transparente y no se olvide de confiar y encomendar las miserias, las dificultades y las resistencias. El corazón de Jesús se conquista con la apertura sincera, con los corazones que saben reconocer y llorar las propias debilidades, confiados en que precisamente allí actuará la divina misericordia. ¿Qué es lo que nos pide Jesús? Quiere corazones verdaderamente consagrados, que viven del perdón que han recibido de él, para derramarlo con compasión sobre los hermanos.

Jesús busca corazones abiertos y tiernos con los débiles, nunca duros; corazones dóciles y transparentes, que no disimulen ante los que tienen la misión en la Iglesia de orientar en el camino. El discípulo no rechaza hacerse preguntas, tiene la valentía de sentir la duda y de llevarla al Señor, a los formadores y a los superiores, sin cálculos ni reticencias. El discípulo fiel lleva a cabo un discernimiento atento y constante, sabiendo que cada día hay que educar el corazón, a partir de los afectos, para huir de toda doblez en las actitudes y en la vida.

El apóstol Tomás, al final de su búsqueda apasionada, no sólo ha llegado a creer en la resurrección, sino que ha encontrado en Jesús lo más importante de la vida, a su Señor; le dijo: «Señor mío y Dios mío» (v. 28). Nos hará bien rezar cada día estas palabras espléndidas, para decirle: «Eres mi único bien, la ruta de mi camino, el corazón de mi vida, mi todo.

En el último versículo que hemos escuchado, se habla, en fin, de un libro: es el Evangelio, en el que no están escritos muchos otros signos que hizo Jesús (v. 30). Después del gran signo de su misericordia —podemos pensar—, ya no se ha necesitado añadir nada más. Pero queda todavía un desafío, queda espacio para los signos que podemos hacer nosotros, que hemos recibido el Espíritu del amor y estamos llamados a difundir la misericordia. Se puede decir que el Evangelio, libro vivo de la misericordia de Dios, que hay que leer y releer continuamente, todavía tiene al final páginas en blanco: es un libro abierto, que estamos llamados a escribir con el mismo estilo, es decir, realizando obras de misericordia.

Les pregunto: ¿Cómo están las páginas del libro de cada uno de vosotros? ¿Se escriben cada día? ¿Están escritas sólo en parte? ¿Están en blanco? Que la Madre de Dios nos ayude en ello: que ella, que ha acogido plenamente la Palabra de Dios en su vida (cf. Lc 8,20-21), nos de la gracia de ser escritores vivos del Evangelio; que nuestra Madre de misericordia nos enseñe a curar concretamente las llagas de Jesús en nuestros hermanos y hermanas necesitados, de los cercanos y de los lejanos, del enfermo y del emigrante, porque sirviendo a quien sufre se honra a la carne de Cristo. Que la Virgen María nos ayude a entregarnos hasta el final por el bien de los fieles que se nos han confiado y a sostenernos los unos a los otros, como verdaderos hermanos y hermanas en la comunión de la Iglesia, nuestra santa Madre.

Queridos hermanos y hermanas, cada uno de nosotros guarda en el corazón una página personalísima del libro de la misericordia de Dios: es la historia de nuestra llamada, la voz del amor que atrajo y transformó nuestra vida, llevándonos a dejar todo por su palabra y a seguirlo (cf. Lc 5,11).

Reavivemos hoy, con gratitud, la memoria de su llamada, más fuerte que toda resistencia y cansancio.

Demos gracias al Señor continuando con la celebración eucarística, centro de nuestra vida, porque ha entrado en nuestras puertas cerradas con su misericordia; porque nos da la gracia de seguir escribiendo su Evangelio de amor.+

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