abril 2017

Ciudad del Vaticano (AICA): El papa Francisco exhortó hoy a los miembros de la Acción Católica Italiana (ACI) a hacer política ¨con mayúscula¨ y les pidió que ¨no se miren al espejo, muchos somos feos, es mejor no mirarse! No sentarse en la silla: esto engorda y hace mal para el colesterol¨. El pontífice saludó a los socios de esa institución laical que comenzó a celebrar sus 150 años de existencia, y recordó que su abuela y su padre fueron miembros de la Acción Católica Argentina.
El papa Francisco exhortó hoy a los miembros de la Acción Católica Italiana (ACI) a hacer política "con mayúscula" y les pidió que "no se miren al espejo, muchos somos feos, es mejor no mirarse! No sentarse en la silla: esto engorda y hace mal para el colesterol".

El pontífice saludó a los miles de fieles congregados en la plaza San Pedro, entre ellos a 100.000 socios de la ACI, que comenzó con las celebraciones por los 150 años de la institución, que proseguirán hasta el 2018.

"Métanse en política, pero por favor en la política grande, política con mayúscula", sostuvo, y agregó: "Como sucedió en estos 150 años, se siente fuerte dentro de ustedes la responsabilidad de lanzar la semilla buena del Evangelio en la vida del mundo, a través del servicio de la caridad, el compromiso político, la pasión y la participación cultural".

Francisco los alentó a “seguir siendo un pueblo de discípulos-misioneros que viven y testimonian la alegría de saber que el Señor nos ama con un amor infinito, y que junto a Él aman profundamente la historia en la cual habitamos".

Tras recordar que su abuela y su padre fueron miembros de la Acción Católica en la Argentina, afirmó: "Queridos socios de la Acción Católica cada iniciativa de ustedes, cada respuesta, cada camino, sea una experiencia misionera, destinada a la evangelización, no a la autoconservación. Su pertenencia a la diócesis y a la parroquia se encarnen en los caminos de las ciudades, de los barrios y de los países".+

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Mons. Lozano: Por siglos la doctrina respondió al interrogante “El dinero, ¿manda o sirve?”

San Juan (AICA): El arzobispo coadjutor de San Juan de Cuyo, monseñor Jorge Lozano, consideró que la fiesta litúrgica de San José Obrero, que se celebra el 1º de mayo, es “una excelente oportunidad para reflexionar acerca del trabajo y la dignidad que implica”. En este sentido, citó las enseñanzas sociales de los últimos papas y afirmó que “el capital debe estar orientado al generar fuentes de trabajo”. “Uno de los males de nuestro tiempo es el crecimiento del dinero volcado al circuito financiero en desmedro de la inversión productiva que genera empleos”, advirtió.
El arzobispo coadjutor de San Juan de Cuyo y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, monseñor Jorge Lozano, consideró que el Día de los Trabajadores y la fiesta litúrgica de San José Obrero, que se celebran el 1º de mayo, es “una excelente oportunidad para reflexionar acerca del trabajo y la dignidad que implica”.

El prelado afirmó que en la Biblia hay muchas menciones al trabajo, por eso los papas y las asambleas de obispos hablan “tanto acerca del respeto a la dignidad de la persona humana y el trabajo”.

Asimismo, citó advertencias sobre la explotación laboral hechas en 1891 por el papa León XII en la encíclica social Rerum novarum o sobre el principio de la prioridad del trabajo frente al capital formuladas por San Juan Pablo II.

”Tal vez lo que digo pueda molestar a algunos, pero varias veces me ha llamado la atención la doble medida que usamos para las cuestiones morales, o lo que algunos llaman ética de doble estándar. En la moral sexual hay miradas inflexibles de todo o nada, sin la posibilidad de contemplar procesos de crecimiento. En la moral social, en cambio, somos compresivos y tolerantes, conformándonos con lo que se puede”, advirtió.

El arzobispo hizo notar que no hizo mención al papa Francisco y reconoció que lo hizo “a propósito” y para destacar que “las afirmaciones doctrinales en materia social son patrimonio de siglos, y los papas enseñan sobre estos temas en forma sistemática desde 1891, cuestión que muchos callan unas veces por ignorancia, y otras con algo de malicia”.

“La distribución justa de los frutos de la tierra y el trabajo humano no es mera filantropía. Es un deber moral. Para los cristianos, la carga es aún más fuerte: es un mandamiento. Se trata de devolverles a los pobres y a los pueblos lo que les pertenece. El destino universal de los bienes no es un adorno discursivo de la doctrina social de la Iglesia. Es una realidad anterior a la propiedad privada. La propiedad, muy en especial cuando afecta los recursos naturales, debe estar siempre en función de las necesidades de los pueblos. Y estas necesidades no se limitan al consumo. No basta con dejar caer algunas gotas cuando los pobres agitan esa copa que nunca derrama por sí sola. Los planes asistenciales que atienden ciertas urgencias sólo deberían pensarse como respuestas pasajeras, coyunturales. Nunca podrían sustituir la verdadera inclusión: esa que da el trabajo digno, libre, creativo, participativo y solidario”, sostuvo citando parte del mensaje del pontífice en el encuentro de movimientos populares realizado el 9 de julio del 2015.

Monseñor Lozano aseguró que “el capital debe estar orientado al generar fuentes de trabajo. Uno de los males de nuestro tiempo es el crecimiento del dinero volcado al circuito financiero en desmedro de la inversión productiva que genera empleos”, y destacó que “Francisco también ha tenido palabras de aliento a los empresarios destacando su vocación creativa y emprendedora”

“Dentro de un par de semanas voy a comentar más sobre este tema, y algunos desafíos que nos presenta el trabajo no registrado, la tecnología, la robótica y otras cuestiones vinculadas al mundo del trabajo”, adelantó.

“En Noviembre de 2013, en su primera exhortación apostólica el papa Francisco contestó el interrogante del título de esta nota, al afirmar: ‘¡El dinero debe servir y no gobernar!’”, concluyó.+

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El Papa en el vuelo desde Egipto: “Todo lo que se puede hacer por Venezuela hay que hacerlo”

El papa Francisco concedió una conferencia de prensa a los periodistas que lo acompañaron en el vuelo de regreso de El Cairo a Roma, tras el viaje apostólico de dos días en Egipto.

En la charla con la prensa, el pontífice abordó diversos temas, entre ellas reclamó una solución diplomática al conflicto con Corea del Norte, advirtió sobre los populismos demagógicos en Europa y consideró que un nuevo intento del Vaticano de facilitar el diálogo político en Venezuela, debe producirse bajo “condiciones muy claras”.

Asimismo, hizo un balance de su visita a Egipto, habló de la importancia de la unidad de los cristianos, se refirió a la situación de los refugiados y respondió a la pregunta si iba a recibir al presidente estadounidense Donald Trump.

“Hubo una intervención de la Santa Sede bajo pedido fuerte de los cuatro Presidentes que estaban trabajando como facilitadores. Y la cosa no resultó. Y quedó ahí”, reconoció y agregó: “Sé que ahora están insistiendo, no sé bien de dónde, creo que de los cuatro presidentes, para relanzar esta facilitación y están buscando el lugar. Yo creo que tiene que ser con condiciones ya, condiciones muy claras”.

“Todo lo que se puede hacer por Venezuela hay que hacerlo, pero con las garantías necesarias. Si no, jugamos al pin-pin pirulero y no va la cosa", sostuvo.

En relación a la situación tensa entre Estados Unidos y Corea del Norte, Francisco respondió: “Yo llamo siempre a resolver los problemas por el camino de la vía diplomática, de la negociación. Porque el futuro de la humanidad, hoy una guerra alargada destruye, no digo la mitad de la humanidad, pero una buena parte de la humanidad y de la cultura, todo, todo. Sería terrible. Creo que hoy la humanidad no es capaz de soportarlo”.

Texto de la rueda de prensa

Greg Burke (Director de la Sala de Prensa del Vaticano): Aquí hay periodistas que hacen el viaje por primera vez y también quienes llevan ya casi cien viajes, o más de cien creo. No sé si usted -se dirige al Papa- sabe cuántos viajes internacionales ha hecho.

Papa Francisco: 18

Greg Burke: Ah,18. ¡Bien! Los 19 están a la vuelta de la esquina, así que también usted tiene un buen número de viajes papales ahora. Gracias por este momento, que es siempre un momento fuerte para nosotros. Comenzamos con el grupo italiano. Paolo Rodari, bueno, no sé si usted quiere decir primero algo.

Papa Francisco: Sí. Buenas tardes. Les doy las gracias por el trabajo, porque han sido 27 horas, creo, de mucho trabajo. Muchas gracias por todo lo que han hecho. Estoy a vuestra disposición.

Paolo Rodari (Diario italiano La Repubblica): Quiero preguntarle sobre el propósito del encuentro con el Presidente (egipcio) Al Sisi. ¿De qué han hablado? ¿Se ha tratado el tema de los derechos humanos? Y más concretamente, ¿han hablado del caso de Giulio Regeni?

(ndt: Regeni era un italiano de 28 años que estaba estudiando un doctorado, que fue torturado y asesinado en El Cairo en enero de 2016, un caso por el que el gobierno de Egipto ha recibido diversas acusaciones porque aún no ha sido dilucidado).

Papa Francisco: Sobre esto, voy a dar una respuesta general para luego llegar a lo particular. Generalmente, cuando estoy con un jefe de estado en diálogo privado, eso permanece en privado, a menos que, en acuerdo, digamos ‘este punto lo haremos público’. He mantenido 4 diálogos privados allá: con el gran imán de Al Azhar, con Al Sisi, con el Patriarca Tawadros y con el Patriarca Ibrahim. Creo que deben mantenerse en privado. Por respeto, se deben mantener reservados.

Sobre la pregunta de Regeni yo estoy preocupado. Desde la Santa Sede me han movido en este tema, porque los padres también me lo han pedido, la Santa Sede se ha movido. No diré cómo ni dónde, pero la Santa Sede se ha movido.

Darío Menor de Correo español: Ayer usted dijo que la paz, la prosperidad y el desarrollo merecen cada sacrificio, y luego ha subrayado el respeto a los derechos inalienables del hombre. ¿Significa esto un respaldo al gobierno egipcio, un reconocimiento de su papel en Oriente Medio como, por ejemplo, la defensa de los cristianos, a pesar de la falta de garantías democráticas de este gobierno?

Papa Francisco: No. Se deben interpretar literalmente como valores en sí mismos. Dije aquello de que defender la paz, defender la armonía de los pueblos, defender la igualdad de los ciudadanos, sea cual sea la religión que profesan, son valores. Yo hablé de los valores. Si un gobernante defiende uno o defiende el otro, ese es otro problema. He hecho 18 visitas. En cada uno de los países he escuchado: ‘El Papa respalda a aquel Gobierno’, porque siempre un gobierno tiene sus debilidades o tiene sus adversarios políticos que dicen unas cosas u otras. Yo no me inmiscuyo. Yo hablo de los valores, y que cada uno vea y juzgue si este gobierno, este Estado o aquel otro, llevan adelante esos valores.

Darío Menor: ¿Le ha faltado visitar las pirámides?

Papa Francisco: Pero, ¿tú sabes que hoy a las seis de la mañana mis dos asistentes acudieron a visitar las pirámides?

Darío Menor: ¿Pero le habría gustado ir con ellos?
Papa Francisco: Sí.

Greg Burke: Si podemos continuar sobre el tema del viaje… ¿A quién le toca? Virginie Viva del grupo francés Europe One.

Virginie: Santo Padre, una pregunta quizás partiendo del viaje para llegar hasta Francia, si acepta. Usted ha hablado en al Azhar, en la universidad, de los populismos demagógicos. Los católicos franceses en este momento son tentados por el voto populista o por el extremo, están divididos y desorientados. ¿Cuáles pueden ser los elementos de discernimiento que usted podría dar a estos electores católicos?

Papa Francisco: Muy bien. Hay una dimensión de los “populismos” –entre comillas porque ustedes saben que esta palabra la he tenido que volver a aprender en Europa, porque en América Latina tiene otro significado–. Está el problema de Europa y de la Unión Europea detrás. Lo que he dicho sobre Europa no lo voy a repetir aquí, pero creo que sobre eso he hablado cuatro veces: dos en Estrasburgo, uno en el Premio Carlomagno y en el comienzo de la conmemoración del sexagésimo (el 60 aniversario de los Tratados de Roma con los que se creó la Unión Europea). Ahí está todo lo que he dicho sobre Europa.

Cada país es libre de hacer las elecciones que crea convenientes frente a esto. Yo no puedo juzgar si esta decisión la hace por este motivo, o por este otro, porque no conozco la política interna. Es verdad que Europa está en peligro de desunión. ¡Esto es verdad! Lo he dicho suavemente en Estrasburgo, lo he dicho más fuertemente en el Carlomagno, y últimamente sin matices.

Tenemos que meditar sobre eso. La Europa que va desde el Atlántico a los Urales… Hay un problema que asusta en Europa y quizás lo alimenta: el problema de la inmigración. Esto es verdad. Pero no olvidemos que Europa ha sido hecha por los inmigrantes. Siglos y siglos de inmigrantes… Somos nosotros. Pero, es un problema que se debe estudiar bien, también respetar las opiniones, pero las opiniones honestas que una discusión política –con la mayúscula, grande, con la gran Política no con la pequeña política de un país que al final termina cayendo.

Sobre Francia yo digo la verdad, no entiendo la política interna francesa. No la entiendo. He buscado tener buenas relaciones, también con el presidente actual, con el cual hubo un conflicto una vez, pero después pude hablar claramente las cosas. Respetando su opinión.

De los candidatos políticos, no sé la historia, no sé de dónde vienen, ni tampoco –sí sé que uno de ellos representa a la derecha fuerte, pero el otro de verdad no se donde viene– por eso no puedo dar una opinión clara sobre Francia.

Pero hablando de los católicos. Aquí, en una de las reuniones, mientras saludaba gente, uno me ha dicho: ‘¿Pero por qué no piensa en la política a lo grande?’ ¿Qué quiere decir? Bien, me lo ha dicho como pidiendo ayuda. ‘Hacer un partido para los católicos’. Este señor es bueno, pero vive en el siglo pasado. Por eso, los populismos tienen relación con los inmigrantes, pero esto no tiene nada que ver con el viaje. Si hay tiempo después puedo volver sobre este asunto.

Corresponsal de TASS: Santo Padre, le agradezco antes de nada su bendición. Usted me ha bendecido, yo me puse de rodillas un minuto antes aquí delante. Soy ortodoxa, y no veo ninguna contradicción. En resumen, quería preguntarle: ¿Cuáles son las perspectivas de las relaciones con los ortodoxos, obviamente rusos, pero también ayer en la declaración común el Patriarca copto, la fecha en común de la Pascua y que hablan del reconocimiento del bautismo… ¿dónde estamos en este momento? ¿Cómo valora Usted las relaciones entre el Vaticano y Rusia como estado, también a la luz de la defensa de los valores de los cristianos en Oriente Medio y sobre todo en Siria? Gracias.

Greg Burke: Esta es Vera Sherbokova, de la agencia TASS, la agencia rusa.

Papa Francisco: ¡Cristo ha resucitado! Yo con los ortodoxos siempre he tenido una gran amistad, desde Buenos Aires. Por ejemplo, cada 6 de enero iba a vísperas, a las lecturas completas, a la catedral vuestra del Patriarca Platón que ahora está de arzobispo en una zona de Ucrania, ¿no? Y él –dos horas y cuarenta (minutos) de oración en una lengua que no entiendo, pero se podía rezar bien… y después la cena con la comunidad, 300 personas, una cena en la víspera de Navidad, no la cena de Navidad, todavía no se podían comer lácteos ni carne, pero era una hermosa cena, y después la tómbola, la lotería… amistad.

También los otros ortodoxos, también algunas veces tenían necesidad de ayuda legal, venían a la curia católica, porque son una comunidad pequeña, e iban a los abogados, entraban, salían… pero siempre he tenido una relación filial, de hermanos, ¡Somos Iglesias hermanas!

Con Tawadros II tengo una amistad especial, para mí es un gran hombre de Dios. Y Tawadros es un Patriarca, un Papa que llevará la Iglesia adelante, el nombre de Jesús adelante, tiene un celo apostólico grande.

Él es uno de los más -permítanme la palabra, entre comillas– “fanáticos” por encontrar la fecha fija de la Pascua. También yo. Buscamos el modo. Pero él dice: ¡Hagámoslo! Es un hombre de Dios. Es un hombre que cuando era obispo, lejos de Egipto, iba a dar de comer a los discapacitados, un hombre que ha sido enviado a una diócesis con cinco iglesias y ha dejado 25. No sé cuántas familias cristianas con el celo apostólico. Después tú sabes cómo se hace la elección entre ellos… se buscan tres, y después se ponen los nombres en una bolsa. Se llama a un niño, se le tapan los ojos y el niño elige un nombre. El Señor está ahí, y claramente es un gran Patriarca.

La unidad del bautismo va adelante. La culpa del bautismo es algo histórico, porque en los primeros concilios era el mismo, después como los cristianos coptos bautizaban a los niños en los santuarios, cuando querían casarse venían a nosotros, se casaban con una católica, le pedían la fe, no la tenían y se hacía el bautismo bajo condición… ha comenzado con nosotros, no con ellos, pero la puerta se ha abierto ahora, y estamos en un buen camino para superar este problema, la puerta. En la Declaración Común, el penúltimo párrafo habla de esto.

Los ortodoxos rusos reconocen nuestro bautismo y yo reconozco su bautismo. Era muy amigo siendo obispo en Buenos Aires, también con los georgianos por ejemplo. Pero el Patriarca de los Georgianos es un hombre de Dios, Ilia II, ¡es un místico! Nosotros los católicos tenemos que aprender también de esta tradición mística de las Iglesias ortodoxas.

En este viaje hemos hecho este encuentro ecuménico, estaba el Patriarca Bartolomé también, estaba el obispo greco ortodoxo, y después estaban otros cristianos –anglicanos, también el secretario de la Unión de las Iglesias de Ginebra– pero todo lo que hace el ecumenismo está en camino.

El ecumenismo se hace en camino, con las obras de la caridad, con las obras de ayudar, hacer las cosas juntos cuando se pueden hacer juntos ¡No existe un ecumenismo estático! Es verdad que los teólogos deben estudiar, y ponerse de acuerdo, pero esto no será posible que termine bien si no se camina.

¿Qué podemos hacer ahora? Hacemos cosas que podemos hacer juntos: Orar juntos, trabajar juntos, hacer las obras de caridad juntos… pero juntos. E ir hacia adelante. Las relaciones con el Patriarca Kirill son buenas, son buenas también con el Arzobispo Metropolita Hilarión, que ha venido varias veces a hablar conmigo y tenemos una buena relación.

Greg Burke: Ha preguntado sobre el Estado…

Papa Francisco: ¡Ah, con el Estado! Yo sé que el estado habla de esto, de la defensa de los cristianos en Oriente Medio, esto lo sé y creo que es una cosa buena luchar y hablar contra la persecución. Hoy hay más mártires que en los primeros siglos, sobre todo en Oriente Medio.

Greg Burke: Phil Pulella… esta pregunta hablará del viaje, después veremos dónde termina.

Phil Pulella (Reuters): Yo, si puedo, quiero hablar de otra cosa, si me permite. Parto del viaje para satisfacer a Greg. Usted ha hablado en su primer discurso del peligro de las acciones unilaterales, y que todos deben ser constructores de la paz, en el primer discurso de ayer. Ahora ha hablado mucho de la tercera guerra mundial en pedazos, pero parece que hoy ese miedo y ansia está concentrada en lo que está ocurriendo en Corea del Norte.

Papa Francisco: Sí, es el lugar donde se concentra.

Pulella: Exacto, es el punto en el que se concentra. El Presidente Trump ha mandado una flota militar a lo largo de la costa de Corea del Norte, el líder de Corea del Norte ha amenazado con bombardear Corea del Sur, Japón, incluso los Estados Unidos si consiguen construir misiles de largo alcance. La gente tiene miedo y se está hablando de la posibilidad de una guerra nuclear como si nada. Usted, si ve al presidente Trump pero también a otras personas, ¿qué diría a estos líderes que tienen la responsabilidad del futuro de la humanidad?, porque estamos en un momento bastante crítico.

Papa Francisco: Pero yo les llamo, les llamo y les llamaré como les he llamado a los líderes en diversos puestos para trabajar en la resolución de los problemas en el camino de la diplomacia, y tenemos a los facilitadores, tantos en el mundo. Hay mediadores que se ofrecen, hay países como Noruega, por ejemplo, nadie puede acusar a Noruega de ser un país dictatorial, y siempre está dispuesto a ayudar, a dar ejemplo, pero ahí hay tantos

El camino es el camino de la negociación, el camino de la solución diplomática. Esta guerra mundial a pedazos, de la cual vengo hablando desde hace más o menos dos años, es a pedazos, pero los pedazos se están estirando, se están concentrando, se están concentrando en puntos que ya estaban calientes, porque esto de los misiles de Corea viene de un año largo que se está preparando, pero ahora parece que la cosa se ha calentado mucho.

Yo llamo siempre a resolver los problemas por el camino de la vía diplomática, de la negociación. Porque el futuro de la humanidad, hoy una guerra alargada destruye, no digo la mitad de la humanidad, pero una buena parte de la humanidad y de la cultura, todo, todo. Sería terrible. Creo que hoy la humanidad no es capaz de soportarlo.

Esperemos que aquellos países que están sufriendo una guerra interna, dentro de ellos, donde se están produciendo fuego de guerra, en Oriente Medio, por ejemplo, pero también en África, o en Yemen. ¡Parémoslos! ¡Busquemos una solución diplomática! Y en eso creo que las Naciones Unidas tienen el deber de reprender un poco a su liderazgo, porque se ha aguado un poco.

Pulella: ¿Desea encontrarse con el Presidente Trump cuando venga a Europa? ¿Se le ha formulado una petición para este encuentro?

Papa Francisco: No se me ha informado desde la Secretaría de Estado de que haya una petición en se sentido, pero yo recibo a todos los Jefes de Estado que soliciten una audiencia.

Greg Burke: Creo que las preguntas sobre el viaje ya han terminado. Se puede hacer aún otra, luego podemos ir a cenar a las seis y media… Ahí Antonio Pelayo, de Antena 3, que usted conoce.

Antonio Pelayo: Bien Gracias. Santo Padre, la situación en Venezuela ha degenerado últimamente de modo muy grave y ha habido muchas muertes. Quisiera preguntarle si la Santa Sede y usted personalmente piensan relanzar esa acción, esa intervención pacificadora y qué formas podría asumir esa acción.

Papa Francisco: Hubo una intervención de la Santa Sede bajo pedido fuerte de los cuatro Presidentes que estaban trabajando como facilitadores. Y la cosa no resultó. Y quedó ahí.

No resultó porque las propuestas no eran aceptadas, o se diluían, era un sí-sí, pero no-no. Todos conocemos la difícil situación de Venezuela, que es un país al que yo quiero mucho. Y sé que ahora están insistiendo, no sé bien de dónde, creo que de los cuatro presidentes, para relanzar esta facilitación y están buscando el lugar. Yo creo que tiene que ser con condiciones ya, condiciones muy claras. Parte de la oposición no quiere esto. Es curioso, la misma oposición está dividida, y por otro lado parece que lo conflictos se agudizan cada vez más. Pero hay algo en movimiento. Estuve informado de eso, pero está muy en el aire todavía. Pero, todo lo que se puede hacer por Venezuela hay que hacerlo, con las garantías necesarias, sino jugamos al “tin tin pirulero”, y no va la cosa.

Greg Burke: Gracias Santo Padre.

Corresponsal alemán: Usted, hace algún día, ha hablado del tema de los refugiados en Grecia, en Lesbos, y usó esa expresión de “campo de concentración” porque había mucha gente. Pero para nosotros, los alemanes, esa expresión, obviamente, es muy grave, es muy cercana al “campo de exterminio”. Hay gente que dice que se trató de un lapsus lingüístico. ¿Qué quiso usted decir?

Papa Francisco: Deben leer bien todo lo que dije. Dije que los más generosos de Europa eran Italia y Grecia. Es cierto. Son los más cercanos a Libia, a Siria. De Alemania siempre he admirado su capacidad de integración. Cuando yo estudiaba allí, había muchos turcos integrados en Frankfurt. Integrados, y hacían una vida normal.

No fue un lapsus lingüe: hay campos de concentración, perdón, campos de refugiados que son verdaderos campos de concentración. Hay alguno quizás en Italia, quizás en otra parte…, en Alemania no, seguro…, pero usted piense qué hace la gente encerrada en un campo del que no puede salir. Usted piense qué ha sucedido en el norte de Europa cuando querían cruzar el mar para ir a Inglaterra. Estaban encerrados dentro.

Me ha hecho reír, y es un poco la cultura italiana, me ha hecho reír lo que ocurrió en un campo de refugiados en Sicilia. Me lo contó el delegado de Acción Católica, uno de los delegados de la diócesis de Agrigento. Hay uno o dos en la zona, no sé en qué diócesis. El jefe de esa ciudad, donde se encuentra el campo, habló con la gente del campo de refugiados y les dijo: vosotros, aquí dentro, tendréis problemas de salud mental, debéis salir, pero por favor, no hagáis cosas malas. Nosotros no podemos abrir la puerta, pero hacemos un agujero por la zona de atrás, salís, os dais un bonito paseo y, por lo que han contado los habitantes de aquel pueblo, que contaron cosas buenas, no se ha producido delincuencia, criminalidad. El solo hecho de estar encerrados sin haber hecho nada es un lager (campo de concentración, en alemán) pero no tiene nada que ver con Alemania.

Greg Burke: Gracias a Usted Santo Padre.

Papa Francisco: Gracias a ustedes por el trabajo que hacen y que ayuda a mucha gente. Ustedes no saben el bien que pueden hacer con sus crónicas, con sus artículos, con sus pensamientos.

Tenemos que ayudar a la gente y ayudar también a la comunicación, para que la comunicación, también la prensa, nos lleve a cosas buenas, y no nos lleve a desorientaciones que no nos ayudan. ¡Muchas gracias! ¡Y buena cena! ¡Recen por mí!+ (Aciprensa)

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El Papa a religiosos egipcios: Siete tentaciones de la vida consagrada y cómo derrotarlas

El Cairo (Egipto) (AICA): Antes de concluir su viaje por Egipto, el papa Francisco se reunió en el con sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas en el seminario Al-Maadi. Luego de orar con ellos, el Papa les dirigió un discurso en el que detalló siete tentaciones que pueden asaltar a la persona consagrada y cómo derrotarlas.
En el marco del 18° viaje apostólico internacional del Santo Padre a Egipto, el papa Francisco se reunió con sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas para orar con a ellos en el seminario Al-Maadi.

Luego de un momento de oración, el papa Francisco les dirigió un discurso en el que les pidió a los religiosos -en medio de tantos motivos para desanimarse, de numerosos profetas de destrucción y de condena, de tantas voces negativas y desesperadas- que “sean la luz y la sal de esta sociedad, la locomotora que empuja el tren hacia adelante, llevándolo hacia la meta, sed sembradores de esperanza, constructores de puentes y artífices de diálogo y de concordia”.

El Papa afirmó que esto es posible si la persona consagrada “no cede a las tentaciones que encuentra cada día en su camino”, por lo que detalló siete tipos de tentaciones en la vida religiosa y explicó cómo derrotarlas:

Primero, la tentación de dejarse arrastrar y no guiar. “El Buen Pastor tiene el deber de guiar a su grey, de conducirla hacia verdes prados y a las fuentes de agua. Está siempre lleno de iniciativas y creatividad, como una fuente que sigue brotando incluso cuando está seca”, dijo Francisco. “Sabe dar siempre una caricia de consuelo, aun cuando su corazón está roto. Saber ser padre cuando los hijos lo tratan con gratitud, pero sobre todo cuando no son agradecidos”, pidió.

En segundo lugar, la tentación de quejarse continuamente. “Es fácil culpar siempre a los demás: por las carencias de los superiores, las condiciones eclesiásticas o sociales, por las pocas posibilidades. Sin embargo, el consagrado es aquel que con la unción del Espíritu transforma cada obstáculo en una oportunidad, y no cada dificultad en una excusa”, aseveró.

Tercero, el Papa señaló “la tentación de la murmuración y de la envidia”. El peligro es grave cuando el consagrado, en lugar de ayudar a los pequeños a crecer y de regocijarse con el éxito de sus hermanos y hermanas, se deja dominar por la envidia y se convierte en uno que hiere a los demás con la murmuración. Cuando, en lugar de esforzarse en crecer, se pone a destruir a los que están creciendo, y cuando en lugar de seguir los buenos ejemplos, los juzga y les quita su valor. “La envidia es un cáncer que destruye en poco tiempo cualquier organismo: ‘Un reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir’”, recordó Francisco.

Compararse con los demás”, como la cuarta tentación. “La riqueza se encuentra en la diversidad y en la unicidad de cada uno de nosotros”, aseguró el Sumo Pontífice e invitó a aprender de los santos Pedro y Pablo a vivir la diversidad de caracteres, carismas y opiniones en la escucha y docilidad al Espíritu Santo”. Quinto, la tentación del “faraonismo”, es decir, “de endurecer el corazón y cerrarlo al Señor y a los demás”. El papa Francisco señaló que “el antídoto a este veneno es: ‘Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos’”.

En sexto lugar, el Papa denunció “la tentación del individualismo”. Es la tentación de los egoístas que por el camino pierden la meta y, en vez de pensar en los demás, piensan sólo en sí mismos, sin experimentar ningún tipo de vergüenza, más bien al contrario, se justifican. “La Iglesia es la comunidad de los fieles, el cuerpo de Cristo, donde la salvación de un miembro está vinculada a la santidad de todos. El individualista es, en cambio, motivo de escándalo y de conflicto”, aseveró Francisco.

Por último, el Santo Padre describió la tentación de caminar sin rumbo y sin meta. “El consagrado pierde su identidad y acaba por no ser ‘ni carne ni pescado’ –señaló- vive con el corazón dividido entre Dios y la mundanidad. En realidad, el consagrado, si no tiene una clara y sólida identidad, camina sin rumbo y, en lugar de guiar a los demás, los dispersa”.

“Queridos consagrados, hacer frente a estas tentaciones no es fácil, pero es posible si estamos injertados en Jesús”, expresó Francisco a los religiosos presentes. “Cuanto más enraizados estemos en Cristo, más vivos y fecundos seremos. Así el consagrado conservará la maravilla, la pasión del primer encuentro, la atracción y la gratitud en su vida con Dios y en su misión. La calidad de nuestra consagración depende de cómo sea nuestra vida espiritual”, concluyó.

Texto completo del discurso del papa Francisco en el seminario Al-Maadi.

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El Papa a los religiosos egipcios: Siete tentaciones de la vida consagrada y cómo derrotarlas

El Cairo (Egipto) (AICA): Antes de concluir su viaje por Egipto, el papa Francisco se reunió en el con sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas en el seminario Al-Maadi. Luego de orar con ellos, el Papa les dirigió un discurso en el que detalló siete tentaciones que pueden asaltar a la persona consagrada y cómo derrotarlas.
En el marco del 18° viaje apostólico internacional del Santo Padre a Egipto, el papa Francisco se reunió con sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas para orar con a ellos en el seminario Al-Maadi.

Luego de un momento de oración, el papa Francisco les dirigió un discurso en el que les pidió a los religiosos -en medio de tantos motivos para desanimarse, de numerosos profetas de destrucción y de condena, de tantas voces negativas y desesperadas- que “sean la luz y la sal de esta sociedad, la locomotora que empuja el tren hacia adelante, llevándolo hacia la meta, sed sembradores de esperanza, constructores de puentes y artífices de diálogo y de concordia”.

El Papa afirmó que esto es posible si la persona consagrada “no cede a las tentaciones que encuentra cada día en su camino”, por lo que detalló siete tipos de tentaciones en la vida religiosa y explicó cómo derrotarlas:

Primero, la tentación de dejarse arrastrar y no guiar. “El Buen Pastor tiene el deber de guiar a su grey, de conducirla hacia verdes prados y a las fuentes de agua. Está siempre lleno de iniciativas y creatividad, como una fuente que sigue brotando incluso cuando está seca”, dijo Francisco. “Sabe dar siempre una caricia de consuelo, aun cuando su corazón está roto. Saber ser padre cuando los hijos lo tratan con gratitud, pero sobre todo cuando no son agradecidos”, pidió.

En segundo lugar, la tentación de quejarse continuamente. “Es fácil culpar siempre a los demás: por las carencias de los superiores, las condiciones eclesiásticas o sociales, por las pocas posibilidades. Sin embargo, el consagrado es aquel que con la unción del Espíritu transforma cada obstáculo en una oportunidad, y no cada dificultad en una excusa”, aseveró.

Tercero, el Papa señaló “la tentación de la murmuración y de la envidia”. El peligro es grave cuando el consagrado, en lugar de ayudar a los pequeños a crecer y de regocijarse con el éxito de sus hermanos y hermanas, se deja dominar por la envidia y se convierte en uno que hiere a los demás con la murmuración. Cuando, en lugar de esforzarse en crecer, se pone a destruir a los que están creciendo, y cuando en lugar de seguir los buenos ejemplos, los juzga y les quita su valor. “La envidia es un cáncer que destruye en poco tiempo cualquier organismo: ‘Un reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir’”, recordó Francisco.

Compararse con los demás”, como la cuarta tentación. “La riqueza se encuentra en la diversidad y en la unicidad de cada uno de nosotros”, aseguró el Sumo Pontífice e invitó a aprender de los santos Pedro y Pablo a vivir la diversidad de caracteres, carismas y opiniones en la escucha y docilidad al Espíritu Santo”. Quinto, la tentación del “faraonismo”, es decir, “de endurecer el corazón y cerrarlo al Señor y a los demás”. El papa Francisco señaló que “el antídoto a este veneno es: ‘Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos’”.

En sexto lugar, el Papa denunció “la tentación del individualismo”. Es la tentación de los egoístas que por el camino pierden la meta y, en vez de pensar en los demás, piensan sólo en sí mismos, sin experimentar ningún tipo de vergüenza, más bien al contrario, se justifican. “La Iglesia es la comunidad de los fieles, el cuerpo de Cristo, donde la salvación de un miembro está vinculada a la santidad de todos. El individualista es, en cambio, motivo de escándalo y de conflicto”, aseveró Francisco.

Por último, el Santo Padre describió la tentación de caminar sin rumbo y sin meta. “El consagrado pierde su identidad y acaba por no ser ‘ni carne ni pescado’ –señaló- vive con el corazón dividido entre Dios y la mundanidad. En realidad, el consagrado, si no tiene una clara y sólida identidad, camina sin rumbo y, en lugar de guiar a los demás, los dispersa”.

“Queridos consagrados, hacer frente a estas tentaciones no es fácil, pero es posible si estamos injertados en Jesús”, expresó Francisco a los religiosos presentes. “Cuanto más enraizados estemos en Cristo, más vivos y fecundos seremos. Así el consagrado conservará la maravilla, la pasión del primer encuentro, la atracción y la gratitud en su vida con Dios y en su misión. La calidad de nuestra consagración depende de cómo sea nuestra vida espiritual”, concluyó.

Texto completo del discurso del papa Francisco en el seminario Al-Maadi.

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Francisco: “El único extremismo permitido a los creyentes es el de la caridad”

El Cairo (Egipto) (AICA): El papa Francisco presidió este sábado una misa en el estadio de la Aeronáutica Militar, donde afirmó que “a Dios sólo le agrada la fe profesada con la vida, porque el único extremismo que se permite a los creyentes es el de la caridad. Cualquier otro extremismo no viene de Dios y no le agrada”. El pontífice dedicó su segundo día de estadía en Egipto a la minoría católica y, según el Vaticano, unas 15.000 personas participaron de la celebración eucarística.
El papa Francisco presidió este sábado una misa en el estadio de la Aeronáutica Militar de Egipto, donde afirmó que “a Dios sólo le agrada la fe profesada con la vida, porque el único extremismo que se permite a los creyentes es el de la caridad. Cualquier otro extremismo no viene de Dios y no le agrada”.

En la celebración eucarística en rito latino con la minoría católica egipcia, el pontífice inició su homilía diciendo en árabe “La paz esté con ustedes (Al Salamò Alaikum)” y la terminó con otra: “Cristo ha resucitado, verdaderamente ha resucitado (Al Massih Kam, Bilhakika kam)”.

La Eucaristía fue concelebrada por el patriarca copto católico, Ibrahim Isaac Sedrak, quien junto con Francisco recorrió el estadio en un carrito de golf y saludó a las 15.000 personas que participaron de la celebración.

“La experiencia de los discípulos de Emaús nos enseña que de nada sirve llenar de gente los lugares de culto si nuestros corazones están vacíos del temor de Dios y de su presencia; de nada sirve rezar si nuestra oración que se dirige a Dios no se transforma en amor hacia el hermano; de nada sirve tanta religiosidad si no está animada al menos por igual fe y caridad”, afirmó.

"La verdadera fe es la que nos hace más caritativos, más misericordiosos, más honestos y más humanos; es la que anima los corazones para llevarlos a amar a todos gratuitamente, sin distinción y sin preferencias", añadió, y advirtió: “Para Dios, es mejor no creer que ser un falso creyente, un hipócrita”.

El Papa insistió en subrayar su mensaje de paz: “La fe nos hace ver al otro no como a un enemigo para derrotar, sino como a un hermano para amar, servir y ayudar".

“A Dios sólo le agrada la fe profesada con la vida, porque el único extremismo que se permite a los creyentes es el de la caridad. Cualquier otro extremismo no viene de Dios y no le agrada”, sostuvo.

El Papa invitó, a ejemplo de los discípulos de Emaús, a regresar “su Jerusalén, es decir, a du vida cotidiana, a sus familias, a sus trabajo y a su patria llenos de alegría, de valentía y de fe”, e instó a no tener “miedo de amar a todos, amigos y enemigos, porque el amor es la fuerza y el tesoro del creyente”.+

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Mons. Arancedo: “La devoción a María es la mejor escuela para escuchar a Jesucristo”

Santa Fe (AICA): El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, destacó que cada año se renueve la devoción a Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de los santafesinos, y aseguró que “la devoción a María es la mejor escuela para disponernos a escuchar a Jesucristo”. “Tener una imagen bíblica de María ayuda a superar toda instrumentación que se hace de ella como portadora de mensajes. En esto la Iglesia es muy cuidadosa en su misión de discernir la autenticidad de los mismos. Hay una búsqueda de ‘nuevos mensajes’, que no corresponde a la fe de la Iglesia y a una auténtica devoción”, advirtió.
El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, valoró que cada año se renueve la devoción a Nuestra Señora de Guadalupe, y recordó que el primer diocesano de esta jurisdicción eclesiástica, monseñor Agustín Juan Boneo, al inicio de su ministerio pastoral en 1900, se encontró con esta “devoción de los santafesinos que ya existía antes de su llegada”.

Monseñor Arancedo señaló que este “hecho providencial y de sólida piedad mariana” llamó la atención de aquel prelado, por lo que proclamó a la Virgen de Guadalupe, patrona de la nueva diócesis de Santa Fe, y destacó que “María se dejó encontrar en este pueblo en la simple piedad de un ermitaño y en una imagen que sigue siendo signo silencioso y elocuente de su presencia junto a nosotros”.

El prelado santafesino citó las palabras que monseñor Boneo dijo a los primeros peregrinos: “Decidles que en nuestra querida Santa Fe, no lejos de sus puertas, existe un humilde santuario, una célebre ermita consagrada a la Santísima Virgen de Guadalupe… Decidles que de hoy en adelante, este será el sitio privilegiado a donde se darán cita la piedad de los santafesinos y el amor a su excelsa Madre”.

“No podemos hablar de María, ni de la Iglesia, sin una referencia explícita a Jesucristo. Es más, ella nos lo exigiría porque es consciente de que Dios la eligió para ser la madre de su Hijo”, subrayó, y agregó: “También la Iglesia, está llamada a vivir con humildad y espíritu de servicio esta gracia que la hace presencia de Cristo en el mundo. María y la Iglesia no tienen otra palabra que decirnos sino la que pronunció su Hijo”.

Monseñor Arancedo sostuvo que “la devoción a María es la mejor escuela para disponernos a escuchar a Jesucristo. Lo primero que vemos en ella es su silencio y escucha, así lo resume san Lucas: ‘Su madre conservaba estas cosas en su corazón’. Sus pocas palabras nos orientan a su Hijo: ‘Hagan todo lo que él les diga’”.

“Tener una imagen bíblica de María nos hace crecer en nuestro encuentro con Jesucristo y, al mismo tiempo, nos ayuda a superar toda instrumentación que se hace de ella como portadora de mensajes. En esto la Iglesia es muy cuidadosa en su misión de discernir la autenticidad de los mismos. Hay una búsqueda de ‘nuevos mensajes’, que no corresponde a la fe de la Iglesia y a una auténtica devoción”, concluyó.+

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Mons. Fernández: “El narcotráfico y las adicciones es un tema que no sed está afrontando”

Buenos Aires (AICA): El rector de la Universidad Católica Argentina (UCA) arzobispo Víctor Manuel Fernández, manifestó que el problema del narcotráfico y las adicciones es un tema que no termina de tratarse a fondo. Lo dijo en la presentación del III Barómetro del Narcotráfico y las Adicciones. Según ese informe, en 2016 el 48,5% de los hogares percibieron que en su barrio se venden drogas ilegales. El fenómeno es más notorio en el conurbano bonaerense que en la ciudad de Buenos Aires. El director del Observatorio de la Deuda Social Argentina, Agustín Salvia, observó que el avance del narcomenudeo en los barrios es una oferta que construye su propia demanda.
El rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires (UCA), arzobispo Víctor Manuel Fernández, manifestó que el problema del narcotráfico y las adicciones es un tema que no termina de tratarse a fondo. Lo dijo en la presentación del III Barómetro del Narcotráfico y las Adicciones.
Según ese informe, en 2016 el 48,5% de los hogares percibieron que en su barrio se venden drogas ilegales. Hubo un crecimiento desde 2010, cuando tres de cada diez hogares lo advertían, hasta pasar a ser casi cinco en 2015 y seguir aumentando. El fenómeno es más notorio y más fuerte en el conurbano bonaerense que en la ciudad de Buenos Aires, donde orilla el 36%.

En una conferencia de prensa en la sede de la UCA, el director del Observatorio de la Deuda Social Argentina, Agustín Salvia, estimó que el aumento sostenido de esta percepción desde 2010 da cuenta, principalmente, del avance del narcomenudeo en los barrios. Es una demanda que crece estimulada por la oferta, el narcomenudeo, dijo, que genera ingresos y algún trabajo, y que construye su propia demanda.

En el acto se presentó una encuesta efectuada a 660 jóvenes de 17 a 25 años de asentamientos informales del conurbano bonaerense en 2015. Casi la mitad de ellos, el 48,8%, tiene algún familiar o conocido que murió en el barrio por participar de actividades ilegales y algo más de la mitad, el 51,5%, observa que es normal que haya ajustes de cuentas en el barrio.

“Me paso todo el día en la esquina”

El 62,5% de los jóvenes encuestados conoce a alguna persona que vende droga y el 50,3% dice que entran personas de afuera del barrio para vender droga, en tanto que el 28% manifiesta que se produce pasta base o paco en el barrio.

Al comenzar la conferencia de prensa, se pasó una grabación, con voces de muchachos y chicas que eran vivo testimonio del problema de las adicciones. Se oyen frases como estas: “Me paso todo el día en la esquina. ¿En mi casa para qué? Si no hay nadie”, “Lo único que hacen es pensar cómo drogarse o a quién le van robar”, “No quiero ir más a ninguna escuela”, “Y si ya mi documento está marcado ¿quién me va dar trabajo?”, “Pero si tenés antecedentes penales, ¿Cómo tenés la caradurez de venir a pedir trabajo?”. Y alguna aspiración de salir de esa dura situación: “Quiero ser como todos, uno más del montón”.

En ese nivel socioeconómico de las zonas más vulnerables, ocho de cada diez jóvenes observan la venta de drogas. Y siete de cada diez jóvenes creen que la policía conoce o participa del tráfico de drogas en el barrio.

Empiezan por el alcohol
En un comentario posterior, Salvia alertó sobre el crecimiento de las adicciones no sólo en esas zonas vulnerables, sino entre las clases medias, donde ingresan no tanto por la desesperación ante difíciles situaciones de vida, sino como si fuera un consumo recreativo o inofensivo, en contextos familiares más permisivos.

Se refirió a la venta de bebidas alcohólicas en las fiestas y a las “previas” en que se consume alcohol en las casas, que abre paso a otras adicciones. Solange Rodríguez Espíndola, del Observatorio de la Deuda Social Argentina, señaló que el alcohol es el inicio de adicciones más severas y que hace falta más atención al segmento de jóvenes entre 15 y 18 años.

Expertos piden un abordaje integral
Dos días antes de presentarse el informe, el 26 de abril, 27 expertos de distintas instituciones analizaron estos temas y sostuvieron que deben ser abordados de manera estratégica, integral y decidida desde las políticas públicas.

Y esas políticas deben detener el avance del narcomenudeo no sólo por una vía represiva que eleve el riesgo de esta actividad, sino también a través de dispositivos de inclusión y rescate socio-económico de las familias y jóvenes que participan del negocio como una estrategia de supervivencia.

En la reunión de prensa intervinieron también Juan Cruz Hermida y Juan Ignacio Bonfiglio, del Observatorio de la Deuda Social Argentina.(Jorge Rouillon)+

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El papa Francisco y el patriarca Copto, reunidos en camino hacia la plena comunión

El Cairo (Egipto) (AICA): En el marco de su visita a Egipto, el papa Francisco firmó una declaración conjunta con el patriarca de los Coptos, Tawadros II, en la que destacan su relación “cada año más sólida”, y el crecimiento “en cercanía, fe y amor en Cristo nuestro Señor”. El encuentro tuvo lugar en la sede del patriarcado de El Cairo.
El papa Francisco y el patriarca de los Coptos, Tawadros II, concluyeron su encuentro en la sede del patriarcado de El Cairo con la firma de una declaración conjunta.

El documento destaca el privilegio que significa el encuentro para ambos líderes, quienes lo consideran “una señal de que nuestra relación es cada año más sólida, y de que seguimos creciendo en cercanía, fe y amor en Cristo nuestro Señor”.

Esta experiencia de comunión, advierten, reviste un significado especial para los esfuerzos actuales, “encaminados a restaurar la plena comunión”.

“La mayor parte de las relaciones que existieron en los primeros siglos entre la Iglesia Católica y la Iglesia Copta Ortodoxa han continuado hasta nuestros días”, detallan, a pesar de las divisiones, y han sido recientemente revitalizadas.

El Papa y el Patriarca consideran necesario “que intensifiquemos nuestros esfuerzos comunes y perseveremos en la búsqueda de la unidad visible en la diversidad, bajo la guía del Espíritu Santo”.

“Con profunda gratitud recordamos nuestro encuentro fraterno en Roma, el 10 de mayo de 2013, y el establecimiento del 10 de mayo como el día en el que cada año profundizamos la amistad y la fraternidad entre nuestras Iglesias. Este renovado espíritu de cercanía nos ha permitido discernir una vez más que el vínculo que nos mantiene unidos lo recibimos de nuestro único Señor el día de nuestro Bautismo. Porque es a través del Bautismo que nos convertimos en miembros del único Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Esta herencia común es la base de nuestra peregrinación hacia la plena comunión, a medida que crecemos en el amor y la reconciliación”, detallan.

En su documento, Francisco y Tawadros II se comprometen a seguir los pasos de Shenouda III y Juan Pablo II quienes, reunidos durante el gran Jubileo del año 2000 comenzaron un camino de crecimiento en la unidad: “que sepamos encontrar nuestra fuerza en Dios, fuente perfecta de comunión y amor”, anhelan, destacando la fuerza de la oración, porque “cuando los cristianos oran juntos, se dan cuenta de que lo que los une es mucho más de lo que los divide”. El anhelo de comunión y unidad surge del deseo de Cristo “que todos sean uno”, y las raíces comunes en la única fe apostólica deben profundizarse.

“Frente a muchos desafíos actuales como la secularización y la globalización de la indiferencia, estamos llamados a ofrecer una respuesta común cimentada en los valores del Evangelio y en los tesoros de nuestras respectivas tradiciones”, apuntan, y consideran necesario promover “un fecundo intercambio en la vida pastoral, principalmente en la catequesis y en el mutuo enriquecimiento espiritual entre comunidades monásticas y religiosas”.

“Intensifiquemos nuestra incesante oración por todos los cristianos de Egipto y de todo el mundo y, especialmente, por los de Oriente Medio. Las trágicas experiencias y la sangre derramada por nuestros fieles, que han sido perseguidos y asesinados por la única razón de ser cristianos, nos recuerdan aún más que el ecumenismo del martirio es el que nos une y nos anima en el camino hacia la paz y la reconciliación”, exhortan.

Con un testimonio de reconciliación y esperanza para la sociedad egipcia, la declaración conjunta pretende ser “una semilla plantada que produzca frutos de justicia y de paz”. Ambos líderes advierten la importancia de la libertad religiosa, que “es la piedra angular de todas las demás libertades” y recuerdan que “la sangre de tantos mártires será semilla de unidad entre todos los discípulos de Cristo, signo e instrumento de comunión y paz para el mundo”.

La declaración concluye con un compromiso mutuo de “no repetir el bautismo a ninguna persona que haya sido bautizada en algunas de nuestras Iglesias y quiera unirse a la otra.+

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El Papa: “Coptos ortodoxos y católicos estamos llamados a testimoniar juntos nuestra fe

La primera jornada del papa Francisco en Egipto concluyó con una visita de cortesía a Tawadros II, papa de la Iglesia copta ortodoxa y patriarca de Alejandría de Egipto, de toda África y de la Santa Sede de San Marco, en la sede del patriarcado copto ortodoxo, ubicado en el viejo Cairo cristiano.

Ambos líderes religiosos se reunieron en la oficina de Tawadros en un encuentro privado y seguidamente ambos hicieron un discurso y se intercambiaron obsequios y firmaron una declaración conjunta.

Francisco regaló un Icono de la “Madre de Dios de la Ternura”, copia fiel de esta obra en Tolga, que recuerda su milagroso descubrimiento en las orillas del río Volga.

“Coptos ortodoxos y católicos podemos hablar cada vez más esta lengua común de la caridad: antes de comenzar un proyecto para hacer el bien, sería hermoso preguntarnos si podemos hacerlo con nuestros hermanos y hermanas que comparten la fe en Jesús”.

“Así, edificando la comunión con el testimonio vivido en lo concreto de la vida cotidiana, el Espíritu no dejará de abrir caminos providenciales e inimaginables de unidad”.

En cuanto al martirio, señaló que “nuestro camino ecuménico crece de manera misteriosa y sin duda actual, gracias a un verdadero y propio ecumenismo de la sangre”.

El Obispo de Roma se refirió a Egipto como “tierra de mártires” y destacó el importante aporte de los cristianos egipcios a la cristiandad. “Cuántos mártires en esta tierra, desde los primeros siglos del cristianismo, vivieron la fe de manera heroica y hasta el final, prefiriendo derramar su sangre antes que renegar del Señor y ceder a las lisonjas del mal o a la tentación de responder al mal con el mal. Así lo testimonia el venerable Martirologio de la Iglesia Copta”.

Francisco recordó asimismo la memoria de los cristianos que hoy siguen derramando su sangre por su fe en Egipto. “Recientemente, la sangre inocente de fieles indefensos fue derramada cruelmente: su sangre inocente nos une”, destacó.

“No sólo existe un ecumenismo realizado con gestos, palabras y esfuerzo, sino también una comunión ya efectiva, que crece cada día en la relación viva con el Señor Jesús, se fundamenta en la fe profesada y en nuestro Bautismo, en definitiva, subrayó Francisco en su discurso, un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo”.

“No es posible escondernos más detrás de los pretextos de divergencias interpretativas ni tampoco detrás de siglos de historia y de tradiciones que nos han convertido en extraños», precisó el Papa, puntualizando que no sólo existe un ecumenismo realizado con gestos, palabras y esfuerzo, sino también una comunión ya efectiva, que crece cada día en la relación viva con el Señor Jesús, se fundamenta en la fe profesada y se basa realmente en nuestro Bautismo, en el ser «criaturas nuevas» en él: en definitiva, subrayó, un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo.

“De aquí tenemos que comenzar siempre, para apresurar el día tan esperado en el que estaremos en comunión plena y visible junto al altar del Señor”, destacó.

El traductor del papa Francisco
En el encuentro privado entre el papa Francisco y el patriarca Tawadros II, se desempeñó como traductor o intérprete el padre Jorge Hernández, un sacerdote argentino nacido en el sur de Mendoza, miembro del Instituto del Verbo Encarnado (IVE).

Hace dos semanas el padre Jorge Hernández recibió un llamado telefónico del Nuncio Apostólico en Egipto, monseñor Bruno Musaró, pidiéndole que le hiciera el favor de hacer el trabajo de traductor en el encuentro del Papa con Tawadros II. El padre respondió que no tenía problemas pero que conocía a otros sacerdotes españoles que hablaban mejor el árabe. Pero el nuncio le contestó: "Pero usted habla argentino".

Durante un tiempo fue misionero en Túnez y párroco durante más de seis años de la única parroquia católica en la Franja de Gaza. En julio de 2014, durante el intenso bombardeo de Gaza por el ejército israelí, su parroquia, la Sagrada Familia, fue alcanzada por un misil que destruyó parcialmente la escuela parroquial adyacente al templo, la oficina del párroco y algunos locales utilizados por la pequeña comunidad. Pese a esta situación, el padre Jorge Hernández dijo que permanecería junto a sus fieles.

Poco tiempo después, el 29 de agosto, fue recibido por el papa Francisco quien lo felicitó y lo animó a continuar su tarea misionera en el Medio Oriente. Continuó sus estudios y después se desempeñó apostólicamente en Egipto en hogares para niños discapacitados que el IVE tiene en el país.

Palabras del papa Francisco en su encuentro con Tawadros II

El Señor resucitó, verdaderamente resucitó. [Al Massih kam, bilhakika kam!] Santidad,

Querido Hermano:
Hace poco que ha concluido la gran Solemnidad de la Pascua, centro de la vida cristiana, que este año hemos tenido la gracia de celebrar en el mismo día. Así hemos proclamado al unísono el anuncio de la Resurrección, viviendo de nuevo, en un cierto sentido, la experiencia de los primeros discípulos, que en ese día «se llenaron de alegría al ver al Señor» (Jn 20,20). Esta alegría pascual se ha incrementado hoy por el don que se nos ha concedido de adorar juntos al Resucitado en la oración y de darnos nuevamente, en su nombre, el beso santo y el abrazo de paz. Esto me llena de alegría: llegando aquí como peregrino, estaba seguro de recibir la bendición de un Hermano que me esperaba.

Era grande el deseo de encontrarnos otra vez: mantengo muy vivo el recuerdo de la visita que Su Santidad realizó a Roma, poco después de mi elección, el 10 de mayo de 2013, una fecha que se ha convertido felizmente en la oportunidad para celebrar cada año la Jornada de Amistad copto-católica.

Con la alegría de continuar fraternalmente nuestro camino ecuménico, deseo recordar ante todo ese momento crucial que supuso en las relaciones entre la sede de Pedro y la de Marcos la Declaración Común, firmada por nuestros Predecesores hace más de cuarenta años, el 10 de mayo de 1973.

En ese día, después de «siglos de una historia complicada», en los que «se han manifestado diferencias teológicas, fomentadas y acentuadas por factores de carácter no teológico» y por una creciente desconfianza en las relaciones, con la ayuda de Dios hemos llegado a reconocer juntos que Cristo es «Dios perfecto en su Divinidad y hombre perfecto en su humanidad» (Declaración Común firmada por el Santo Padre Pablo VI y por Su Santidad Amba Shenouda III, 10 mayo 1973).

Pero no menos importantes y actuales son las palabras que la precedían inmediatamente, con las que hemos reconocido a «Nuestro Señor y Dios y Salvador y Rey de todos nosotros, Jesucristo». Con estas expresiones la sede de Marcos y la de Pedro han proclamado la señoría de Jesús: juntos hemos confesado que pertenecemos a Jesús y que él es nuestro todo.

Aún más, hemos comprendido que, siendo suyos, no podemos seguir pensando en ir adelante cada uno por su camino, porque traicionaríamos su voluntad: que los suyos sean «todos [...] uno [...] para que el mundo crea» (Jn 17,21).

Delante del Señor, que quiere que seamos «perfectos en la unidad» (v. 23) no es posible escondernos más detrás de los pretextos de divergencias interpretativas ni tampoco detrás de siglos de historia y de tradiciones que nos han convertido en extraños.

Como dijo aquí Su Santidad Juan Pablo II: «A este respecto no hay tiempo que perder. Nuestra comunión en el único Señor Jesucristo, en el único Espíritu Santo y en el único bautismo, ya representa una realidad profunda y fundamental» (Discurso durante el encuentro ecuménico, 25 febrero 2000).

En este sentido, no sólo existe un ecumenismo realizado con gestos, palabras y esfuerzo, sino también una comunión ya efectiva, que crece cada día en la relación viva con el Señor Jesús, se fundamenta en la fe profesada y se basa realmente en nuestro Bautismo, en el ser «criaturas nuevas» en él (cf. 2 Co 5,17): en definitiva, «un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo» (Ef 4,5).

De aquí tenemos que comenzar siempre, para apresurar el día tan esperado en el que estaremos en comunión plena y visible junto al altar del Señor.

En este camino apasionante, que –como la vida– no es siempre fácil ni lineal, pero que el Señor nos exhorta a seguir recorriendo, no estamos solos. Nos acompaña una multitud de Santos y Mártires que, ya plenamente unidos, nos animan a que seamos aquí en la tierra una imagen viviente de la «Jerusalén celeste» (Ga 4,26).

Entre ellos, seguro que los que hoy se alegran de manera especial de nuestro encuentro son los santos Pedro y Marcos. Es grande el vínculo que los une. Basta pensar en el hecho de que San Marcos puso en el centro de su Evangelio la profesión de fe de Pedro: «Tu eres el Cristo». Fue la respuesta a la pregunta, siempre actual, de Jesús: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy?» (Mc 8,29).

También hoy hay mucha gente que no sabe dar una respuesta a esta pregunta; faltan incluso personas que la propongan y sobre todo quien ofrezca como respuesta la alegría de conocer a Jesús, la misma alegría con la que tenemos la gracia de confesarlo juntos.

Estamos llamados a testimoniarlo juntos, a llevar al mundo nuestra fe, sobre todo, como es propio de la fe: viviéndola, porque la presencia de Jesús se transmite con la vida y habla el lenguaje del amor gratuito y concreto.

Coptos ortodoxos y católicos podemos hablar cada vez más esta lengua común de la caridad: antes de comenzar un proyecto para hacer el bien, sería hermoso preguntarnos si podemos hacerlo con nuestros hermanos y hermanas que comparten la fe en Jesús. Así, edificando la comunión con el testimonio vivido en lo concreto de la vida cotidiana, el Espíritu no dejará de abrir caminos providenciales e inimaginables de unidad.

Con este espíritu apostólico constructivo, Su Santidad sigue brindando una atención genuina y fraterna a la Iglesia copta católica: una cercanía que agradezco tanto y que se ha concretado en la creación del Consejo Nacional de las Iglesias Cristianas, para que los creyentes en Jesús puedan actuar siempre más unidos, en beneficio de toda la sociedad egipcia.

Además, aprecio mucho la generosa hospitalidad con la que acogió el XIII Encuentro de la Comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia Católica y las Iglesias Ortodoxas Orientales, que tuvo lugar aquí el año pasado siguiendo vuestra invitación.

Es un bonito signo que el encuentro siguiente se haya celebrado en Roma, como queriendo señalar una continuidad particular entre la sede de Marcos y la de Pedro. En la Sagrada Escritura, Pedro corresponde en cierto modo al afecto de Marcos llamándolo «mi hijo» (1 P 5,13).

Pero los vínculos fraternos del Evangelista y su actividad apostólica se extienden también a san Pablo el cual, antes de morir mártir en Roma, habla de lo útil que es Marcos para el ministerio (cf. 2 Tm 4,11) y lo menciona varias veces (cf. Flm 24; Col 4, 10).

Caridad fraterna y comunión de misión: estos son los mensajes que la Palabra divina y nuestros orígenes nos transmiten. Son las semillas evangélicas que con alegría seguimos cultivando y juntos, con la ayuda de Dios, procuramos que crezcan (cf. 1 Co 3,6-7).

Nuestro camino ecuménico crece de manera misteriosa y sin duda actual, gracias a un verdadero y propio ecumenismo de la sangre. San Juan escribe que Jesús vino «con agua y sangre» (1 Jn 5,6); quien cree en él, «vence al mundo» (1 Jn 5,5).

Con agua y sangre: viviendo una vida nueva en nuestro mismo Bautismo, una vida de amor, siempre y por todos, también a costa de derramar la sangre. Cuántos mártires en esta tierra, desde los primeros siglos del cristianismo, han vivido la fe de manera heroica y hasta el final, prefiriendo derramar su sangre antes que renegar del Señor y ceder a las lisonjas del mal o a la tentación de responder al mal con el mal. Así lo testimonia el venerable Martirologio de la Iglesia Copta. Aun recientemente, por desgracia, la sangre inocente de fieles indefensos ha sido derramada cruelmente: su sangre inocente nos une.

Querido Hermano, igual que la Jerusalén celeste es una, así también nuestro martirologio es uno, y vuestros sufrimientos son también nuestros sufrimientos. Fortalecidos por vuestro testimonio, esforcémonos en oponernos a la violencia predicando y sembrando el bien, haciendo crecer la concordia y manteniendo la unidad, rezando para que los muchos sacrificios abran el camino a un futuro de comunión plena entre nosotros y de paz para todos.

La maravillosa historia de santidad de esta tierra no se debe sólo al sacrificio de los mártires. Apenas terminadas las antiguas persecuciones, surgió una nueva forma de vida que, ofrecida al Señor, nada retenía para sí: en el desierto inició el monaquismo.

Así, a los grandes signos que Dios obró en el pasado en Egipto y en el Mar Rojo (cf. Sal 106,21-22), siguió el prodigio de una vida nueva, que hizo florecer de santidad el desierto.

Con veneración por este patrimonio común, he venido como peregrino a esta tierra, donde el Señor mismo ama venir: aquí, glorioso, bajó al monte Sinaí (cf. Ex 24,16); aquí, humilde, encontró refugio cuando era niño (cf. Mt 2,14).

Santidad, querido Hermano: que el mismo Señor nos conceda hoy seguir caminando juntos, como peregrinos de comunión y anunciadores de paz. Que en este camino nos lleve de la mano Aquella que acompañó aquí a Jesús y que la gran tradición teológica egipcia ha aclamado desde la antigüedad como Theotokos, Madre de Dios.

En este título se unen admirablemente, la humanidad y la divinidad, porque, en la Madre, Dios se hizo hombre para siempre.

Que la Virgen Santa, que siempre nos conduce a Jesús, sinfonía perfecta de lo divino con lo humano, siga trayendo un poco de Cielo a nuestra tierra”.+

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El Papa a las autoridades civiles: Desmontar las ideas homicidas y las ideologías extremistas

El el marco de su visita apostólica a Egipto, después de su discurso en la Universidad de Al-Azhar, el papa Francisco se dirigió al Hotel Al-Másha, donde le aguardaban el presidente del país, Abdel-Fattah Al-Sisi, y unas 800 personas entre autoridades y cuerpo diplomático. El pontífice recibió una calurosa bienvenida y dirigió a los presentes un discurso en el que señaló que “tenemos el deber de desmontar las ideas homicidas y las ideologías extremistas, afirmando la incompatibilidad entre la verdadera fe y la violencia, entre Dios y los actos de muerte”.

Francisco recordó a las autoridades del país que Egipto “tiene una tarea particular: reforzar y consolidar también la paz regional, a pesar de que haya sido herido en su propio suelo por una violencia ciega. Dicha violencia hace sufrir injustamente a muchas familias –algunas de ellas aquí presentes– que lloran por sus hijos e hijas”.

Dirigiéndose al presidente Al-Sisi, el Santo Padre expresó: “Usted, señor presidente, que habló de esto con claridad muchas veces y en distintas ocasiones, merece ser escuchado y valorado. Todos tenemos el deber de enseñar a las nuevas generaciones que Dios, el Creador del cielo y de la tierra, no necesita ser protegido por los hombres, sino que es él quien protege a los hombres; él no quiere nunca la muerte de sus hijos, sino que vivan y sean felices; él no puede ni pide ni justifica la violencia, sino que la rechaza y la desaprueba”.

“Tenemos el deber -subrayó el Papa- de afirmar juntos que la historia no perdona a los que proclaman la justicia y en cambio practican la injusticia; no perdona a los que hablan de igualdad y desechan a los diferentes. Tenemos el deber de quitar la máscara a los vendedores de ilusiones sobre el más allá, que predican el odio para robar a los sencillos su vida y su derecho a vivir con dignidad, transformándolos en leña para el fuego y privándolos de la capacidad de elegir con libertad y de creer con responsabilidad. Tenemos el deber de desmontar las ideas homicidas y las ideologías extremistas, afirmando la incompatibilidad entre la verdadera fe y la violencia, entre Dios y los actos de muerte”.

El Santo Padre hizo una mención especial de las víctimas de los recientes ataques terroristas en dos iglesias copta del país: “Pienso además en los que han sido golpeados por los atentados en las iglesias coptas, tanto en diciembre pasado como más recientemente en Tanta y en Alejandría. A sus familias y a todo Egipto dirijo mi sentido pésame y mi oración al Señor para que los heridos se restablezcan con rapidez.

En este sentido, también dirigió un pensamiento especial hacia los que, “en los últimos años, han entregado la vida para proteger su patria: los jóvenes, los miembros de las fuerzas armadas y de la policía, los ciudadanos coptos y todos los desconocidos, caídos a causa de las distintas acciones terroristas”.

“Pienso también en las matanzas y en las amenazas que han provocado un éxodo de cristianos desde el Sinaí septentrional. Manifiesto mi gratitud a las autoridades civiles y religiosas, y a todos los que han acogido y asistido a estas personas que tanto sufren”.

Por último, Francisco recordó a los cristianos de Egipto, tanto a los coptos ortodoxos como a los griegos bizantinos, los armenios ortodoxos, los protestantes y los católicos. “Su presencia en esta Patria no es ni nueva ni casual, sino secular y unida a la historia de Egipto. Son parte integral de este país y han desarrollado a lo largo de los siglos una especie de relación única, una particular simbiosis, que puede considerarse como un ejemplo para las demás naciones”.

Discurso del Santo Padre
Señor presidente, distinguidos miembros del gobierno y del Parlamento, ilustres embajadores y miembros del Cuerpo Diplomático, señoras y señores: Al Salamò Alaikum (La paz esté con ustedes).

Le agradezco, señor presidente, sus cordiales palabras de bienvenida y la invitación que gentilmente me hizo para visitar su querido País. Conservo vivo el recuerdo de su visita a Roma, en noviembre de 2014, y también del encuentro fraterno con Su Santidad papa Tawadros II, en 2013, así como la del año pasado con el Gran Imán de la Universidad Al-Azhar, Dr. Ahmad Al-Tayyib. Me es grato encontrarme en Egipto, tierra de antiquísima y noble civilización, cuyas huellas podemos admirar todavía hoy y que, en su majestuosidad, parecen querer desafiar al tiempo.

Esta tierra representa mucho para la historia de la humanidad y para la Tradición de la Iglesia, no sólo por su prestigioso pasado histórico —de los faraones, copto y musulmán—, sino también porque muchos patriarcas vivieron en Egipto o lo recorrieron. En efecto, la Sagrada Escritura lo menciona así muchas veces. En esta tierra, Dios se hizo sentir, «reveló su nombre a Moisés»,1 y sobre el monte Sinaí dio a su pueblo y a la humanidad los Mandamientos divinos. En tierra egipcia, encontró refugio y hospitalidad la Sagrada Familia: Jesús, María y José. La hospitalidad, ofrecida con generosidad hace más de dos mil años, permanece en la memoria colectiva de la humanidad y es fuente de abundantes bendiciones que aún se siguen derramando.

Egipto es una tierra que, en cierto modo, percibimos como nuestra. Como decen ustedes: «Misr um al dugna (Egipto es la madre del universo)». También hoy encuentran aquí acogida millones de refugiados que proceden de diferentes países, como Sudán, Eritrea, Siria e Irak, refugiados a los que se busca integrar con encomiable tesón en la sociedad egipcia.

Egipto, a causa de su historia y de su concreta posición geográfica, ocupa un rol insustituible en Medio Oriente y en el contexto de los países que buscan soluciones a esos problemas difíciles y complejos, que han de ser afrontados ahora para evitar que deriven en una violencia aún más grave.

Me refiero a la violencia ciega e inhumana causada por diferentes factores: el deseo obtuso de poder, el comercio de armas, los graves problemas sociales y el extremismo religioso que utiliza el santo nombre de Dios para cometer inauditas masacres e injusticias. Este destino y esta tarea de Egipto constituyen también el motivo que ha animado al pueblo a pedir un Egipto donde no falte a nadie el pan, la libertad y la justicia social.

Ciertamente este objetivo se hará una realidad si todos juntos tienen la voluntad de transformar las palabras en acciones, las valiosas aspiraciones en compromiso, las leyes escritas en leyes aplicadas, valorizando la genialidad innata de este pueblo. Egipto tiene una tarea particular: reforzar y consolidar también la paz regional, a pesar de que haya sido herido en su propio suelo por una violencia ciega. Dicha violencia hace sufrir injustamente a muchas familias –algunas de ellas aquí presentes– que lloran por sus hijos e hijas.

Pienso de modo particular en todas las personas que, en los últimos años, han entregado la vida para proteger su patria: los jóvenes, los miembros de las fuerzas armadas y de la policía, los ciudadanos coptos y todos los desconocidos, caídos a causa de las distintas acciones terroristas.

Pienso también en las matanzas y en las amenazas que han provocado un éxodo de cristianos desde el Sinaí septentrional. Manifiesto mi gratitud a las autoridades civiles y religiosas, y a todos los que han acogido y asistido a estas personas que tanto sufren. Pienso además en los que fueron golpeados por los atentados en las iglesias coptas, tanto en diciembre pasado como más recientemente en Tanta y en Alejandría. A sus familias y a todo Egipto dirijo mi sentido pésame y mi oración al Señor para que los heridos se restablezcan con rapidez.

Señor presidente, ilustres señoras y señores: No puedo dejar de reconocer la importancia de los esfuerzos realizados para llevar a cabo numerosos proyectos nacionales, como también por las muchas iniciativas realizadas en favor de la paz en el país y fuera del mismo, con vistas a ese ansiado desarrollo, en paz y prosperidad, que el pueblo anhela y merece.

El desarrollo, la prosperidad y la paz son bienes irrenunciables por los que vale la pena cualquier sacrificio. Son también metas que requieren trabajo serio, compromiso seguro, metodología adecuada y, sobre todo, respeto incondicionado a los derechos inalienables del hombre, como la igualdad entre todos los ciudadanos, la libertad religiosa y de expresión, sin distinción alguna.2

Objetivos que exigen prestar una atención especial al papel de la mujer, de los jóvenes, de los más pobres y de los enfermos.

En realidad, el verdadero desarrollo se mide por la solicitud hacia el hombre —corazón de todo desarrollo—, a su educación, a su salud y a su dignidad; de hecho, la grandeza de cualquier nación se revela en el cuidado con que atiende a los más débiles de la sociedad: las mujeres, los niños, los ancianos, los enfermos, los discapacitados, las minorías, para que nadie, ni ningún grupo social, quede excluido o marginado.

Ante un escenario mundial delicado y complejo, que hace pensar a lo que he llamado una «guerra mundial por partes», cabe afirmar que no se puede construir la civilización sin rechazar toda clase de ideología del mal, de la violencia, así como cualquier interpretación extremista que pretenda anular al otro y eliminar las diferencias manipulando y profanando el Santo Nombre de Dios.

Usted, señor presidente, que habló de esto con claridad muchas veces y en distintas ocasiones, merece ser escuchado y valorado. Todos tenemos el deber de enseñar a las nuevas generaciones que Dios, el Creador del cielo y de la tierra, no necesita ser protegido por los hombres, sino que es él quien protege a los hombres; él no quiere nunca la muerte de sus hijos, sino que vivan y sean felices; él no puede ni pide ni justifica la violencia, sino que la rechaza y la desaprueba.3 El verdadero Dios llama al amor sin condiciones, al perdón gratuito, a la misericordia, al respeto absoluto a cada vida, a la fraternidad entre sus hijos, creyentes y no creyentes.

Tenemos el deber de afirmar juntos que la historia no perdona a los que proclaman la justicia y en cambio practican la injusticia; no perdona a los que hablan de igualdad y desechan a los diferentes. Tenemos el deber de quitar la máscara a los vendedores de ilusiones sobre el más allá, que predican el odio para robar a los sencillos su vida y su derecho a vivir con dignidad, transformándolos en leña para el fuego y privándolos de la capacidad de elegir con libertad y de creer con responsabilidad. Tenemos el deber de desmontar las ideas homicidas y las ideologías extremistas, afirmando la incompatibilidad entre la verdadera fe y la violencia, entre Dios y los actos de muerte.

En cambio, la historia honra a los constructores de paz, que luchan con valentía y sin violencia por un mundo mejor: «Dichosos los constructores de paz porque se llamarán hijos de Dios» (Mt 5,9). Egipto, que en tiempos de José salvó a otros pueblos del hambre (cf. Gn 47,57), está llamado también hoy a salvar a esta querida región del hambre de amor y de fraternidad; está llamado a condenar y a derrotar todo tipo de violencia y de terrorismo; está llamado a sembrar la semilla de la paz en todos los corazones hambrientos de convivencia pacífica, de trabajo digno, de educación humana.

Egipto, que al mismo tiempo construye la paz y combate el terrorismo, está llamado a testimoniar que «al din lillah wa al watàn lilgiamia’/ (La fe es para Dios, la Patria es para todos)», como dice el lema de la Revolución del 23 de julio de 1952, demostrando que se puede creer y vivir en armonía con los demás, compartiendo con ellos los valores humanos fundamentales y respetando la libertad y la fe de todos.4

El papel especial de Egipto es necesario para afirmar que esta región, cuna de tres grandes religiones, puede –es más– debe salir de la larga noche de tribulaciones para volver a irradiar los supremos valores de la justicia y de la fraternidad, que son el fundamento sólido y la vía obligatoria para la paz.5

De las naciones que son grandes es justo esperar mucho. Este año se celebra el 70° aniversario de las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y la República Árabe de Egipto, que es uno de los primeros países árabes que estableció dichas relaciones diplomáticas. Estas siempre se han caracterizado por la amistad, estima y colaboración recíproca. Deseo que esta visita ayude a consolidarlas y reforzarlas. La paz es un don de Dios, pero es también trabajo del hombre. Es un bien que hay que construir y proteger, respetando el principio que afirma: la fuerza de la ley y no la ley de la fuerza.6

Paz para este amado país. Paz para toda esta región, de manera particular para Palestina e Israel, para Siria, Libia, Yemen, Irak, Sudán del Sur; paz para todos los hombres de buena voluntad. Señor presidente, señoras y señores: Deseo hacer llegar un afectuoso saludo y un paternal abrazo a todos los ciudadanos egipcios, que están presentes simbólicamente en este lugar.

Saludo además a los hijos y a los hermanos cristianos que viven en este país: a los coptos ortodoxos, los griegos bizantinos, los armenios ortodoxos, los protestantes y los católicos. San Marcos, el evangelizador de esta tierra, los proteja y los ayude a construir y a alcanzar la unidad, tan anhelada por Nuestro Señor (cf. Jn 17,20-23).

Su presencia en esta Patria no es ni nueva ni casual, sino secular y unida a la historia de Egipto. Son parte integral de este país y han desarrollado a lo largo de los siglos una especie de relación única, una particular simbiosis, que puede considerarse como un ejemplo para las demás naciones. Han demostrado, y lo siguen haciendo, que se puede vivir juntos, en el respeto recíproco y en la confrontación leal, descubriendo en la diferencia una fuente de riqueza y jamás una razón para el enfrentamiento.7

Gracias por la cálida bienvenida. Pido a Dios Todopoderoso y Uno para que derrame su bendición divina sobre todos los ciudadanos egipcios. Que conceda a Egipto la paz y la prosperidad, el progreso y la justicia, y que bendiga a todos sus hijos. «Bendito mi pueblo, Egipto», dice el Señor en el libro de Isaías (19,25). ¡Shukran wa tahìah misr! (Gracias y que viva Egipto).

Notas:
1 Juan Pablo II, Discurso en la ceremonia de bienvenida (24 febrero 2000).
2 Cf. Declaración universal de los derechos del hombre. Constitución Egipcia 2014, cap. III. 3 «El Señor […] odia al que ama la violencia» (Sal 11,5).
4 Cf. Constitución Egipcia 2014, art. 5.
5 Cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2014, 4.
6 Cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2017, 1.
7 Cf. Benedicto XVI, Exhort. ap. postsin. Ecclesia in Medio Oriente, 24 y 25.+

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Francisco convocó a musulmanes a "caminar juntos" por la paz y contra la violencia

“Solo la paz es santa y ninguna violencia puede ser realizada en nombre de Dios, porque la violencia es la negación de la auténtica religiosidad. Y que como responsables religiosos es necesario desenmascarar la violencia y las violaciones”, expresó el papa Francisco en su disertación en la “Conferencia internacional de Paz” llevada a cabo este viernes 28 de abril, en la prestigiosa Universidad de Al-Azar del El Cairo, -centro de la cultura sunita- ante la presencia de unos 200 líderes religiosos del mundo.

La Conferencia inició con las palabras del gran imam de la Universidad de Al-Azhar, Ahmed Al Tayyeb, y a continuación el Santo Padre inició su discurso con las palabras ¡Al Salamò Alaikum!, La paz sea con ustedes.

El Santo Padre recoró como “la búsqueda del conocimiento y la importancia de la educación han sido iniciativas que los antiguos habitantes de esta tierra llevaron a cabo produciendo un gran progreso” y evocando esa sabiduría el pontífice exhortó al diálogo y al entendimiento entre las religiones.

“Precisamente en el campo del diálogo, dijo Francisco- especialmente interreligioso, estamos llamados a caminar juntos con la convicción de que el futuro de todos depende también del encuentro entre religiones y culturas”.

Y agregó el Papa: “El diálogo puede ser favorecido si se conjugan bien tres indicaciones fundamentales: el deber de la identidad, la valentía de la alteridad y la sinceridad de las intenciones”.

El pontífice señaló que “en este desafío de civilización tan urgente y emocionante, cristianos y musulmanes, y todos los creyentes, estamos llamados a ofrecer nuestro aporte” y advirtió que “existe el riesgo de que la religión acabe siendo absorbida por la gestión de los asuntos temporales y se deje seducir por el atractivo de los poderes mundanos que en realidad sólo quieren instrumentalizarla”.

“Dios, -subrayó el Santo Padre- que ama la vida, no deja de amar al hombre y por ello lo insta a contrastar el camino de la violencia como requisito previo fundamental de toda alianza en la tierra”.

Y enfatizó Francisco que “siempre, pero sobre todo ahora, todas las religiones están llamadas a poner en práctica este imperativo, ya que mientras sentimos la urgente necesidad de lo Absoluto, es indispensable excluir cualquier absolutización que justifique cualquier forma de violencia. La violencia, de hecho, es la negación de toda auténtica religiosidad”.

“Como líderes religiosos -concluyó- estamos llamados a desenmascarar la violencia que se disfraza de supuesta sacralidad, apoyándose en la absolutización de los egoísmos antes que en una verdadera apertura al Absoluto”.

La mezquita de Al-Azhar es las más importantes del mundo islámico. Fundada en el año 970, después se volvió un importante centro de instrucción religiosa y hoy es una universidad con más de 300 mil inscritos de todos los países del mundo.

El papa Francisco es el segundo pontífice que encuentra a un gran imán de Al-Azhar, después de que san Juan Pablo II tuvo un encuentro el 24 de febrero del 2000, con Muhammad Sayyid Tantawi.

A partir de allí se instituyó un comité mixto para el dialogo, creado por Al-Azhar con las religiones monoteístas, y con el Consejo pontificio para le diálogo interreligioso.

Discurso del Santo Padre en la Universidad de Al-Azhar
Al Salamò Alaikum! / La paz sea con ustedes.

Es para mí un gran regalo estar aquí, en este lugar, y comenzar mi visita a Egipto encontrándome con ustedes en el ámbito de esta Conferencia Internacional para la Paz. Agradezco al Gran Imán por haberla proyectado y organizado, y por su amabilidad al invitarme. Quisiera compartir algunas reflexiones, tomándolas de la gloriosa historia de esta tierra, que a lo largo de los siglos se ha manifestado al mundo como tierra de civilización y tierra de alianzas.

Tierra de civilización. Desde la antigüedad, la civilización que surgió en las orillas del Nilo ha sido sinónimo de cultura. En Egipto ha brillado la luz del conocimiento, que ha hecho germinar un patrimonio cultural de valor inestimable, hecho de sabiduría e ingenio, de adquisiciones matemáticas y astronómicas, de admirables figuras arquitectónicas y artísticas.

La búsqueda del conocimiento y la importancia de la educación han sido iniciativas que los antiguos habitantes de esta tierra han llevado a cabo produciendo un gran progreso. Se trata de iniciativas necesarias también para el futuro, iniciativas de paz y por la paz, porque no habrá paz sin una adecuada educación de las jóvenes generaciones. Y no habrá una adecuada educación para los jóvenes de hoy si la formación que se les ofrece no es conforme a la naturaleza del hombre, que es un ser abierto y relacional.

La educación se convierte de hecho en sabiduría de vida cuando consigue que el hombre, en contacto con Aquel que lo trasciende y con cuanto lo rodea, saque lo mejor de sí mismo, adquiriendo una identidad no replegada sobre sí misma.

La sabiduría busca al otro, superando la tentación de endurecerse y encerrarse; abierta y en movimiento, humilde y escudriñadora al mismo tiempo, sabe valorizar el pasado y hacerlo dialogar con el presente, sin renunciar a una adecuada hermenéutica.

Esta sabiduría favorece un futuro en el que no se busca la prevalencia de la propia parte, sino que se mira al otro como parte integral de sí mismo; no deja, en el presente, de identificar oportunidades de encuentro y de intercambio; del pasado, aprende que del mal sólo viene el mal y de la violencia sólo la violencia, en una espiral que termina aislando.

Esta sabiduría, rechazando toda ansia de injusticia, se centra en la dignidad del hombre, valioso a los ojos de Dios, y en una ética que sea digna del hombre, rechazando el miedo al otro y el temor de conocer a través de los medios con los que el Creador lo ha dotado.

Precisamente en el campo del diálogo, especialmente interreligioso, estamos llamados a caminar juntos con la convicción de que el futuro de todos depende también del encuentro entre religiones y culturas. En este sentido, el trabajo del Comité mixto para el Diálogo entre el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso y el Comité de Al-Azhar para el Diálogo representa un ejemplo concreto y alentador.

El diálogo puede ser favorecido si se conjugan bien tres indicaciones fundamentales: el deber de la identidad, la valentía de la alteridad y la sinceridad de las intenciones. El deber de la identidad, porque no se puede entablar un diálogo real sobre la base de la ambigüedad o de sacrificar el bien para complacer al otro.

La valentía de la alteridad, porque al que es diferente, cultural o religiosamente, no se le ve ni se le trata como a un enemigo, sino que se le acoge como a un compañero de ruta, con la genuina convicción de que el bien de cada uno se encuentra en el bien de todos. La sinceridad de las intenciones, porque el diálogo, en cuanto expresión auténtica de lo humano, no es una estrategia para lograr segundas intenciones, sino el camino de la verdad, que merece ser recorrido pacientemente para transformar la competición en cooperación.

Educar, para abrirse con respeto y dialogar sinceramente con el otro, reconociendo sus derechos y libertades fundamentales, especialmente la religiosa, es la mejor manera de construir juntos el futuro, de ser constructores de civilización. Porque la única alternativa a la barbarie del conflicto es la cultura del encuentro. Y con el fin de contrarrestar realmente la barbarie de quien instiga al odio e incita a la violencia, es necesario acompañar y ayudar a madurar a las nuevas generaciones para que, ante la lógica incendiaria del mal, respondan con el paciente crecimiento del bien: jóvenes que, como árboles plantados, estén enraizados en el terreno de la historia y, creciendo hacia lo Alto y junto a los demás, transformen cada día el aire contaminado de odio en oxígeno de fraternidad.

En este desafío de civilización tan urgente y emocionante, cristianos y musulmanes, y todos los creyentes, estamos llamados a ofrecer nuestro aporte: «Vivimos bajo el sol de un único Dios misericordioso. [...] Así, en el verdadero sentido podemos llamarnos, los unos a los otros, hermanos y hermanas [...], porque sin Dios la vida del hombre sería como el cielo sin el sol».

Salga pues el sol de una renovada hermandad en el nombre de Dios; y de esta tierra, acariciada por el sol, despunte el alba de una civilización de la paz y del encuentro. Que san Francisco de Asís, que hace ocho siglos vino a Egipto y se encontró con el Sultán Malik al Kamil, interceda por esta intención.

Tierra de alianzas. Egipto no sólo ha visto amanecer el sol de la sabiduría, sino que su tierra ha sido también iluminada por la luz multicolor de las religiones. Aquí, a lo largo de los siglos, las diferencias de religión han constituido «una forma de enriquecimiento mutuo del servicio a la única comunidad nacional».

Creencias religiosas diferentes se encontraron y culturas diversas se han mezclado sin confundirse, reconociendo la importancia de aliarse para el bien común. Alianzas de este tipo son cada vez más urgentes en la actualidad. Para hablar de ello, me gustaría utilizar como símbolo el «Monte de la Alianza» que se yergue en esta tierra. El Sinaí nos recuerda, en primer lugar, que una verdadera alianza en la tierra no puede prescindir del Cielo, que la humanidad no puede pretender encontrar la paz excluyendo a Dios de su horizonte, ni tampoco puede tratar de subir la montaña para apoderarse de Dios (cf. Ex 19,12).

Se trata de un mensaje muy actual, frente a esa peligrosa paradoja que persiste en nuestros días, según la cual por un lado se tiende a reducir la religión a la esfera privada, sin reconocerla como una dimensión constitutiva del ser humano y de la sociedad y, por el otro, se confunden la esfera religiosa y la política sin distinguirlas adecuadamente.

Existe el riesgo de que la religión acabe siendo absorbida por la gestión de los asuntos temporales y se deje seducir por el atractivo de los poderes mundanos que en realidad sólo quieren instrumentalizarla.

En un mundo en el que se han globalizado muchos instrumentos técnicos útiles, pero también la indiferencia y la negligencia, y que corre a una velocidad frenética, difícil de sostener, se percibe la nostalgia de las grandes cuestiones sobre el sentido de la vida, que las religiones saben promover y que suscitan la evocación de los propios orígenes: la vocación del hombre, que no ha sido creado para consumirse en la precariedad de los asuntos terrenales sino para encaminarse hacia el Absoluto al que tiende.

Por estas razones, sobre todo hoy, la religión no es un problema sino parte de la solución: contra la tentación de acomodarse en una vida sin relieve, donde todo comienza y termina en esta tierra, nos recuerda que es necesario elevar el ánimo hacia lo Alto para aprender a construir la ciudad de los hombres.

En este sentido, volviendo con la mente al Monte Sinaí, quisiera referirme a los mandamientos que se promulgaron allí antes de ser escritos en la piedra. En el corazón de las «diez palabras» resuena, dirigido a los hombres y a los pueblos de todos los tiempos, el mandato «no matarás» (Ex 20,13).

Dios, que ama la vida, no deja de amar al hombre y por ello lo insta a contrastar el camino de la violencia como requisito previo fundamental de toda alianza en la tierra. Siempre, pero sobre todo ahora, todas las religiones están llamadas a poner en práctica este imperativo, ya que mientras sentimos la urgente necesidad de lo Absoluto, es indispensable excluir cualquier absolutización que justifique cualquier forma de violencia. La violencia, de hecho, es la negación de toda auténtica religiosidad.

Como líderes religiosos estamos llamados a desenmascarar la violencia que se disfraza de supuesta sacralidad, apoyándose en la absolutización de los egoísmos antes que en una verdadera apertura al Absoluto.

Estamos obligados a denunciar las violaciones que atentan contra la dignidad humana y contra los derechos humanos, a poner al descubierto los intentos de justificar todas las formas de odio en nombre de las religiones y a condenarlos como una falsificación idolátrica de Dios: su nombre es santo, él es el Dios de la paz, Dios salam. Por tanto, sólo la paz es santa y ninguna violencia puede ser perpetrada en nombre de Dios porque profanaría su nombre.

Juntos, desde esta tierra de encuentro entre el cielo y la tierra, de alianzas entre los pueblos y entre los creyentes, repetimos un «no» alto y claro a toda forma de violencia, de venganza y de odio cometidos en nombre de la religión o en nombre de Dios. Juntos afirmamos la incompatibilidad entre la fe y la violencia, entre creer y odiar. Juntos declaramos el carácter sagrado de toda vida humana frente a cualquier forma de violencia física, social, educativa o psicológica.

La fe que no nace de un corazón sincero y de un amor auténtico a Dios misericordioso es una forma de pertenencia convencional o social que no libera al hombre, sino que lo aplasta. Digamos juntos: Cuanto más se crece en la fe en Dios, más se crece en el amor al prójimo.

Sin embargo, la religión no sólo está llamada a desenmascarar el mal sino que lleva en sí misma la vocación a promover la paz, probablemente hoy más que nunca.[6] Sin caer en sincretismos conciliadores, nuestra tarea es la de rezar los unos por los otros, pidiendo a Dios el don de la paz, encontrarnos, dialogar y promover la armonía con un espíritu de cooperación y amistad. Como cristianos «no podemos invocar a Dios, Padre de todos los hombres, si nos negamos a conducirnos fraternalmente con algunos hombres, creados a imagen de Dios».

Más aún, reconocemos que inmersos en una lucha constante contra el mal, que amenaza al mundo para que «no sea ya ámbito de una auténtica fraternidad», «a los que creen en la caridad divina les da la certeza de que abrir a todos los hombres los caminos del amor y esforzarse por instaurar la fraternidad universal no son cosas inútiles».

Por el contrario, son esenciales: En realidad, no sirve de mucho levantar la voz y correr a rearmarse para protegerse: hoy se necesitan constructores de paz, no provocadores de conflictos; bomberos y no incendiarios; predicadores de reconciliación y no vendedores de destrucción.

Asistimos perplejos al hecho de que, mientras por un lado nos alejamos de la realidad de los pueblos, en nombre de objetivos que no tienen en cuenta a nadie, por el otro, como reacción, surgen populismos demagógicos que ciertamente no ayudan a consolidar la paz y la estabilidad.

Ninguna incitación a la violencia garantizará la paz, y cualquier acción unilateral que no ponga en marcha procesos constructivos y compartidos, en realidad, sólo beneficia a los partidarios del radicalismo y de la violencia. Para prevenir los conflictos y construir la paz es esencial trabajar para eliminar las situaciones de pobreza y de explotación, donde los extremismos arraigan fácilmente, así como evitar que el flujo de dinero y armas llegue a los que fomentan la violencia.

Para ir más a la raíz, es necesario detener la proliferación de armas que, si se siguen produciendo y comercializando, tarde o temprano llegarán a utilizarse. Sólo sacando a la luz las turbias maniobras que alimentan el cáncer de la guerra se pueden prevenir sus causas reales.

A este compromiso urgente y grave están obligados los responsables de las naciones, de las instituciones y de la información, así como también nosotros responsables de cultura, llamados por Dios, por la historia y por el futuro a poner en marcha —cada uno en su propio campo— procesos de paz, sin sustraerse a la tarea de establecer bases para una alianza entre pueblos y estados.

Espero que, con la ayuda de Dios, esta tierra noble y querida de Egipto pueda responder aún a su vocación de civilización y de alianza, contribuyendo a promover procesos de paz para este amado pueblo y para toda la región de Oriente Medio.

Al Salamò Alaikum! / La paz esté con ustedes"+.

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