En la familia se aprenden los valores esenciales de la sociedad

Encuentro del Papa con la sociedad ecuatoriana ver más
Quito (Ecuador) (AICA): Después del encuentro con el mundo de la educación en la Universidad Católica de Quito, el papa Francisco se trasladó a la iglesia de San Francisco que con el convento adyacente constituye el edificio religioso católico más antiguo de América Latina. El alcalde de Quito, Mauricio Rodas, esperaba al Santo Padre en la entrada principal de la iglesia para entregarle las llaves de la ciudad. Fue un acto sencillo y sin discursos, después del cual el Padre guardián de la Comunidad Franciscana recibió a Francisco en el centro donde se desarrolló su encuentro del Santo Padre con la sociedad civil ecuatoriana y los protagonistas más representativos de diversos sectores, desde la cultura a la economía, pasando por la empresa industrial y rural, el voluntariado, el deporte y una nutrida representación de las poblaciones indígenas amazónicas.
Después del encuentro con el mundo de la educación en la Universidad Católica de Quito, el papa Francisco se trasladó a la iglesia de San Francisco que con el convento adyacente constituye el edificio religioso católico más antiguo de América Latina.

El lugar, que reviste además un gran significado simbólico para la población indígena ya que fue sede de los comandos militares de los Incas y los Caranquis, fue adquirido por los franciscanos gracias a donativos procedentes de Bélgica y la construcción que comenzó en 1536, el año de la fundación de Quito, finalizó en 1680, si bien el complejo se expandió posteriormente.

Denominado “El Escorial del Nuevo Mundo”, por sus riquezas artísticas abarca tres hectáreas y media de edificios (13 claustros, 3 iglesias, más de 3.500 obras de arte colonial y una espléndida biblioteca franciscana). Actualmente es escenario de diversas actividades culturales y sociales y sede de escuelas de pintura, escultura y grabado.

El alcalde de Quito, Mauricio Rodas, esperaba al Santo Padre en la entrada principal de la iglesia para entregarle las llaves de la ciudad. Fue un acto sencillo y sin discursos, después del cual el Padre guardián de la Comunidad Franciscana acogió a Francisco en el centro donde se desarrolló su encuentro del Santo Padre con la sociedad civil ecuatoriana y los protagonistas más representativos de diversos sectores, desde la cultura a la economía, pasando por la empresa industrial y rural, el voluntariado, el deporte y una nutrida representación de las poblaciones indígenas amazónicas.

Tras recibir el saludo del arzobispo de Cuenca, monseñor Luis Gerardo Cabrera Herrera, presidente de la Comisión para los Laicos de la Conferencia Episcopal, y escuchar las palabras de tres laicos, el Papa pronunció un discurso centrado en la importancia de la familia como lugar donde se aprenden valores de utilidad social como la solidaridad, la gratuidad y el respeto.

“Justo antes de entrar en la Iglesia, el Señor Alcalde me ha entregado las llaves de la ciudad. Así puedo decir que aquí, en San Francisco de Quito, soy de casa -dijo Francisco- Ese símbolo, que es muestra de confianza y cariño, al abrirme las puertas, me permite presentarles algunas claves de la convivencia ciudadana a partir de este ser de casa, es decir a partir de la experiencia de la vida familiar”.

“Nuestra sociedad gana cuando cada persona, cada grupo social, se siente verdaderamente de casa. En una familia, los padres, los abuelos, los hijos son de casa; ninguno está excluido. Si uno tiene una dificultad, incluso grave, aunque se la haya buscado él, los demás acuden en su ayuda, lo apoyan; su dolor es de todos.

“En varias ocasiones me he referido a la importancia de la familia como célula de la sociedad. En el ámbito familiar, las personas reciben los valores fundamentales del amor, la fraternidad y el respeto mutuo, que se traducen en valores sociales esenciales. Entonces, partiendo de este ser de casa, mirando la familia, pensemos en la sociedad a través de estos valores sociales que mamamos en casa, en la familia: la gratuidad, la solidaridad y la subsidiariedad”.

Catequista octogenaria emociona al Papa
Durante el encuentro del Papa con la sociedad civil en la Iglesia de San Francisco en Quito, una catequista octogenaria y un grupo de niños y jóvenes con Síndrome de Down conmovieron al Santo Padre con las palabras y la música que le ofrecieron.

Imelda Caicedo Vega, representante del Pueblo Montubio, que con sus 85 años recordó sus 60 años como catequista. Cuando la catequista concluyó su testimonio, el Santo Padre se acercó contento a saludarla y le preguntó: “¿Ochenta y cinco años?” “Sí”, contestó la señora. Y el Pontífice preguntó: “¿Por qué no me da la receta?”, lo que generó las risas y aplausos de los asistentes.

Caicedo le dijo al Papa en su breve alocución que “la noticia de su visita nos llenó de mucha alegría, porque vemos en Su Santidad al enviado del Señor… queremos ser también misioneros, vivir y anunciar el Evangelio con alegría, como lo hicieron Santa Narcisa de Jesús Martillo y la Beata Mercedes de Jesús Molina, hijas del pueblo montubio, orgullos de nuestra raza”.

Asimismo, la catequista destacó que “durante muchos años, cuando no teníamos sacerdotes, la fe católica se mantuvo en nuestros pueblos gracias a la devoción a la Virgen María, por eso decimos que ella es la gran misionera del pueblo montubio”.

Ante la atenta mirada del Pontífice, la representante del Pueblo Montubio, enfatizó que “las transformaciones sociales se harán realidad si todos asumimos nuestras responsabilidades y nos guiamos por los criterios de Cristo, que siempre nos habla del amor, del perdón, la fraternidad y la generosidad”.

“Solo así sabremos afrontar a aquellos que quieren manipulamos y utilizan a los pobres para implantar proyectos e ideologías perversas, que van contra la vida y la familia, que destruyen al hombre y le arrebatan su dignidad”, resaltó.

Previamente los niños del Sistema Nacional de Música para Niños Especiales (SINAMUNE) interpretaron algunas piezas que el Papa escuchó muy atento. Después de la presentación, algunas niñas del grupo musical se acercaron al Pontífice y lo saludaron con singular ternura.+


Discurso del Papa a los representantes de la sociedad civil

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