“Fue fray Luis Bolaños -dijo monseñor Martínez- quien en 1615 trajo la imagen de la Pura y Limpia Concepción a Itatí y desde allí María, la Virgen, acompaña al nordeste argentino. Por eso, durante varios días previos al 16 de julio y desde las distintas provincias de la región se acercaron numerosos fieles en peregrinación a ese pequeño pueblo de Itatí, a visitar a su Madre en la Basílica”.
“En realidad -explicó el pobispo- María siempre acompañó a la Iglesia. Desde su mismo nacimiento en Pentecostés. Ella estuvo junto a los Apóstoles ‘todos ellos (los Apóstoles), íntimamente unidos se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la Madre de Jesús’.
“Desde los primeros siglos -señaló monseñor Martínez- los cristianos veneraban a María con diversas advocaciones ligadas a temas teológicos, como ‘María, Madre de Dios’, proclamada en los primeros siglos, o bien a lugares donde la Iglesia evangelizaba. En América latina, desde que la fe cristiana llegó a nuestras tierras, María ‘nuestra Madre’ siempre estuvo presente. En Guadalupe, en Caacupé, en Luján, y en nuestro nordeste, la de Itatí.
“A ella, a María de Itatí que siempre nos acompaña, le hemos pedido en nuestra fiesta Patria para que interceda ante nuestro Padre Dios por todos los argentinos. También hemos colocado todas nuestras inquietudes pastorales así como la preparación para el Congreso Eucarístico Nacional del 2016.
Luego el obispo comentó el texto del Evangelio del domingo “en el que se nos muestra al Señor en plena misión, junto a los Apóstoles, y nos señala ‘pues los que iban y venían eran muchos y no les quedaba tiempo ni para comer’. El texto indica un hecho que pasó pero que tiene vigencia y reclama hoy que profundicemos nuestra condición de “discípulos y misioneros” “y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas”.
“En este tiempo experimentamos que el Espíritu Santo impulsa especialmente en América latina y el Caribe, y por lo tanto en nuestra diócesis, el llamado gozoso de anunciar la Buena Nueva que hemos conocido, a tantos hermanos que necesitan profundizar el encuentro con Jesucristo y asumir los valores que nos enseña el Evangelio.
“Desde hace siglos en nuestra tierra experimentamos el amor de Dios, agradecemos las ordenaciones de nuestros seminaristas que recibieron el diaconado y pronto serán sacerdotes y de los 9 hombres casados que serán ordenados diáconos permanentes. Así como ayer, hoy hay muchos que dicen sí al amor de Dios.
“El documento de Aparecida señala que en nuestra misión no partimos de cero, sino de un trabajo que, aún con límites, la Iglesia viene realizando en nuestro continente: “Agradecemos a Dios como discípulos y misioneros porque la mayoría de los latinoamericanos y caribeños están bautizados. La providencia de Dios nos ha confiado el precioso patrimonio de la pertenencia a la Iglesia por el don del bautismo que nos ha hecho miembros del Cuerpo de Cristo, pueblo de Dios peregrino en tierras americanas, desde hace más de quinientos años. Alienta nuestra esperanza la multitud de nuestros niños, los ideales de nuestros jóvenes y el heroísmo de muchas de nuestras familias que, a pesar de las crecientes dificultades, siguen siendo fieles al amor. Agradecemos a Dios la religiosidad de nuestros pueblos que resplandece en la devoción al Cristo sufriente y a su Madre bendita, en la veneración a los santos con sus fiestas patronales, en el amor al Papa y a los demás pastores, en el amor a la Iglesia universal como gran familia de Dios que nunca puede ni debe dejar solos o en la miseria a sus propios hijos”.
“A nuestra Madre de Itatí, encomendamos nuestra Patria y provincia, así como el aporte que podamos realizar desde la evangelización y humanización de nuestra cultura”, concluyó su reflexión el obispo de Posadas.+
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