El joven clérigo será ordenado por la imposición de manos y la oración consagratoria de monseñor Martín Fassi, obispo auxiliar de San Isidro.
Mario Giménez es originario de la zona rural de Palma sola, de Pilcomayo, Formosa. Realizó los estudios básicos en esta localidad, y más tarde ingresó a la Facultad de Economía de la Universidad de Formosa, con sede en Clorinda. Años después recibió el título de tasador corredor y martillero público.
Tras haberse graduado, Giménez viajó a Buenos Aires en busca de trabajo. En el partido de Moreno continuó su apostolado con los jóvenes, que ya había comenzado en la capilla de su pueblo. En este contexto descubrió su vocación, acompañando a jóvenes en situación de abandono, con casos de violencia familiar y adicciones.
“Todo aquello me llevó a rezar por los consagrados, esas personas que con su entrega indivisa hacen presente a un Cristo cercano y amoroso. Después comencé a cuestionarme por qué yo no podía ser uno de esos”, contó Giménez.
El joven decidió ser teatino porque se considera “una persona comunitaria, familiar”, dispuesto a la vida fraterna sencilla y en común. En 2008 ingresó a la casa de formación San Cayetano, de Villa Adelina, y cursó sus estudios filosóficos y teológicos en el Colegio Máximo, de San Miguel.
La Orden de Clérigos Regulares, más conocida como los padres teatinos, es un instituto de vida consagrada fundado por san Cayetano, y su principal carisma es el sacerdocio vivido en común y la reforma de vida.+
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