Mons. Stanovnik: “Expresemos nuestro deseo sincero de conversión a Dios”

Mons. Stanovnik: “Expresemos nuestro deseo sincero de conversión a Dios”

Corrientes (AICA): El arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap, presidió el 14 de febrero en la catedral Nuestra Señora del Rosario la misa de miércoles de ceniza, que dio inicio al tiempo cuaresmal. “Expresemos nuestro deseo sincero de conversión a Dios con gestos concretos de paciencia, cercanía y servicio”, pidió el arzobispo en su homilía.
El arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap, presidió la misa del miércoles de ceniza en la catedral Nuestra Señora del Rosario.

Con motivo del inicio de la Cuaresma, el prelado recordó que “se trata de un tiempo en el cual nos preparamos para vivir la alegría de la Pascua de Resurrección”, y advirtió que “preparar algo es dedicarse a ello y concentrar la atención en aquellas cosas, que nos ayudarán a vivir mejor ese momento”.

“Como la cuaresma es el tiempo en el que nos preparamos para la Pascua, la atención la debemos poner en Jesús, Él es nuestra Pascua. La Cuaresma es entonces el tiempo en el que los cristianos nos disponemos a convertir nuestro corazón a Dios, con la confianza de que Él será clemente y misericordioso con nosotros”, afirmó.

“Al centrar nuestra atención en Jesús, en su persona y su palabra, nos invade la certeza de que realmente somos perdonamos si nos arrepentimos sinceramente de nuestros pecados”, explicó monseñor Stanovnik, y en referencia al Evangelio, “la devastación que produce la vanidad y la soberbia en el corazón del hombre”.

“Colocarse en el centro de la escena, llamando excéntricamente la atención de los otros, pretendiendo obsesivamente los primeros puestos, es la mayor ruina que el ser humano puede infligirse a sí mismo”, expresó, y añadió que “al que procede así, Jesús les asegura que ya tiene su recompensa, que no es otra que el derrumbe en su propio egoísmo. No hay peor cosa que le puede suceder a una persona, que encerrarse en sí misma, creerse que no necesita de nadie, sentirse autosuficiente y exigir que los demás lo miren y lo aplaudan”, aseguró.

“Este tiempo penitencial es una gran oportunidad para responder al llamado del profeta Joel que escuchamos en la primera lectura: ‘Vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos. Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan al Señor su Dios, porque él es bondadoso y compasivo’”, indicó el prelado.

Finalmente, recordó que Jesús nos propone tres prácticas que ayudan a templar el espíritu: el ayuno, la oración y la limosna, señaló. “Lo que le sucede al cuerpo influye en el espíritu; y viceversa, lo que sucede en el espíritu impacta también en el cuerpo. La práctica cristiana de ayunar fortalece el espíritu para la oración, la privación del alimento crea espacio interior para escuchar la Palabra y responder a ella con el amor al prójimo. Ahí vemos cómo la limosna, la oración y el ayuno se completan entre sí”.

“La limosna no debe entenderse como lo sobrante que cae en las manos del necesitado. Tampoco el ayuno se reduce a una práctica meramente exterior, que en ese caso serviría solo para inflar el propio ego. Ni la oración puede estrechar los vínculos con Dios si no toca la profundidad del corazón”, aclaró el arzobispo.

Monseñor Stanovnik recordó la invitación del Papa a una jornada especial de oración y ayuno por la paz, que será el 23 de febrero. En ese contexto, insistió en la exhortación de Francisco a preguntarse “¿Qué puedo hacer yo por la paz”. En ese sentido, el prelado pidió “decir concretamente ‘no’ a la violencia”.

“Con la bendición y la imposición de la ceniza que vamos a realizar a continuación, queremos expresar nuestro reconocimiento de que somos pecadores, que en cuanto tales confiamos en Dios que es infinitamente compasivo y misericordioso con los que se arrepienten de corazón. Y, a la vez, le pedimos que nos conceda la gracia de la vida nueva que nos viene de Jesús, muerto y resucitado. Finalmente, iluminados y fortalecidos por la Palabra de Dios, vayámonos con el compromiso de empezar ya nuestro camino cuaresmal, dedicando más tiempo a la oración, a la visita del Santísimo Sacramento en los lugares y tiempos donde la misma se realiza, a meditar y a orar con algún texto de la Sagrada Escritura, y, por sobre todo, a participar en la Misa dominical y acercarnos al sacramento de la Reconciliación”.

“Expresemos nuestro deseo sincero de conversión a Dios con gestos concretos de paciencia, cercanía y servicio, ante todo, hacia aquellos con quienes compartimos diariamente nuestra vida; y luego, busquemos ser generosos con los que sufren, los pobres, los enfermos, los que están solos, y también con los que nos hacen la vida imposible. No olvidemos que Dios ha sido bueno con nosotros pecadores. Seamos también nosotros pródigos y siempre dispuestos a hacer el bien”, concluyó.+

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