El curso giró en torno del documento Unitatis redintegratio (1964), del Concilio Vaticano II, y de la encíclica Ut unum sint (Para que sean uno, 1995), de San Juan Pablo II. El profesor comentó también el artículo Principios del ecumenismo, del profesor José Ramón Villar, catedrático de teología de la Universidad de Navarra, y el libro Conocerse y comprenderse: una introducción al ecumenismo (Rialp, Madrid, 2003), de la teóloga católica alemana Jutta Burggraf.
Cristo fundó una única iglesia; las divisiones contradicen la voluntad del fundador, son un escándalo para el mundo y un serio obstáculo para la evangelización, señaló. La Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia Católica, apuntó. Unitatis redintegratio dice: ...única es la Iglesia fundada por Cristo Señor, aun cuando son muchas las comuniones cristianas que se presentan a los hombres como la herencia de Jesucristo.
Ahora, expresó el disertante, quienes nacen en otras comunidades cristianas no tienen la culpa de la separación pasada; la fe y el bautismo los incorpora a Cristo, aunque esta comunión no sea plena; son auténticos cristianos amados por la Iglesia y reconocidos como hermanos.
El ecumenismo se orienta a la relación entre las comunidades como tales y busca la perfecta unión visible e institucional. Comunidades separadas por razones de doctrina, de historia, de tradición o de práctica.
El Concilio Vaticano II destacó la existencia de elementos de santidad y de verdad en las comunidades cristianas. Y San Juan Pablo II indicó que los elementos de santidad y de verdad constituyen la base objetiva de la comunión existente, aunque imperfecta.
Destacó el docente el esfuerzo que debe hacerse para eliminar palabras, juicios, gestos y acciones que no responden con justicia y verdad a la condición de los hermanos separados y que, por ello mismo, hacen más difíciles las relaciones mutuas con ellos. La distancia a veces se agrava por la inercia, la indiferencia o el escaso conocimiento recíproco. Recordó, con el beato Pablo VI, que el clima del diálogo es la amistad. Destacó la integridad y claridad en la exposición de la doctrina y el cuidado en el modo de exponerla, para que este no sea un obstáculo en el diálogo. Y subrayó el valor fundamental de acudir a la oración.
El curso se dio pocos días después de concluir el octavario de oración para la unidad de los cristianos, que cada año se reza entre el 18 y el 25 de enero, día de la conversión de San Pablo, y que en la Argentina se lo hace en la semana de Pentecostés.
El presbítero Erwin Soto es paraguayo. En 1995 se recibió de contador público en la Universidad Católica de Asunción, Paraguay. Entre 1999 y 2001 cursó el bachillerato teológico en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en Roma, y entre 2001 y 2004 realizó la licenciatura y el doctorado en Teología Dogmática en la Universidad de Navarra, España. Fue ordenado sacerdote en Roma el 22 de mayo de 2004. Se desempeña como capellán en la residencia universitaria Ciudad Nueva, ubicada en la calle 5 número 571, en la ciudad de La Plata.+
Publicar un comentario