Con el lema “Queremos ser comunidades orantes, fraternas y misioneras”, la comunidad marplatense se apresta a celebrar el 60º aniversario de la creación de la diócesis. Durante el curso del año, según anunció el obispado, “habrá diversas actividades especiales para poder hacer memoria agradecida y celebrar este feliz aniversario”.
Con motivo de este acontecimiento, el presbítero Hugo W. Segovia, “ciudadano ilustre de Mar del Plata”, que tiene a su cargo la columna “Ayer, hoy y siempre” en el diario El Argentino, de la ciudad de Miramar, publicó el 19 de enero pasado el siguiente artículo:
Mar del Plata, diócesis
Comodoro Rivadavia, Formosa, Gualeguaychú, Lomas de Zamora, Mar del Plata, Morón, Nueve de Julio, Posadas, Reconquista, San Isidro, Santa Rosa, Villa María. Uno por uno, y por orden alfabético, fueron surgiendo los nombres de las doce nuevas diócesis que por la bula “Quandoquidem adoranda” Pío XII había erigido en la Argentina y que la radio recogía en su informativo.
Era el 11 de febrero de 1957, fiesta de Nuestra Señora de Lourdes y después de mucho tiempo un sueño que se hacía realidad.
Ya antes de la crisis de fines de 1954 el nuncio monseñor Mario Zanín había llevado a Roma el proyecto. Lo sucedido después postergó la decisión y es así como teníamos una casi masiva ampliación del episcopado argentino.
Era muy importante la creación de estas diócesis, semejante a la que había tenido lugar en 1934, en las vísperas del Congreso Eucarístico Internacional. Había entonces solo once diócesis (una sola arquidiócesis) y pasamos a veintiuna. En el lapso de 1934 a 1957 solo hubo dos nuevas diócesis (Resistencia en 1940 y San Nicolás de los Arroyos en 1947).
Cuatro años después (1961), en vísperas del Concilio, habría otra lista grande de nuevas diócesis (Añatuya, Avellaneda, Concordia, Goya, Neuquén, Orán, Rafaela, Río Gallegos, San Francisco, San Martín y San Rafael). Completarían en 1963 este elenco Concepción, Cruz del Eje, Presidencia Roque Sáenz Peña (hoy San Roque de Presidencia Roque Sáenz Peña) y Venado Tuerto.
Iglesia Peregrina
Casi en coincidencia con el día de la fundación de la ciudad de Mar del Plata (1874) y en la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes que en su gruta del corazón del puerto viene a ser el centro más concurrido de devoción de residentes y turistas, esta ciudad venía a ser sede de una diócesis.
No se trataba de una sucursal del Vaticano como algunos piensan ya que los obispos son sucesores de los apóstoles, vicarios de Jesucristo también ellos. La ordenación episcopal es más que un hecho jurídico, una realidad sacramental. La Iglesia diocesana conserva su identidad gracias a los lazos con las otras iglesias y, en modo eminente, con la Iglesia de Roma. Los documentos del Concilio fueron firmados por “Pablo, obispo en comunión (una cum) con los demás obispos” y en nuestros días vemos cómo el papa Francisco ha priorizado su misión de obispo de Roma.
Los Padres de la Iglesia lo decían así: "La Iglesia de Dios que peregrina en tal lugar". Y Pablo VI afirmaba que la vitalidad de la Iglesia se manifiesta en su capacidad de distinguirse del mundo y, al mismo tiempo, dirigirse a él. Es decir, que cuanto más se adapta a la sociedad de su tiempo más debe emerger su figura original. Y cuanto más marginada, más debe fortalecer sus lazos con Cristo. "Más -decía el cardenal Etchegaray- envuelta en las turbulencias de la vida, más debe buscar a Dios bajo pena de convertirse en un árbol sin raíces".
Es la inversa de lo que sucede con el proceso de globalización que padecemos: nos resulta problemático entender cómo, en la sucesión apostólica, la unidad y la diversidad se implican mutuamente.
Pude experimentarlo en la clausura del Sínodo para América (1997) al ver pasar a monseñor Arancedo [en ese entonces obispo de Mar del Plata] junto a los otros delegados del episcopado latinoamericano y era como si Mar del Plata se codeara con las otras ciudades. Aquello, también, de los Padres de la Iglesia: "el obispo está en la Iglesia y la Iglesia en el obispo".
El primer obispo
La diócesis de Mar del Plata abarcaba un extenso territorio desmembrado de la arquidiócesis de La Plata por el norte y de la diócesis de Bahía Blanca (que también por la misma bula era promovida al rango arzobispal) por el sur. Este territorio se mantuvo hasta que Juan Pablo II creó la diócesis de Chascomús en 1980.
Aquella mañana del 11 de febrero fue también como el anticipo de lo que experimentaríamos un mes después, cuando se hizo público el nombramiento de los nuevos obispos. Entre ellos ocupaba un lugar preponderante la figura de monseñor Enrique Rau (obispo auxiliar de La Plata en 1951 y obispo de Resistencia en 1955).
Aunque, a primera vista, no parecía la persona más indicada para poner en marcha una nueva jurisdicción eclesiástica, era más grande aún el honor de contarlo como obispo. Un gran profesor, un gran escritor, un gran pastor también porque había sido pionero ya en una Argentina preperonista de la singular experiencia de la Juventud Obrera Católica (JOC) y como auxiliar de monseñor Tomás Solari, recorrer la enorme arquidiócesis, uno de cuyos frutos fue la publicación de la revista "Psállite" sobre la necesidad del canto litúrgico (era también un amante de la música). Esa revista se unía a la audaz "Revista de Teología" (primera en América Latina, en las vísperas de su episcopado) como a las "Notas de pastoral jocista".
También ofrece un lugar preponderante en su curriculum la notoria presencia, el 1º de julio de 1951 en su ordenación episcopal, del canónigo belga Josep Cardijn [fundador de la Juventud Obrera Católica]. Tampoco se puede pasar por alto lo que el padre Juan Carlos Ruta "descubrió" en la sede mundial de la JOC en Bruselas al ver en la pared el retrato de monseñor Rau con el título "Doctor de la JOC").
Faltaba poco para el Concilio y monseñor Rau lo vivió a fondo como monseñor Quarracino lo decía: "Tendría que ser su predicador itinerante para que se hiciera carne en todas las comunidades". Y no sólo él sino hasta Pablo VI que lo designó, único latinoamericano, integrante del Consejo para la ejecución de la reforma litúrgica a la par de los más grandes expertos del mundo.+
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