Mons. Lugones y la encíclica: “El Papa clama que escuchemos el grito de la creación”
El prelado, encargado por la Conferencia Episcopal Argentina para hablar sobre el nuevo documento pontificio, afirmó que “para el Papa es imprescindible que la construcción de caminos concretos no se afronte de modo ideológico, superficial o reduccionista, sino que sea un diálogo con todos los sectores, en el que también la Iglesia sea escuchada”.
“Esta es una encíclica dirigida a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. No la dirige a la Iglesia, sino a todos”, sostuvo en declaraciones a AICA.
Asimismo, indicó que el Papa afronta varios aspectos, entre ellos la contaminación y el cambio climático, la basura, la cultura del descarte y la cuestión del agua, a la que “le da mucha importancia”.
“Así como Juan Pablo II esgrimió el término ‘conversión ecológica’, Francisco habla del agua social, que es un derecho humano primordial para todos. El Papa habla del agua social porque el agua no debe ser privatizada”, precisó y agregó a modo de información: “En tres décadas un tercio de la población mundial no va a tener agua dulce”.
El obispo indicó que en la encíclica el Papa también se refiere a la perdida de la biodiversidad, al deterioro de la calidad de la vida humana y la decadencia social, y la “inequidad planetaria, es decir, la brecha en los gastos y la calidad de basura que gastan los países del primer mundo y los otros que no tienen acceso al confort”.
Monseñor Lugones consideró que el pontífice también esgrime una crítica a la debilidad de las reacciones de los organismos internacionales, al señalar que “vemos que hay organizaciones loables que están trabajando sobre la ecología, pero vemos que las soluciones de fondo no se tratan”.
“La Iglesia está abierta a la diversidad de opiniones por eso la Iglesia está abierta al diálogo, por eso hay un capítulo en el cual expresamente el Papa pide diálogo y dice que la Iglesia no pretende definir las cuestiones científicas ni sustituir a la política, pero invita a un debate honesto y tranparente para las necesidades particulares y las ideologías no afecten al bien común”, indicó y detalló: “Menciona cinco puntos de diálogos: el diálogo sobre la ambiente en la política internacional, el diálogo hacía nuevas políticas nacional y locales, favorecer debates sinceros y honestos, política y la economía en diálogo para la condición humana, las regiones en diálogo con la ciencia”.
El cuanto a la propuesta papal de ir hacia una “ecología integral”, el prelado precisó: “Tenemos que cuidar la creación, pero también recordar que el centro de la creación es el hombre y la cantidad de gente que tenemos que vive en un inframundo, por eso el Papa insiste en una opción por los más pobres, débiles y sufrientes”.
Al ser consultado sobre si argentinos colaboraron en la redacción de la carta encíclica, monseñor Lugones dijo “desconocerlo”, pero destacó que entre las ciento y pico de citas que hay en el texto aparecen menciones a conferencias episcopales, entre ellas puntos de un documento “muy fuerte” de los obispos bolivianos y una referencia a los obispos de la Patagonia-Comahue argentina, que suelen hablar de los problemas de la minería y la contaminación.
El pontífice cita en la página 41 el mensaje que los obispos patagónicos escribieron para la Navidad 2009, al hacer referencia sobre los daños causados por la exportación hacia los países en desarrollo de residuos sólidos y líquidos tóxicos, y por la actividad contaminante de empresas que hacen en los países menos desarrollados lo que no pueden hacer en los países que les aportan capital: “Constatamos que con frecuencia las empresas que obran así son multinacionales, que hacen aquí lo que no se les permite en países desarrollados o del llamado primer mundo. Generalmente, al cesar sus actividades y al retirarse, dejan grandes pasivos humanos y ambientales, como la desocupación, pueblos sin vida, agotamiento de algunas reservas naturales, deforestación, empobrecimiento de la agricultura y ganadería local, cráteres, cerros triturados, ríos contaminados y algunas pocas obras sociales que ya no se pueden sostener”.
Monseñor Lugones reclamó paciencia para leer la encíclica de 187 páginas divididas en seis capítulos y sugirió prestar especial atención a la primera parte donde el Papa explica la finalidad del texto y formula algunas preguntas interpelantes.
“No olvidar el capítulo quinto que son líneas de orientación y acción, y sobre todo de aliento el diálogo. También en el sexto referido a la educación y la espiritualidad ecológica, en el que habla de apostar a otro estilo de vida: educar para la alianza entre humanidad y ambiente, del gozo y de la paz, del amor civil y político, los signos sacramentales y el descanso celebrativo, la Trinidad y la relación entre las creaturas. Incluye también una oración a la Reina de todo lo creado que es la Virgen, y termina con dos oraciones: una para la gente y otra a los católicos”, concluyó.+
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