Mons. Castagna: “Las enseñanzas de Jesús denuncian toda forma de totalitarismo”
El prelado recordó que la solidaridad requiere humildad y pobreza de corazón. No se mide por el volumen significativo del don sino por la calidad del gesto” y lamentó que todavía hoy perduren formas de esclavitud.
“Se ha abolido legalmente la esclavitud, pero aún perduran gobiernos autoritarios, regímenes de ocasionales dictadores que no tratan a sus gobernados, y menos a sus adversarios políticos, como ‘hermanos queridos’, sino como destinados a aceptar sin chistar sus pretensiones políticas y económicas”, advirtió y agregó: “Las enseñanzas de Jesús promueven el amor fraterno y denuncian la intolerancia y atropello de toda forma de totalitarismo”.
Monseñor Castagna admitió que “los predicadores del Evangelio padecieron y padecerán persecuciones, a veces muy cruentas, por parte de quienes medran con los más débiles, biológica, económica y culturalmente”.
“La opción de la Iglesia por los considerados genéricamente pobres, la sitúa en las antípodas del consumismo y del vaciamiento de los valores que sostuvieron, tradicionalmente, la convivencia y el orden social. Sin duda es ésta una hora particularmente propicia para una renovada aplicación del Evangelio de Cristo”, concluyó.
Texto de la sugerencia
1.- La primacía de los últimos. ¡Dura y saludable lección! En su relación cotidiana con sus más cercanos, el Señor aprovecha mínimos incidentes para impartir enseñanzas de envergadura. Aquellos hombres de aspecto adulto no pueden encubrir su estado adolescente. Discuten quién será el más grande en el Reino que Cristo establecerá, poco definido aún por ellos. El Señor no se impacienta ante la ignorancia, como tampoco ante el pecado reconocido, sólo la hipocresía le provoca una profunda indignación. En la economía de Dios sigue prevaleciendo la humildad, temida y desechada por los hombres. El texto proclamado hoy expresa la fuerza de la verdad en un gesto destacable de simplicidad y ternura: "Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: 'El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos'. Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: 'El que recijbe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado'". (Marcos 9, 35-37). Es bien evangélico afirmar que el gobernante debe ser un servidor, decidido a ocupar el último lugar y cuidar - en Nombre de Dios - a los más desamparados de la sociedad. Lo recuerda con frecuencia el Papa Francisco.2.- El destino "a todos" de las enseñanzas de Jesús. Este principio no sólo afecta a quienes gobiernan sino a todos. Cualquiera sea la misión que nos corresponda desempeñar, si nos proponemos desempeñarla con fidelidad, exigirá que nos hagamos los últimos. La vida corriente es una exposición innegable de dos actitudes contrapuestas: la de quienes buscan su provecho exclusivo, sirviéndose de todo y de todos, y la de quienes se empeñan en servir a quienes sean, sobre todo a los más pobres y marginados. A raiz de la emigración proveniente del Medio Oriente, causada por una guerra devastadora, hemos podido comprobar la presencia de ambas actitudes, ilustrativas de un espíritu solidario de extrema exigencia, por un lado, y del nefasto maquillaje legal para el maltrato y la desatención, por otro lado. El mundo se muestra contradictorio. Está el bien y el mal, la megalomanía y la generosa atención a quienes sufren las consecuencias de la violencia bélica y de la indiferencia, y hacen búnkers sobreprotegidos de sus entornos familiares y sociales. El llamado continuo del Papa Francisco, a hacerse cargo de tantos hermanos heridos, constituye el reclamo evangélico de mayor actualidad y urgencia. Junto a la palabra está el gesto comprometido de ofrecer espacios parroquiales y monacales que contribuyan a superar la extrangerización dolorosa y la nostalgia desgarradora de la patria demolida por las bombas.
3.- Hacerse pobre para cotizar la pobreza evangélica. La solidaridad requiere humildad y pobreza de corazón. No se mide por el volumen significativo del don sino por la calidad del gesto. En esta perspectiva, netamente evangélica, el principal lugar está reservado a los seres desechados por la sociedad: los pobres, los enfermos, los encarcelados, los injustamente postergados, los niños y los ancianos. Para preferir a los pequeños y desheredados de los hombres, hay que hacerse como un niño por la humildad, de otra manera, y en el mejor de los casos, se implementarán recursos llamados "caritativos". Lo caritativo, aún hoy vinculado con la limosna, no considera al necesitado como un hermano sino como un pordiosero. Sin duda tal actitud se opone al Evangelio. No lo entiende así el Apóstol Pablo en su breve y conmovedora carta a Filemón. Onésimo es esclavo y propiedad del destinatario de la carta, pero algo ha cambiado en sus relaciones, que el santo Apóstol sintetiza así: "Tal vez, él se apartó de ti por un instante, a fin de que lo recuperes para siempre, no ya como un esclavo, sino como algo mucho mejor, como un hermano querido". (Carta a Filemón v. 15-16). La enseñanza de Pablo es auténticamente revolucionaria, como lo es todo el Evangelio. Si Onésimo, esclavo escapado de su dueño legal, se convierte a la fe y es bautizado ya no puede ser considerado como una "cosa" que tiene dueño, sino "como un hermano querido" del hasta entonces dueño y señor, propietario de la vida y de la muerte de su esclavo.
4.- Perduran formas de esclavitud. Se ha abolido legalmente la esclavitud, pero aún perduran gobiernos autoritarios, regímenes de ocasionales dictadores que no tratan a sus gobernados, y menos a sus adversarios políticos, como "hermanos queridos", sino como destinados a aceptar sin chistar sus pretensiones políticas y económicas. Las enseñanzas de Jesús promueven el amor fraterno y denuncian la intolerancia y atropello de toda forma de totalitarismo. Los predicadores del Evangelio padecieron y padecerán persecuciones, a veces muy cruentas, por parte de quienes medran con los más débiles, biológica, económica y culturalmente. La opción de la Iglesia por los considerados genéricamente pobres, la sitúa en las antípodas del consumismo y del vaciamiento de los valores que sostuvieron, tradicionalmente, la convivencia y el orden social. Sin duda es ésta una hora particularmente propicia para una renovada aplicación del Evangelio de Cristo.
This entry passed through the Full-Text RSS service - if this is your content and you're reading it on someone else's site, please read the FAQ at fivefilters.org/content-only/faq.php#publishers.
Publicar un comentario