Al convocar a esta jornada, el organismo episcopal que preside monseñor Hugo Salaberry SJ, obispo de Azul, destacó que en su mensaje para esta jornada el papa Francisco afirma que “cada forastero que llama a nuestra puerta es una ocasión de encuentro con Jesucristo, que se identifica con el extranjero acogido o rechazado en cualquier época de la historia: ‘era extranjero y ustedes me recibieron en su casa’”.
Asimismo, subrayó que el pontífice invita a dar una respuesta común articulada en torno a cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar.
«Acoger» recuerda la exigencia de ampliar las posibilidades de entrada legal, no expulsar a los desplazados y a los inmigrantes, y equilibrar la preocupación por la seguridad nacional con la protección de los derechos humanos fundamentales. La Escritura nos recuerda: «No olviden la hospitalidad; por ella algunos, sin saberlo, hospedaron a ángeles».
«Proteger» nos recuerda el deber de reconocer y de garantizar la dignidad inviolable de los que huyen de un peligro real en busca de asilo y seguridad, evitando su explotación. En particular, pienso en las mujeres y en los niños expuestos a situaciones de riesgo y de abusos que llegan a convertirles en esclavos. Dios no hace discriminación: «El Señor guarda a los peregrinos, sustenta al huérfano y a la viuda».
«Promover» tiene que ver con apoyar el desarrollo humano integral de los migrantes y refugiados. Entre los muchos instrumentos que pueden ayudar a esta tarea, deseo subrayar la importancia que tiene el garantizar a los niños y a los jóvenes el acceso a todos los niveles de educación. Animo también a esforzarse en la promoción de la inserción socio-laboral de los emigrantes y refugiados, garantizando a todos la posibilidad de trabajar, cursos formativos lingüísticos y de ciudadanía activa. La Biblia nos enseña que Dios «ama al emigrante, dándole pan y vestido»; por eso nos exhorta: «Amarán al emigrante, porque emigrantes fueron en Egipto».
Por último, «integrar» significa trabajar para que los refugiados y los migrantes participen plenamente en la vida de la sociedad que les acoge, en una dinámica de enriquecimiento mutuo y de colaboración fecunda, promoviendo el desarrollo humano integral de las comunidades locales. Como escribe san Pablo: «Así pues, ya no son extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios».
“Expresamos nuestra cercanía y adhesión a todos y cada uno de los migrantes y refugiados que han venido en busca de un futuro mejor, comprometiéndonos para que puedan encontrar corazones solidarios e integradores, sin egoísmos ni indiferencias, que los reciban como hermanos en el Pueblo de Dios que peregrina en la Argentina”, pidió la comisión episcopal.
Informes: (011) 4963-6889/4962-2663, mail@cemi.org.ar o en la página web: www.cemi.org.ar.+
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