Mons. Martorell: "La vida sin fe es tremendamente dolorosa"
Sin embargo -advirtió el prelado- "no debemos condenar a quien no cree con tanta liberalidad. La fe es un don de Dios y este don debe penetrar en el corazón del hombre y hacerse en él una necesidad para su vida. La vida sin fe es tremendamente dolorosa y lleva al hombre al aislamiento y muchas veces a la desesperación. Para creer y aceptar el “misterio eucarístico” hay que entregarse a Dios en Jesucristo y creer en la dimensión eterna de su amor que haciéndose comida y bebida, camina en nuestros pasos por la vida, elevándonos en las virtudes de la esperanza y el amor".
En el Evangelio del domingo, prosiguió explicando el obispo, "Jesús frente a la duda de los doce apóstoles les pregunta: ¿También ustedes se quieren ir? A Cristo o se lo acepta o se lo rechaza íntegramente, no se puede aceptar una parte sí y otra no. Aquí el error de los hermanos cristianos separados: el misterio de la Palabra sí, el de la Eucaristía no; el de la Comunidad sí pero el de la Iglesia no. Ni la compasión por los incrédulos ni el deseo de atraerlos nos debe llevar a mutilar el misterio íntegro del Señor y especialmente lo que Él mismo ha dicho y enseñado sobre la Eucaristía".
Monseñor Martorell completó su reflexión: "Nadie amó tanto a los hombres ni procuró su salvación más que él. Sin embargo prefirió perder a muchos discípulos que modificar una coma de sus palabras. Pedro nos muestra la actitud de quien decidió en su vida por Cristo al exclamar: “Señor, a quién vamos a ir si sólo Tú tienes palabras de vida eterna, nosotros creemos y sabemos que Tú eres el Santo consagrado por Dios”. Así pues el misterio eucarístico seguirá por los siglos distinguiendo a los verdaderos seguidores de Cristo".+
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