El pontífice expresó su reconocimiento al padre Michele Piscopo, el superior saliente, e invitó a esa familia religiosa a perseverar en el ámbito apostólico.
En su discurso, el Papa destacó el momento de gracia que constituye el Capítulo General de un instituto de vida consagrada, y el particular carisma que les legó su fundador, san José Marello, que consiste en reproducir en la vida y en el apostolado el ideal de servicio que vivió san José de Nazaret.
“Él vivió con fidelidad y sencillez su vocación de custodio de María y de Jesús. Estuvo cerca de su esposa en los momentos alegres y en aquellos difíciles, y con ella estableció una maravillosa familiaridad con Jesús, que tenía continuamente bajo sus ojos”, puntualizó, y recordó también palabras inspiradoras del fundador, a las que definió “de gran actualidad”.
“Digan: 'somos siervos inútiles', pero esfuércense por hacer la parte que la voluntad divina por medio de quien la representa, día a día les asigna; y también que los hombres vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”, subrayó.
Asimismo, los animó también a seguir viviendo y trabajando en la Iglesia y en el mundo con las virtudes sencillas y esenciales del Esposo de la Virgen María, en el espíritu de aquella “feliz síntesis” que les fue dejada por san Marello como lema y programa: “Sean cartujos en casa y apóstoles fuera de ella”.
“Esta enseñanza, siempre viva en vuestro espíritu, compromete a todos ustedes a custodiar en las casas religiosas un clima de recogimiento y oración, favorecido por el silencio y por oportunos encuentros comunitarios”, agregó.
Al referirse al relativismo actual que mina las bases del edificio de la fe y despoja de significado la idea de fidelidad cristiana, el Papa dijo que el mandato de san José Marello de ser por todos lados testigos de amor y fidelidad a Cristo y a su Iglesia “es más pertinente que nunca”.
“A la gente de todas las partes del mundo, y en particular a los jóvenes, a quienes va dirigido en gran parte vuestro apostolado, ustedes enseñan, con la vida y las palabras, que el ejemplo de José de Nazaret, consagrado plenamente al servicio de Jesús, sigue siendo el modo más sencillo, seguro y fascinante de realizar plena y gozosamente la vida y la vocación cristiana”, sostuvo.
“Ante esta cultura superficial que exalta la posesión de los bienes materiales, prometiendo felicidad a través de peligrosos atajos, ustedes no dejan de estimular a los jóvenes a templar el espíritu y a formarse una personalidad madura, capaz de fuerza pero también de ternura”. "Y la alegría más grande es hablar a los jóvenes de Jesucristo, leyendo con ellos el Evangelio, confrontándolo junto con la vida… este es el camino mejor para construir un futuro sólido”, añadió.
Por último, Francisco elevó su oración para que la intercesión de los dos José, el Patrono de la Iglesia universal y el fundador de los Oblatos, “haga fructífero el trabajo del capítulo”, y para que “sostenga la misión de la familia marelliana: oblatos y oblatas, agregados y laicos que comparten su espiritualidad”.+
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