Son muchas las maravillas que tienen lugar a través del apóstol: los enfermos sanan y los obsesionados son liberados. Esto se debe a que el discípulo se parece a su Maestro.
En ese tiempo, el testimonio de Pablo hizo presente a Jesús en medio de su pueblo, comunicando la vida nueva que el mismo apóstol había recibido. Los prodigios y la efusión del Espíritu a través de los sacramentos manifestaban la fuerza salvífica del Evangelio.
Refiriéndose a la parte del relato que narra cómo el poder de Dios irrumpe en Éfeso y desenmascara a los que quieren usar el nombre de Jesús para realizar exorcismos sin tener la autoridad espiritual para hacerlo, el Papa puntualizó el énfasis puesto por el Evangelista Lucas en la incompatibilidad entre la fe en Cristo y la magia:
Con tales portentos, Dios desenmascaró a los que querían usar el nombre de Jesús para el propio provecho, mostrando al pueblo la debilidad de las artes mágicas. Muchos abrazaron la fe y repudiaron tales prácticas. Los fabricantes de ídolos se sintieron amenazados y reaccionaron violentamente contra Pablo, pero sus denuncias no fueron acogidas. El mensaje es claro: la magia es incompatible con la fe; Dios no se da a conocer a través de prácticas ocultas, sino que se nos revela como amor gratuito. Si eliges a Cristo, no puedes recurrir al mago: la fe es un abandono confiado en las manos de Dios, que se da a conocer no a través de prácticas ocultas sino por revelación y amor gratuito”.
“Quizás, dijo el Papa, alguien piense que la magia es algo antiguo. Pero les digo que incluso hoy, hay cristianos practicantes que van a los magos para que les lean sus manos “o le lean las cartas del tarot. “La magia no es cristiana, estas cosas que se hacen para cambiar el futuro no son cristianas”.
“La difusión del Evangelio en Éfeso -continuó- daña el comercio de plateros, que fabricaban las estatuas de la diosa Artemisa, haciendo de la práctica religiosa un verdadero negocio. Sobre esto te pido que pienses. Al ver disminuir la actividad que producía mucho dinero, los plateros organizan una revuelta contra Pablo, y los cristianos son acusados “de haber socavado la categoría de artesanos, el santuario de Artemisa y el culto a esta diosa”.
Seguidamente el Papa recorrió las últimas etapas del ministerio apostólico de Pablo, quien de Éfeso se dirige a Mileto, en donde manda a llamar a los ancianos de la Iglesia, es decir, a los sacerdotes, para despedirse:
En Mileto, Pablo pronunció un discurso de despedida a los ancianos venidos de Éfeso. En sus palabras, destacaba que el servicio humilde y desinteresado fue una pauta durante todo su ministerio y que se abandonaba al Espíritu Santo que lo conducía a Jerusalén, para ser probado. A los ancianos les confió la grey redimida con la sangre de Cristo, amonestándoles sobre su misión de custodios. Para esta tarea, los encomendó a Dios y a su palabra de gracia, fermento de desarrollo y de santidad en la Iglesia, y, por último, los invitaba a trabajar para no ser de peso a nadie.
En esta parte de la catequesis, el papa Francisco recordó la recomendación del apóstol a los responsables de la comunidad: «Velen por ustedes y por todo el rebaño». Así, subrayó que “el pastor debe velar, el párroco debe velar, los presbíteros, los obispos, el Papa deben velar”. Y deben “velar para custodiar el rebaño, y también velar sobre sí mismos”, para “examinar la consciencia”. “Se pide a los episcopados -dijo- la máxima proximidad con rebaño, rescatado por la sangre preciosa de Cristo, y que estén dispuestos a defenderlo de los lobos”.
En la conclusión de la catequesis Francisco recomendó leer hoy el libro de los Hechos, capítulo XX del versículo 17 en adelante, una de las páginas “más bellas” del Libro de los Hechos. +
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