Las religiosas mártires eran muy queridas por el pueblo yemení

Aden (Yemen) (AICA): La población local “amaba a las hermanas de la Madre Teresa asesinadas en Adén, admiraban su forma de servir a los demás sin mirar la pertenencia religiosa, sino sólo a la decisión de preferir a los más necesitados. Esto despertaba la simpatía y el afecto entre las personas. Y tal vez, esto mismo molestaba a alguien”.

La población local “amaba a las hermanas de la Madre Teresa asesinadas en Adén, admiraban su forma de servir a los demás sin mirar la pertenencia religiosa, sino sólo a la decisión de preferir a los más necesitados. Esto despertaba la simpatía y el afecto entre las personas. Y tal vez, esto mismo molestaba a alguien”.

Así explicó monseñor Paul Hinder OFMCap, vicario apostólico para Arabia meridional, en una entrevista con la Agencia Fides, cuál es la raíz del odio “diabólico” - según la expresión utilizada por el papa Francisco -que movió al comando armado responsable de la matanza llevada a cabo el pasado viernes en la ciudad portuaria yemení, donde cuatro Misioneras de la Caridad fueron masacradas junto con otras 12 personas, entre colaboradores, ancianos y discapacitados atendidos en la “Mother Theresa's Home”.

En las fotos de los cuerpos de las víctimas, se ve que en el momento de la masacre, las religiosas llevaban puestos sus delantales encima del hábito religioso.

Monseñor Hinder dijo que por ahora no hay noticias ciertas sobre el sacerdote salesiano Tom Uzhunnalil, que estaba en la residencia atacada por los terroristas y que todavía sigue desaparecido, “suponemos que está en manos de los agresores, y los servicios yemeníes están tratando de encontrarlo pero hasta ahora la investigación no ha producido ningún resultado”.

Mientras tanto, la hermana Sally, la madre superiora de la comunidad, originaria de Kerala y que escapó de la matanza, se está preparando para salir de Yemen.

Hace aproximadamente un año, cuando estalló en el país el conflicto entre las fuerzas gubernamentales y los rebeldes Huthi, monseñor Hinder recuerda haber hablado con las hermanas sobre la conveniencia de su permanencia en un escenario de alto riesgo.
“Ellas -recuerda el prelado- me dijeron que no había nada que discutir: que no se iban, no importa lo que sucediese, porque querían estar cerca de los que les habían sido encomendados. Era evidente que para estas religiosas indefensas no se trataba de una actuación heroica, sino sólo de su deseo de seguir a Cristo. Yo respeté su elección, y estoy seguro de que su martirio dará sus frutos, también en la vida de los cristianos que viven en la Península Arábiga”.+

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