El arzobispo de La Plata envió un SOS a las familias

Volver a crear, centro de recuperación que dirige el padre Ariel Solé ver más
La Plata (Buenos Aires) (AICA): En su reflexión televisiva del sábado 30 de abril, el arzobispo de La Plata volvió a referirse al drama de la drogadependencia. La semana pasada Mons. Aguer había hablado sobre la tragedia de Costa Salguero y el papel de las drogas en el drama ocurrido. Debido al hecho que tuvo tan grande repercusión en el país, el prelado dijo que le pareció valioso contar alguna de las experiencias que tiene en la arquidiócesis platense “porque más allá de la lucha contra el narcotráfico, que al parecer no es lo suficientemente efectiva, el problema principal es el problema cultural: cómo la sociedad y especialmente las familias se hacen cargo de lo que está pasando”.
En su reflexión televisiva del sábado 30 de abril, el arzobispo de La Plata volvió a referirse al drama de la drogadependencia. La semana pasada monseñor Héctor Aguer, en el programa de Claves para un Mundo Mejor, había hablado sobre la tragedia de Costa Salguero y el papel jugado por las drogas en el drama ocurrido.

Debido al hecho que tuvo tan grande repercusión en el país, el prelado dijo que le pareció valioso contar alguna de las experiencias que tiene en la arquidiócesis platense “porque más allá de la lucha contra el narcotráfico, que al parecer no es lo suficientemente efectiva, el problema principal es el problema cultural: cómo la sociedad y especialmente las familias se hacen cargo de lo que está pasando”.

“Nosotros tenemos -dijo el arzobispo- un centro de recuperación que dirige el padre Ariel Solé, un especialista en esta materia, licenciado en Ciencias de la Educación y con gran preparación para tratar esos casos. Allí están internados jóvenes adictos desde los 17 años, hay unos pocos adultos con problemas de alcoholismo, pero la mayoría son chicos que están allí por problemas con las drogas”.

“Quiero contar una historia personal. Una de las últimas veces que fui a ese Centro, que se llama “Volver a crear”, al entrar vi a un chico apoyado en una baranda, apesadumbrado. Le pregunté qué le pasaba y me respondió: “Me quiero ir”. Y agregó algo así como que lo agobiaba la culpa. Me contó que se culpaba a sí mismo de haber iniciado a su hermanito menor en la droga. Le expliqué con argumentos elementales que era conveniente que se quedara ahí, que se curara él y luego podía ayudar a su hermanito a curarse, y de ese modo se podía liberar de la culpa”.

“Seguimos hablando, pero yo no lograba sacarlo de esa situación de tristeza, de agobio a causa de su culpa. Le di un beso en la cabeza y el chico se me aferró, me dio un abrazo interminable que me hizo pensar que ese chico nunca había tenido afecto en su vida, nunca experimentó ser amado. Le pregunté por sus papás y me dijo: “Mi papá está preso porque es narco”. Textual. No habló de su mamá y me contó que vivía con su abuela. La referente era la abuela y un tío bastante mayor que estaba internado en el mismo Centro. Continué hablando un rato con él. Luego una de las asistentes me dio detalles del caso y quedé tan impresionado que a la semana siguiente volví para preguntar por él y me dijeron que lamentablemente se había ido. Luego hablé con el padre Ariel, quien me comentó que eso pasaba muchas veces, y añadió: “Lo grave es que o vuelven o los matan”. Esa es la situación que se vive hoy en la Argentina con bastante frecuencia. Pienso particularmente en los pobres, los que no tienen dinero para ir a fiestas electrónicas”.

Luego explicó que “se habla mucho de la prevención, pero lo cierto es que no se previene nada porque el poder del narcotráfico es avasallador. Hemos descubierto en La Plata narcos vendiendo en la esquina de nuestros colegios parroquiales. Regalaban droga a algunos chicos para que la metieran en el colegio y así empezaban el negocio allí dentro. Por suerte los pudimos ahuyentar. Como se sabe, la trama de complicidades es difícil de desmontar: hay criminales elegantes, discretos y encumbrados”.

“Este es un problema de toda la sociedad y sobre todo de la familia”, afirmó. “Esta afirmación me lleva a un tema colateral: ¿Dónde está la familia? ¿Existe la familia? Miremos el caso de este chico del cual por el abrazo que me dio advertí que nunca había tenido el afecto, el amor, el cariño cercano de un padre y una madre, el amor que educa, que orienta y transmite el sentido de la vida. Hay que empezar todo de nuevo: la orfandad de los chicos de hoy es tremenda, tanto en las clases populares como en la burguesía bienestante”.

“Creo que la cuestión clave está en el vacío de sentido vinculado con la orfandad en la que crecen muchos chicos y chicas de hoy porque no tienen padres. Tienen a quienes los engendraron, pero no tuvieron quienes los hayan educado como corresponde y uno ve en tantas familias, a tantos jóvenes matrimonios con sus chicos. A mí me encanta verlos tantas veces en la Catedral, cómo viven el momento, las celebraciones litúrgicas en familia, los papás con los chicos, y ver cómo los chicos están pendientes de su mamá y de su papá y eso es lo que hace falta. Si eso falla en el inicio, la cosa difícilmente acabe bien. El gravísimo problema social que padecemos es que existen innumerables huérfanos con padres vivos”.

Monseñor Aguer completó su reflexión diciendo: “Las obras para la rehabilitación de adictos son imprescindibles, pero mejor sería que no fueran siquiera necesarias. ¿Parece un ideal inalcanzable? Lo que he querido decir es que la cosa va por otro lado: habría que trabajar para reconstruir la familia, para encaminar desde ese ámbito la educación que comienza en la crianza; y no sólo eso; habría que añadir un largo etcétera”.+

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