Mons. Chaparro: Jesús, vida entregada que "nos alienta, nos recrea, nos une y nos envía"

Mons. Chaparro: Jesús, vida entregada que "nos alienta, nos recrea, nos une y nos envía"

La comunidad diocesana de San Carlos de Bariloche participó el 11 de abril de la misa crismal, presidida por el obispo, monseñor Juan José Chaparro, en la parroquia Nuestra Señora de Luján, de la localidad de El Bolsón.

El prelado destacó la presencia de los sacerdotes y del pueblo de Dios, “unidos todos en esta fe en Jesucristo, el que dio la vida por nosotros, el testigo fiel, que con su vida testificó el amor de Dios”.

“Esto es la Eucaristía, la vida entregada, la que nos alienta, la que nos recrea, la que nos une, la que nos envía al mundo”, afirmó, y citó “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción”, leyó Jesús en la sinagoga. “Este Espíritu que actuó en los profetas unge de una manera única a Jesús, bautizado en las aguas del Jordán. Cuando va Juan el Bautista con todo el pueblo, haciéndose solidario de sus pecados, se escucha la voz del Padre, se experimenta la presencia del Espíritu: ‘Este es mi hijo predilecto, escúchenlo’”, recordó.

“Este Espíritu, esta unción está de una manera única en Jesús, su hijo, pero todos como pueblo sacerdotal nos hacemos participes de esta unción”, señaló el obispo. “Por eso, dice la lectura que proclamamos: ‘Él nos amó y nos purificó de nuestros pecados por medio de su sangre, e hizo de nosotros un reino sacerdotal para Dios, su Padre, a Él sea la gloria y el poder por los siglos”.

“Que bendición tan grande ser parte del pueblo sacerdotal que tiene Jesús, el testigo fiel, aquel que dio la vida, su sentido, su fuerza, su razón de ser”, expresó monseñor Chaparro, destacando el anuncio de la buena noticia para los pobres y animando a la Iglesia a abrirse al mundo: “los excluidos, los oprimidos, los solos, los sufridos”, a la luz de Jesús, con Él y por Él. “La Iglesia, como Jesús, no vive para estar encerrada en sí misma”, advirtió.

“Hoy celebramos esta unción para anunciar la buena noticia al mundo, esta buena noticia que es a veces Palabra, Palabra de Dios, a veces testimonio, amor, compromiso, solidaridad. De esta unción somos partícipes todos. Gracia inmensa de Dios que volvemos a experimentar vivir en cada Semana Santa, especialmente en la noche pascual cuando renovamos el amor de Dios que nos abraza en el bautismo, que nos ha hecho hijos en el Hijo, hermanos y proclamadores ante el mundo, que está llamado a ser una familia de hermanos”, aseguró, para que este amor pueda ser experimentado “en los dolores, en los sufirimientos, en las exclusiones, en los clamores de cada uno de nuestros hermanos del mundo entero”.

“Nunca agradeceremos lo suficiente esta bendición de haber sido convocados, elegidos, sellados, ungidos para anunciar su buena noticia al mundo”, consideró.

“Especialmente en este día, en la celebración del ministerio sacerdotal, unido a la Eucaristía, del sacerdocio de Jesús, que es entrega de la propia vida en el sacerdocio ministerial, cada uno de nosotros tenemos que agradecer infinitamente al Cielo por aquellas personas que han sido creadores de comunidad, que nos han suscitado a la vida de la fe en cada uno de nuestros lugares, que nos han alentado. Hoy los hacemos presentes en Esta eucaristía, como también hacemos presentes a todos aquellos que han estado, están en nuestra Iglesia de San Carlos de Bariloche, Gracia y bendición de Dios”, recordó.

Dirigiéndose a los hermanos sacerdotes, destacó: “Cada uno en su propia historia ha escuchado la bendición del Señor a consagrar su existencia por esta unción sacerdotal, para llevar la buena noticia a todos los seres humanos, a la creación entera, como consuelo, misericordia, amor a todos, animando a comunidades, alentando a todas nuestras comunidades cristianas para que todos, como pueblo sacerdotal, podamos ser testigos de esta buena noticia ante el mundo”.

“En este día, en este tiempo, Dios no ha retirado su invitación y su llamado. Estamos aquí presentes. Estar, perseverar, persistir no es poca cosa en este tiempo de fragilidades, por Gracia inmensa de Dios, por querer de Dios”, sostuvo. “De todo esto es signo esta Eucaristía que estamos celebrando en Iglesia, con Iglesia y por Iglesia”, continuó.

“Hoy los sacerdotes renuevan su ‘sí’ primero, unidos a su obispo y al pueblo todo, y agradecemos de corazón esta presencia significativa de todas las comunidades, de todos los lugares, de todos los rincones”, manifestó, teniendo en cuenta el “desafío inmenso” de la distancia, y del mundo que nos toca vivir. Sin embargo, advirtió, “es este el mundo en el que estamos sembrados y la Gracia de Dios sigue actuando en la vida de cada uno de nosotros y en la vida de nuestras comunidades. Él es el alfa, el omega, para siempre, no para un tiempo y después se olvida”, reiteró. “Él sigue confirmándonos en nuestra vida, en nuestra misión, como pueblo sacerdotal, y también a cada uno de nosotros como sacerdotes, ministros del pueblo de Dios”.

“Bendecimos a Dios por este don del sacerdocio, en este tiempo en que tenemos pronta la beatificación de los primeros mártires de nuestra Iglesia argentina. Bendición inmensa de Dios. Creemos en esta iglesia, a pesar de que alguno desconfía, a pesar de que alguno se resiste”, afirmó.

“Los mártires del pueblo riojano son un signo de que se es testigo por la propia vida. Jesucristo es el testigo fiel. Ojalá que nosotros por esta fuerza de Jesucristo sacerdote que entregó su vida, su ser, la propia existencia, seamos envueltos, seamos animados cada uno de nosotros como pueblo de Dios a seguir entregando nuestra propia vida a todos los hombres”, deseó el prelado.

“El Evangelio es buena noticia siempre para la humanidad. En todo caso somos nosotros a veces los que no lo transparentamos en su plenitud. En todo caso, somos limitados, débiles. Con el Señor queremos recrear nuestra existencia. La de cada uno de nosotros, pueblo sacerdotal, la de todos. La de nosotros, ministros, la de todo el Pueblo de Dios”, expresó.

“Bendecimos a Dios por este don, bendecimos por la vida entregada en el sacerdocio de tantos hermanos. Le pedimos que ilumine nuestros caminos: ¿Qué espera de nosotros hoy? ¿Cómo testificar ese amor? ¿Cómo hacerlo en las comunidades? ¿Cuál es el rol?”, planteó.

“Sabemos que tenemos muchas cosas que purificar en la Iglesia. Sin embargo, no retira Dios su don ni nosotros retiramos nuestro cuerpo al compromiso de ser hoy la Iglesia de Jesús. La Iglesia que tiene sus santos y también sus pecadores. Es la misma Iglesia, la que nuestra propia diócesis recorre con tantos hermanos y hermanas que han entregado su vida, como laicos, como laicas, como sacerdotes, como religiosos y religiosas. Tenemos recuerdos históricos, mucho don de Dios. Y también tenemos nuestros propios errores y pecados, y nos hacemos cargo, y también de la Iglesia entera”, reconoció.

“Pero hoy sentimos que el Señor de nuevo nos consagra, nos unge en este santo crisma que vamos a consagrar para que todo el pueblo de Dios siga siendo su vida y su historia”, alentó. “De la fe tenemos que vivir, una fe viva. Que el espíritu venga a nuestra ayuda y por intercesión de María Santísima, la ‘llena del Espíritu’, ungida y transformada por el Espíritu, la que engendró la vida nueva por obra del Espíritu”, rezó. +

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