"Periódicamente -comenzó diciendo el prelado- encontramos mediciones acerca del tan remanido tema de la pobreza que nos alarman cada vez más y, en este momento, parece que el índice supera el 30 por ciento, pero en los jóvenes, en los adolescentes, vemos que la mitad de ellos vive en la pobreza. Entonces la gran cuestión es cómo se supera esta situación y, en seguida, uno piensa en un plan económico adecuado. Los que tenemos algunos años sabemos cuántos planes económicos han pasado y pasado y pasado mientras el país anduvo a los tumbos. Algunas veces la pobreza se alivió otras, como ahora, la situación se empeoró”.
Quienes viven de la limosna estatal nunca dejarán de ser pobres
“La pobreza no se supera simplemente con un plan económico adecuado, óptimo, porque la pobreza es un problema que va más allá. Es un problema que tiene que ver con la familia, la educación y la cultura. Con una familia destruida no se puede superar la pobreza, con una educación que no funciona –como es verdad que no funciona aquí- no se puede superar la pobreza. Cuando la cultura se deforma de tal manera que ya el sentido del trabajo, la conciencia del trabajo y de ganarse el pan con el sudor de la frente –como dice la Escritura- se borra de las conciencias entonces es muy difícil que la pobreza sea superada. Los que viven de la limosna estatal nunca dejarán de ser pobres”.
“Detrás de la pobreza hay una cuestión que, en las Sagradas Escrituras o en las Cartas de San Pablo, se llama codicia, avaricia, amor al dinero. Este es un vicio que no se puede remediar simplemente con una ley, sino que es un problema cultural, un modo de vida que se torna preponderante”.
“¿Cómo se hace para rescatar de la pobreza a esas familias que cayeron en ella muchas veces a causa de su desorden, de la deseducación de los hijos, de arrastrar sus vidas en una cultura consumista? Lo terrible es que aun los más pobres, cuando reciben un subsidio corren a consumir y ambicionan poseer lo mismo que los que tienen dinero. El consumismo es fatal. Se podría caracterizar así: comprar lo que no se necesita con el dinero que no se tiene. Es una ilusión.”
“La superación de la pobreza supone en toda la población un sentido claro de para qué está el dinero, un sentido de la austeridad y del gasto correspondiente. Por otra parte también un sentido de la justicia distributiva, que es un concepto clave de la Doctrina Social de la Iglesia”.
La superación de la pobreza tiene que ver con la dignidad humana
Monseñor Aguer insistió en que "esto no se arregla con un buen plan económico. Hoy estamos sufriendo mucho, hay gente que la está pasando muy mal, y la solución no puede ser simplemente darles algo material, el alivio tiene que ser reconstruir su dignidad, porque la superación de la pobreza tiene que ver con la dignidad humana. Dios quiso que todos tengamos lo necesario para la vida, y no nos referimos solo a lo material, hay valores que no se compran con dinero sino con una educación recibida en la familia, con la continuidad de una escuela en la que el chico no solamente aprende a leer y escribir –ojalá aprendieran- sino en la que se prepara para la vida, escuelas que preparen para el trabajo, que incentiven el sentido del trabajo y la solidaridad. En esto consiste el futuro de una Nación”.
En la parte final de su reflexión, el prelado expresó: “Estamos en un momento muy difícil. Dentro de poco habrá elecciones y seguramente los partidos disputarán para ver quién presenta el proyecto económico más eficaz contra la pobreza, pero yo quiero ver quién habla de la cultura, de la familia, de la educación, de la creación de trabajo genuino, y en qué términos, cómo relacionan estas dimensiones. Las plataformas partidarias parecen cosa del pasado, lo mismo que los debates sobre los problemas principales del país. Una República auténtica requiere que los ciudadanos estén bien enterados de las cosas, sepan a quién eligen y por qué deben preferirlos”.
Monseñor Aguer concluyó reiterando que “no se resuelve la pobreza de la Argentina simplemente por el éxito de un proyecto económico sino por una renovación profunda de la cultura que empieza por la restauración de la familia y la creación de fuentes genuinas de trabajo, por una superación del egoísmo, para percibir objetivamente el bien común”.+
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