Mons. Mestre: “Una fe más profunda, madura y convencida”

Mons. Mestre: “Una fe más profunda, madura y convencida”

Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA): En su reflexión para el cuarto domingo de Cuaresma, el obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, compartió con sus habituales tres puntitos el relato evangélico de Jesús con el ciego de nacimiento y animó a la comunidad a curar las propias cegueras espirituales para obtener “una fe más profunda, madura y convencida”.
En su reflexión para el cuarto domingo de Cuaresma, el obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, compartió con sus habituales tres puntitos el relato evangélico de Jesús con el ciego de nacimiento: “Se nos describe el gran signo de Jesús que se extiende y se amplifica en un diálogo sumamente movido e interesante”. Las tres palabras que toma para guiar la homilía son: “cegueras”, “sanar” y “fe”.

¿Cuáles son mis cegueras hoy?
Más allá de las cegueras físicas, el prelado marplatense se detuvo en las “cegueras espirituales”, “las que más dañan el corazón de las personas”, y que en mayor o menor medida, “las poseemos todos”, indicó. Para detectar estas cegueras, es importante detectar el pecado y aclaró que “la oscuridad también la arrastramos desde nuestro nacimiento por pertenecer a esta humanidad herida”, que a veces se acrecienta “por nuestras malas opciones y por transitar por caminos equivocados”.

¿Me dejo sanar por el Señor?
“El Señor asume la debilidad humana y rescata al hombre caído y pecador. Con gestos un poco exuberantes, saliva y barro, realiza el signo de sanación del ciego”, dijo monseñor Mestre al describir el segundo punto. Si bien el sanado es el ciego de nacimiento que recupera la vista, “los fariseos y judíos que participan de los comentarios que se suscitan a la luz de la curación, terminan siendo los verdaderos ciegos”, expresó el obispo de Mar del Plata. Ellos, “son los que se resisten a que la luz del mundo, la luz verdadera, la luz de la vida los pueda iluminar”. Y no se dejan sanar por “estar aferrados a su ceguera”.

Jesús conduce a la fe
Finalmente, la fe es lo que conduce al ciego, “una fe más profunda, madura y convencida”. “La curación física, la sanación corporal de la ceguera es signo de una sanación más profunda y total”, manifestó el prelado. Aquí inicia el verdadero camino de fe, y “el Señor nos pregunta también a cada uno de nosotros: ‘¿Crees en el Hijo del Hombre?’”, sostuvo monseñor Mestre, que concluyó animando a responder “Creo, Señor”.+

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