Santa Fe (AICA): El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, aseguró que la confianza en que sólo en Jesucristo se revela plenamente el amor de Dios, y que es la esencia de la devoción a la Divina Misericordia, debe llevar a adoptar “una actitud activa de amor a nuestro prójimo”, porque, sostuvo, “la señal de que hemos comprendido esta dimensión del amor de Dios, es el testimonio de misericordia que demos ante nuestros hermanos”. “Cada uno deberá encontrar el modo de ejercer esta misericordia, que puede ser tanto una acción si es posible, como también una palabra dicha con amor, o una oración por aquella persona que Dios ha puesto en mi camino. En la vida cristiana todo don recibido debe convertirse en una tarea a realizar. En esa tarea que realizamos se percibe, por otra parte, la riqueza y la belleza del don recibido”, subrayó.
“En Dios la misericordia no se opone a la justicia, diría que la supone y la supera en la dimensión creativa de su amor”, destacó y reconoció que “nos cuesta comprender a Dios con nuestras categorías humanas que siempre son limitadas”.
Tras citar que Santa Faustina, principal propagadora de esta devoción, decía que “cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia”, afirmó que “nos es fácil comprender la misericordia como una gracia, pero no tanto como un derecho que tiene el pecador. Sólo desde la fe es posible comprender esta dimensión del amor misericordioso de Dios que entregó a su Hijo: ‘para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga la Vida eterna’”.
El prelado sostuvo que “la puerta para adentrarnos en el conocimiento y en la vida de Dios es la fe, que es algo que no siempre debemos suponer, nos recordaba recientemente el Santo Padre. El alimento de la fe, por otra parte, es la misma Palabra de Dios que nos abre a un conocimiento único y religioso de Dios. ¿Cómo conocer y comprender a Dios? La carta a los Hebreos nos lo dice de un modo claro y definitivo: ‘Fijemos la mirada en el iniciador y consumador de nuestra fe, en Jesucristo’. Sólo en Él hemos conocemos y se nos revela plenamente el amor de Dios”.
“Es esta contemplación del amor misericordioso de Dios la que nos llena de confianza, al descubrirnos como sus hijos predilectos en cualquier circunstancia que nos encontremos. Esta confianza, que es la esencia de la devoción a la Divina Misericordia, nos debe llevar, además, a una actitud activa de amor a nuestro prójimo. Es más, diría que la señal de que hemos comprendido esta dimensión del amor de Dios, es el testimonio de misericordia que demos ante nuestros hermanos. Cada uno deberá encontrar el modo de ejercer esta misericordia, que puede ser tanto una acción si es posible, como también una palabra dicha con amor, o una oración por aquella persona que Dios ha puesto en mi camino”, indicó.
Por último, monseñor Arancedo señaló que “en la vida cristiana todo don recibido debe convertirse en una tarea a realizar. En esa tarea que realizamos se percibe, por otra parte, la riqueza y la belleza del don recibido”.+
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