El sacerdote está llamado a “ungir a los creyentes con el óleo de la alegría, la paz y el amor”
San Fernando del Valle de Catamarca (AICA): La Iglesia en Catamarca vivió la misa crismal, la celebración eucarística que cada Semana Santa congrega a los sacerdotes junto con el obispo para renovar las promesas realizadas al recibir el ministerio presbiteral y bendecir los óleos con los que luego se impartirán los sacramentos. El obispo diocesano, monseñor Luis Urbanc, animó a los consagrados a reconocerse ungidos por Dios ¨para ungir a los creyentes con el óleo de la alegría, la paz y el amor”.
En el transcurso de la misa, celebrada en la catedral, el obispo diocesano, monseñor Luis Urbanc, se dirigió especialmente a sus sacerdotes, indicando que “nuevamente el Señor congrega para renovar los corazones sacerdotales al calor de su infinito amor, del que nos constituyó primeros destinatarios y testigos en medio de los hombres que Él rescató con su Pasión, Muerte y Resurrección”.
“En este día de la bendición de los óleos -agregó-, cada uno de nosotros recordará agradecido que somos los ungidos por excelencia para ungir a los creyentes con el óleo de la alegría, la paz y el amor”.
El prelado recordó las palabras del santo cura de Ars, san Juan María Vianney: “El sacerdote es un don del Corazón de Cristo, un don para la Iglesia y para el mundo. Del corazón del Hijo de Dios, rebosante de caridad, brotan todos los bienes de la Iglesia, y en modo particular tiene su origen la vocación de aquellos hombres que, conquistados por el Señor Jesús, dejan todo para dedicarse enteramente al servicio del pueblo cristiano, bajo el ejemplo del Buen Pastor. El sacerdote es ese creyente que está plasmado por la misma caridad de Cristo, que lo llevó a dar la vida por sus amigos y perdonar a sus enemigos”.
Redoblar los esfuerzos por cuidar a los más pequeños
El pastor diocesano animó de un modo particular a que “redoblar los esfuerzos por dedicarse más de lleno a cuidar, guiar y sanar a nuestros niños y adolescentes, presente y futuro de la sociedad civil y religiosa, en este año dedicado a ellos en el marco de la Misión Diocesana Permanente".
"Son muchas las acciones que se han llevado y se llevan a cabo, pero sigamos animando a todos los ancianos, adultos y jóvenes a entregar lo mejor de nosotros mismos con generosidad y creatividad, a fin de que nuestros niños y adolescentes experimenten la presencia amorosa de Dios Padre en sus vidas, y comprendan la razón de ser de su existencia y peregrinar por este mundo. Ellos necesitan recibir mucho y genuino amor de parte de nosotros, para que en un mañana no muy lejano puedan dar amor a sus contemporáneos y, sobre todo, a las nuevas generaciones de las que serán artífices y responsables”, aseveró.
En consonancia con su mensaje de Domingo de Ramos, el obispo llamó a que “ocuparse de corazón" por atender a tantas jóvenes embarazadas para que comprendan lo que está sucediendo en ellas y "se aferren más a Dios para poder gestar responsable y amorosamente la vida que se les ha confiado".
"No olvidemos que toda obra termina como se la ha comenzado. Y la obra de las obras es la crianza y educación de un nuevo ser humano”, manifestó.
Renovación de las promesas sacerdotales
Continuando con la celebración eucarística, los presbíteros renovaron sus promesas sacerdotales, respondiendo a una sola voz: “Sí queremos”, a los pies de la Virgen del Valle y ante la gran cantidad de fieles que colmó el templo catedralicio para participar de esta celebración.
Luego, los sacerdotes llevaron en procesión los óleos hasta el altar donde el obispo los bendijo y seguidamente se preparó el santo crisma, que fue consagrado en compañía de todo el presbiterio.
La palabra crisma significa unción y representa al Espíritu Santo. Así se llama al aceite y bálsamo mezclados que el obispo consagró en esta misa. Con esos óleos serán ungidos los nuevos bautizados y se signará a quienes reciben el sacramento de la Confirmación. También son ungidos los obispos y los sacerdotes en el día de su ordenación.
En esta misa de gran importancia, monseñor Urbanc puso en manos de la Madre del Valle a sus hermanos sacerdotes, pidiéndole: “Cubre con tu manto de pureza a nuestros sacerdotes, protégelos, guíalos y mantenlos unidos a tu corazón”.
Antes de impartir la bendición final, el obispo hizo entrega de los óleos bendecidos a cada uno de los párrocos de las 28 parroquias y una cuasi-parroquia de la diócesis de Catamarca.+
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