Ciudad del Vaticano (AICA): Con el rito de la bendición del fuego, en el atrio de la basílica de San Pedro, el Santo Padre comenzó la solemne celebración de la vigilia Pascual, en la que la Iglesia celebra la Resurrección de Jesús. En la homilía, el papa recordó que tras la muerte del Maestro ¨los discípulos se habían dispersado; su fe se deshizo, todo parecía que había terminado, derrumbadas las certezas, muertas las esperanzas¨, pero el anuncio de las mujeres fue como un rayo de luz en la oscuridad”. Al concluir la homilía, el Santo Padre administro el bautismo, confirmación y primera comunión a 10 personas: el más pequeño, un italiano de 7 años y el más mayor un vietnamita de 58 años. Los otros bautizados proceden de Bielorrusia, Senegal, Líbano y Francia.
El papa Francisco entró a oscuras y en completo silencio en la basílica, con la única luz que daba el Cirio Pascual. Poco a poco, la Basílica se fue iluminando con la luz de las velas de los fieles, que se iban pasando unos a otros con la llama que venía del Cirio. Las luces se encendieron cuando el Santo Padre estaba frente al altar del baldaquino.
La homilía de esta Vigilia Pascual, fue una invitación del Santo Padre a "volver a Galilea". El Papa recordó que tras la muerte del Maestro "los discípulos se habían dispersado; su fe se deshizo, todo parecía que había terminado, derrumbadas las certezas, muertas las esperanzas". Pero el anuncio de las mujeres fue como un rayo de luz en la oscuridad. La noticia de la resurrección de Jesús llegó junto al mandado de ir a Galilea "allí me verán", dijo Jesús.
Francisco recordó que Galilea "es el lugar de la primera llamada, donde todo empezó". A continuación el Papa explicó que volver a Galilea "quiere decir releer todo a partir de la cruz y de la victoria".
Cada uno de nosotros, indicó, tiene también una 'Galilea' en el comienzo del camino con Jesús. Y volver a Galilea "significa sobre todo volver allí, a ese punto incandescente en que la gracia de Dios me tocó al comienzo del camino", afirmó el Pontífice.
Para concluir, Francisco explicó que esto no quiere decir "volver atrás, no es una nostalgia" sino "volver al primer amor para recibir el fuego que Jesús ha encendido en el mundo, y llevarlo a todos, a todos los extremos de la tierra!".
Al concluir la homilía, el Santo Padre ha administrado los sacramentos de la iniciación cristiana -bautismo, confirmación, primera comunión- a 10 personas: el más pequeño, un italiano de 7 años y el más mayor un vietnamita de 58 años. Los otros bautizados proceden de Bielorrusia, Senegal, Líbano y Francia.+
Homilía del Santo Padre en la Vigilia Pascual
El Evangelio de la resurrección de Jesucristo comienza con el ir de las mujeres hacia el sepulcro. Temprano, en la mañana, el día después del sábado. Se dirigen a la tumba, para honrar el cuerpo del Señor, pero la encuentran abierta y vacía. Un ángel poderoso les dice: “No teman”, y les manda llevar la noticia a los discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de ustedes a Galilea”.
Las mujeres se marcharon de prisa y, durante el camino, Jesús les salió al encuentro y les dijo: “No teman: comuniquen a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán”.
No tengan miedo, no teman, no teman. Es la voz que anima a abrir el corazón para recibir este anuncio porque después de la muerte del Maestro, los discípulos se habían dispersado; su fe se deshizo, todo parecía que había terminado, derrumbadas las certezas, muertas las esperanzas. Pero entonces, aquel anuncio de las mujeres, aunque increíble, se presentó como un rayo de luz en la oscuridad.
La noticia se difundió: Jesús ha resucitado, como había dicho. Y también el mandato de ir a Galilea; las mujeres lo habían oído por dos veces, primero del ángel, después de Jesús mismo: “Que vayan a Galilea; allí me verán”. No teman vayan a Galilea.
Galilea es el lugar de la primera llamada, donde todo empezó. Volver al lugar de la primera llamada. Volver allí, volver al lugar de la primera llamada. Jesús pasó por la orilla del lago, mientras los pescadores estaban arreglando las redes. Los llamó, y ellos lo dejaron todo y lo siguieron.
Volver a Galilea quiere decir releer todo a partir de la cruz y de la victoria. Sin miedo, no teman. Releer todo: la predicación, los milagros, la nueva comunidad, los entusiasmos y las defecciones, hasta la traición; releer todo a partir del final, que es un nuevo comienzo, de este acto supremo de amor.
También para cada uno de nosotros hay una “Galilea” en el comienzo del camino con Jesús. “Ir a Galilea” tiene un lindo significado, significa para nosotros redescubrir nuestro bautismo como fuente viva, sacar energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana. Volver a Galilea significa sobre todo volver allí, a ese punto incandescente en que la gracia de Dios me tocó al comienzo del camino.
Con esta chispa puedo encender el fuego para el hoy, para cada día, y llevar calor y luz a mis hermanos y hermanas. Con esta chispa se enciende una alegría humilde, una alegría que no ofende el dolor y la desesperación, una alegría buena y serena.
En la vida del cristiano, después del bautismo, hay otra Galilea, hay también una “Galilea” más existencial: la experiencia del encuentro personal con Jesucristo, que me llamó a seguirlo y participar en su misión. En este sentido, volver a Galilea significa custodiar en el corazón la memoria viva de esta llamada, cuando Jesús pasó por mi camino, me miró con misericordia, me pidió seguirlo; ir a Galilea significa recuperar la memoria de aquel momento en el que sus ojos se cruzaron con los míos, el momento en que me hizo sentir que me amaba.
Hoy, en esta noche, cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿Cuál es mi Galilea? Hacer memoria, ir atrás ¿Dónde está mi Galilea? ¿La recuerdo? ¿La olvidé?
Búscala y la encontrarás, allí te espera el Señor. He andado por caminos y senderos que me la hicieron olvidar. Señor, ayúdame: dime cuál es mi Galilea; sabes, yo quiero volver allí para encontrarte y dejarme abrazar por tu misericordia. No tener miedo, no temer. Vuelvan a Galilea.
El evangelio de Pascua es claro: es necesario volver allí, para ver a Jesús resucitado, y convertirse en testigos de su resurrección. No es un volver atrás, no es una nostalgia. Es volver al primer amor, para recibir el fuego que Jesús encendió en el mundo, y llevarlo a todos, a todos los extremos de la tierra.
“Galilea de los gentiles”: horizonte del Resucitado, horizonte de la Iglesia; deseo intenso de encuentro. ¡Pongámonos en camino!+
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