Quilmes (Buenos Aires) (AICA): El obispo de Quilmes, monseñor Carlos José Tissera, ordenó a tres nuevos sacerdotes diocesanos durante una misa celebrada el viernes 12 de diciembre en la iglesia catedral. Los flamantes presbíteros son Eduardo Gómez, Martín Lugones, Gustavo Módica y José Ignacio Stillante, a quienes el pastor diocesano les pidió ser testigos alegres de la resurrección del Señor.
Familiares, amigos y fieles de distintas parroquias de Quilmes, Berazategui y Florencio Varela se congregaron en el templo mayor de la diócesis para presenciar la ordenación y rezar por el ministerio de estos jóvenes consagrados.
En su homilía, monseñor Tissera destacó el servicio humilde de María, que sale al encuentro de su prima Isabel y el niño Juan, el Bautista, y el servicio evangelizador del acontecimiento de Guadalupe, cuando en 1531 María se presenta ante el indio Juan Diego para llevar el amor de su hijo Jesús y sembrar “las semillas del evangelio de la justicia, la verdad y el amor” al continente.
A partir de estas reseñas, el obispo diocesano los invitó a reflexionar sobre el lavatorio de los pies, en la Última Cena. Les pidió meditar profundamente estas realidades y vivirlas diariamente, imaginando la mirada de Jesús, lavando los pies de sus discípulos.
“Ese es el Hijo de Dios, el hijo de María”, señaló el prelado. “El que se hizo esclavo por vos. El que no vino a ser servido sino a servir. ¿Existe amor más grande? Todo cambia en nuestra existencia, cuando siendo elegidos para ser sus ministros, Él viene a nosotros y se arrodilla para lavarnos los pies. Es el que viene a limpiarnos de nuestras suciedades, a purificarnos con su amor delicado y nos ofrece el mejor servicio, su perdón”, agregó.
“Al participar del sacerdocio de Jesús, nunca dejarán de necesitar de ser limpiados y perdonados, pero también empezarán a palpar muy de cerca las miserias de la Iglesia, de los hombres que somos parte del pueblo de Dios. Que se quede grabada hoy esa mirada de Jesús, que te lava los pies, para que, purificados por esa mirada, laven los pies a sus hermanos con el baño de la misericordia”, les recomendó el obispo.
Monseñor Tissera les propuso reflexionar sobre una situación que le tocó vivir en 1985 al primer obispo diocesano, monseñor Jorge Novak. Luego, al reflexionar sobre la misión del sacerdote, les pidió: “Nunca se corten solos. La misión apostólica es una tarea compartida que nos involucra en primera persona a obispo y presbíteros en el único presbiterio diocesano. Inician su ministerio presbiteral en este momento especial de la Iglesia, animado por la enseñanza pastoral de Aparecida y la Evangelii gaudium de Francisco. Sean testigos alegres de la resurrección del Señor”.+
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