Francisco canonizó al padre José Vaz, primer santo de Sri Lanka


El papa Francisco inició su segunda jornada en Sri Lanka con la misa de canonización del beato José Vaz (1651-1711) primer santo de este país, que fue proclamado beato el 21 de enero de 1995 por el papa Juan Pablo II, en este mismo lugar. Esta mañana, el Papa dejó la nunciatura apostólica y se dirigió en coche hasta el Galle Face Green de Colombo. A pesar de ser un país de mayoría budista, allí esperaban miles de personas que han querido participar en esta celebración.

A su llegada, el Papa hizo un recorrido con el jeep descubierto entre los fieles, y ha sido saludado por el alcalde de Colombo, quien le ha entregado las llaves de la ciudad.


La misa se realizó en el Galle Face Green de Colombo ante más de 600.000 fieles según fuentes cercanas, y comenzó con el rito de canonización, en el que el Obispo de Kandy (Sri Lanka), monseñor Joseph Vianney Fernando, pidió al Santo Padre que se proceda a la canonización del misionero del Oratorio de San Felipe Neri.


Acto seguido, el arzobispo de Goa y Damao (India), Mons. Felipe Neri Antonio Sebastián del Rosario, presentó una breve biografía del hasta entonces beato. Así, tras las letanías de los santos, el Papa Francisco proclamó santo al padre José Vaz.


Durante la Misa, la Primera Lectura, el Salmo Responsorial, el canto previo al Evangelio, el Evangelio mismo y las peticiones fueron leídos en cingalés, el idioma oficial de Sri Lanka junto al tamil.


Respondió al mandato de Cristo

En su homilía, el Papa Francisco destacó el celo apostólico del nuevo santo, quien como muchos misioneros, “respondió al mandato del Señor resucitado de hacer discípulos de todas las naciones”, con sus palabras y más “con el ejemplo de su vida”.


“En San José Vaz vemos un signo espléndido de la bondad y el amor de Dios para con el pueblo de Sri Lanka”, así como un estímulo para perseverar, crecer en santidad y testimoniar el Evangelio.


Francisco recordó que en aquel tiempo los católicos eran perseguidos y esto llevó al sacerdote a vestir como mendigo y ejercer sus funciones de manera secreta. “Sus desvelos dieron fuerza espiritual y moral a la atribulada población católica”.


Asimismo, destacó su servicio a los enfermos, sobre todo durante una epidemia de viruela en Kandy, “fue tan apreciada por el rey que se le permitió una mayor libertad de actuación” y llegar a otras partes de la isla. “Se desgastó en el trabajo misionero y murió, extenuado, a la edad de cincuenta y nueve años, venerado por su santidad”.


En su homilía, el Papa afirmó que el nuevo santo es modelo para los cristianos por muchas razones, pero quiso centrarse en tres razones principales. La primera, indicó, es que fue un sacerdote ejemplar. “Los animo a encontrar en San José Vaz una guía segura. Él nos enseña a salir a las periferias, para que Jesucristo sea conocido y amado en todas partes”, expresó a los sacerdotes y religiosos que trabajan en Asia.


Asimismo, San José Vaz es “ejemplo de sufrimiento paciente a causa del Evangelio, de obediencia a los superiores, de solicitud amorosa para la Iglesia de Dios”. Explicó que pese a las persecuciones y a que los católicos son una minoría, gracias a que constantemente estuvo unido “al Señor crucificado en la oración, llegó a ser para todas las personas un icono viviente del amor misericordioso y reconciliador de Dios”.


“En segundo lugar, San José Vaz nos muestra la importancia de ir más allá de las divisiones religiosas en el servicio de la paz. Su amor indiviso a Dios lo abrió al amor del prójimo” sin hacer “distinción de raza, credo, tribu, condición social o religión”. “Lo único que pide a cambio es libertad para llevar a cabo su misión. La libertad religiosa es un derecho humano fundamental”, afirmó.


“Como la vida de San José Vaz nos enseña, el verdadero culto a Dios no lleva a la discriminación, al odio y la violencia, sino al respeto de la sacralidad de la vida, al respeto de la dignidad y la libertad de los demás, y al compromiso amoroso por todos”, señaló.


En tercer lugar, Francisco afirmó que San José Vaz es ejemplo de celo misionero. “A pesar de que llegó a Ceilán para ayudar y apoyar a la comunidad católica, en su caridad evangélica llegó a todos. Dejando atrás su hogar, su familia, la comodidad de su entorno familiar, respondió a la llamada a salir, a hablar de Cristo dondequiera que fuera”.


“Estamos llamados a salir con el mismo celo, el mismo ardor, de San José Vaz, pero también con su sensibilidad, su respeto por los demás, su deseo de compartir con ellos esa palabra de gracia, que tiene el poder de edificarles. Estamos llamados a ser discípulos misioneros”, añadió.


Finalmente, pidió a Jesús que los cristianos de Sri Lanka sigan “el ejemplo de San José Vaz, se mantengan firmes en la fe y contribuyan cada vez más a la paz, la justicia y la reconciliación en la sociedad de Sri Lanka. Esto es lo que el Señor quiere de ustedes”. “Los encomiendo a todos a la intercesión del nuevo santo, para que, en unión con la Iglesia extendida por todo el mundo, puedan cantar un canto nuevo al Señor y proclamar su gloria a todos los confines de la tierra. Porque grande es el Señor, y muy digno de alabanza. Amén”, concluyó


La celebración eucarística, animada por música tradicional y de casi dos horas de duración, finalizó con unas palabras del cardenal Malcolm Ranjith, arzobispo de Colombo. De este modo, agradeció la presencia del Santo Padre y la canonización de José Vaz. Al final, entregó como regalo para la caridad del Papa 70.000 dólares, de parte de los fieles de Sri Lanka.


Texto de la homilía

«Verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios» (Is 52,10).


Ésta es la extraordinaria profecía que hemos escuchado en la primera lectura de hoy. Isaías anuncia la predicación del Evangelio de Jesucristo a todos los confines de la tierra. Esta profecía tiene un significado especial para nosotros al celebrar la canonización de un gran misionero del Evangelio, san José Vaz. Al igual que muchos misioneros en la historia de la Iglesia, él respondió al mandato del Señor resucitado de hacer discípulos de todas las naciones (cf. Mc 16,15). Con sus palabras, pero más aún, con el ejemplo de su vida, ha llevado al pueblo de este país a la fe que nos hace partícipes de «la herencia de los santos» (Hch 20,32).


En san José Vaz vemos un signo espléndido de la bondad y el amor de Dios para con el pueblo de Sri Lanka. Pero vemos también en él un estímulo para perseverar en el camino del Evangelio, para crecer en santidad, y para dar testimonio del mensaje evangélico de la reconciliación al que dedicó su vida.


Sacerdote del Oratorio en su Goa natal, san José Vaz llegó a este país animado por el celo misionero y un gran amor por sus gentes. Debido a la persecución religiosa, vestía como un mendigo y ejercía sus funciones sacerdotales en los encuentros secretos de los fieles, a menudo por la noche. Sus desvelos dieron fuerza espiritual y moral a la atribulada población católica. Se entregó especialmente al servicio de los enfermos y cuantos sufren. Su atención a los enfermos, durante una epidemia de viruela en Kandy, fue tan apreciada por el rey que se le permitió una mayor libertad de actuación. Desde Kandy pudo llegar a otras partes de la isla. Se desgastó en el trabajo misionero y murió, extenuado, a la edad de cincuenta y nueve años, venerado por su santidad.


San José Vaz sigue siendo un modelo y un maestro por muchas razones, pero me gustaría centrarme en tres. En primer lugar, fue un sacerdote ejemplar. Hoy aquí, hay muchos sacerdotes y religiosos, hombres y mujeres que, al igual que José Vaz, están consagrados al servicio de Dios y del prójimo. Os animo a encontrar en san José Vaz una guía segura. Él nos enseña a salir a las periferias, para que Jesucristo sea conocido y amado en todas partes. Él es también un ejemplo de sufrimiento paciente a causa del Evangelio, de obediencia a los superiores, de solicitud amorosa para la Iglesia de Dios (cf. Hch 20,28). Como nosotros, vivió en un período de transformación rápida y profunda; los católicos eran una minoría, y a menudo divididos entre sí; externamente sufrían hostilidad ocasional, incluso persecución. Sin embargo, y debido a que estaba constantemente unido al Señor crucificado en la oración, llegó a ser para todas las personas un icono viviente del amor misericordioso y reconciliador de Dios.


En segundo lugar, san José Vaz nos muestra la importancia de ir más allá de las divisiones religiosas en el servicio de la paz. Su amor indiviso a Dios lo abrió al amor del prójimo; sirvió a los necesitados, quienquiera que fueran y dondequiera que estuvieran. Su ejemplo sigue siendo hoy una fuente de inspiración para la Iglesia en Sri Lanka, que sirve con agrado y generosidad a todos los miembros de la sociedad. No hace distinción de raza, credo, tribu, condición social o religión, en el servicio que ofrece a través de sus escuelas, hospitales, clínicas, y muchas otras obras de caridad. Lo único que pide a cambio es libertad para llevar a cabo su misión. La libertad religiosa es un derecho humano fundamental. Toda persona debe ser libre, individualmente o en unión con otros, para buscar la verdad, y para expresar abiertamente sus convicciones religiosas, libre de intimidaciones y coacciones externas. Como la vida de san José Vaz nos enseña, el verdadero culto a Dios no lleva a la discriminación, al odio y la violencia, sino al respeto de la sacralidad de la vida, al respeto de la dignidad y la libertad de los demás, y al compromiso amoroso por todos.


Por último, san José Vaz nos da un ejemplo de celo misionero. A pesar de que llegó a Ceilán para ayudar y apoyar a la comunidad católica, en su caridad evangélica llegó a todos. Dejando atrás su hogar, su familia, la comodidad de su entorno familiar, respondió a la llamada a salir, a hablar de Cristo dondequiera que fuera. San José Vaz sabía cómo presentar la verdad y la belleza del Evangelio en un contexto multireligioso, con respeto, dedicación, perseverancia y humildad. Éste es también hoy el camino para los que siguen a Jesús. Estamos llamados a salir con el mismo celo, el mismo ardor, de san José Vaz, pero también con su sensibilidad, su respeto por los demás, su deseo de compartir con ellos esa palabra de gracia (cf. Hch 20,32), que tiene el poder de edificarles. Estamos llamados a ser discípulos misioneros.


Queridos hermanos y hermanas, pido al Señor que los cristianos de este país, siguiendo el ejemplo de san José Vaz, se mantengan firmes en la fe y contribuyan cada vez más a la paz, la justicia y la reconciliación en la sociedad de Sri Lanka. Esto es lo que el Señor quiere de vosotros. Esto es lo que san José Vaz os enseña. Esto es lo que la Iglesia necesita de vosotros. Os encomiendo a todos a la intercesión del nuevo santo, para que, en unión con la Iglesia extendida por todo el mundo, podáis cantar un canto nuevo al Señor y proclamar su gloria a todos los confines de la tierra. Porque grande es el Señor, y muy digno de alabanza (cf. Sal 96,1- 4). Amén.+



Etiquetas:

Publicar un comentario

[facebook][blogger][disqus]

Diocesis de Celaya

Forma de Contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.
Javascript DesactivadoPor favor, active Javascript para ver todos los Widgets