La defensa de la vida, más que la tecnología, marcan el progreso de una civilización
“Su servicio en favor de la persona es importante y alentador”, señaló el Santo Padre. “Efectivamente, añadió, la tutela y la promoción de la vida representan una tarea fundamental, tanto más para una sociedad marcada por la lógica negativa del descarte. Para tutelar a la persona dan primacía a dos acciones esenciales: salir para encontrar y encontrar para sostener”.
“El amor de Cristo los empuja a hacerse servidores de los pequeños y los ancianos, de cada hombre y cada mujer para los cuales hay que reconocer y defender el derecho primordial a la vida -prosiguió el Pontífice- La existencia de la persona, a la que dedican su solicitud, es también su principio constitutivo; es la vida en su profundidad insondable la que origina y acompaña todo el camino científico; es el milagro de la vida el que siempre pone en crisis cualquier forma de presunción científica, restituyendo la primacía a la maravilla y a la belleza”.
“Nosotros reiteramos, subrayó Francisco, que una sociedad justa reconoce como primario el derecho a la vida desde su concepción hasta su término natural. Sin embargo, me gustaría que fuéramos más allá y que pensáramos atentamente en el tiempo que une el principio con el final. Por lo tanto, reconociendo el valor inestimable de la vida humana, tenemos que reflexionar también sobre cómo la usamos”.
Francisco subrayó que el grado de progreso de una civilización se mide antes por la capacidad de defender la vida, sobre todo en sus fases más frágiles, que por la difusión de la tecnología.
“Cuando hablamos del ser humano -afirmó- no olvidemos nunca todos los atentados a la sacralidad de la vida humana. Es atentado a la vida la plaga del aborto. Es atentado a la vida dejar morir a nuestros hermanos en las naves en el canal de Sicilia. Es atentado a la vida la muerte en el puesto de trabajo porque no se respetan las condiciones mínimas de seguridad. Es atentado a la vida la muerte por desnutrición. Son atentados a la vida el terrorismo, la guerra, la violencia, pero también la eutanasia”.
“Los animo –concluyó- a relanzar una nueva cultura de la vida que instaure redes de confianza y reciprocidad y ofrezca horizontes de paz, de misericordia y de comunión”.+
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