Monseñor Martorell se refirió las lecturas del domingo, referidas al cumplimiento de la Ley. Para el prelado, la liturgia enseña que es fundamental la fidelidad a la Ley del Señor para guardar su alianza, y que el amor “es la razón por la cual Dios brinda la Ley a su pueblo”.
Muchas veces, observó el prelado, se piensa que la observancia de la Ley oprime y esclaviza. “El cumplimiento de la Ley de Dios no oprime ni esclaviza sino que libera, da el verdadero sentido a la vida humana”, sostuvo el obispo de Puerto Iguazú.
“La práctica de la Ley –añadió- ennoblece al hombre porque le hace partícipe de la sabiduría de Dios contenida en ella, dándole la seguridad de caminar en la verdad, en el gozo del cumplimiento del bien y de ser admitido en la presencia del Señor”.
Para el obispo, la Ley no es solamente un elenco de preceptos materialmente expresados sino que, como dice el apóstol Santiago, “es la palabra de verdad sembrada en el corazón de los hombres, para conducirlos a la salvación”.
Monseñor Martorell consideró que es “una tremenda equivocación” contentarse con conocer los preceptos divinos y no traducirlos en obras, ya que el conocimiento de la ley “enseña que su punto clave es el amor a Dios, y que su expresión concreta es el amor al prójimo”.
El obispo también explicó que el Señor ordenó, por medio de Moisés, que “no se añada nada ni se quite nada de los preceptos”. Sin embargo, los judíos fueron añadiendo a la pureza de los preceptos del Señor una serie de prescripciones minuciosas que hacían perder de vista los preceptos fundamentales.
“Si el corazón no está purificado es imposible cumplir la Ley y los mandamientos. Ella mira precisamente a librar al hombre de tales males, para hacerlo capaz de dejar de lado o quitar de su corazón las pasiones y los vicios y poder así amar a Dios con todo su corazón y al prójimo con ese mismo amor. Este es el centro de la ley y toda ella se resume en este precepto, el cual es imposible cumplir si el corazón no está purificado”, manifestó el obispo.
Finalmente, monseñor Martorell se mostró preocupado porque “en distintos lugares se pretende modificar nuestro estilo de vida y nuestros derechos respecto a la vida humana, al matrimonio y a la familia”, por lo que llamó a “reafirmar en las conciencias de los hombres de buena voluntad el valor positivo y humanizador” de la ley moral natural, que es distinta de la ley divina.
Para el prelado, en las recientes reformas legales realizadas “hay cosas que preocupan”, entre ellas el modelo de familia, la estabilidad de los vínculos matrimoniales y familiares, los roles de la maternidad y la paternidad, el compromiso, la fidelidad, el deber de convivencia de los esposos y el respeto a la vida desde su concepción. También fustigó el alquiler de vientres y la manipulación, el congelamiento y el descarte de embriones. “Es necesario enfatizarlo: no todo lo científicamente posible es éticamente aceptable”, concluyó.+
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