Francisco a los monaguillos: El camino a la santidad "no es para los vagos"
«Buscar y perseguir la paz», es el lema de este evento que durará hasta el 3 de agosto y que cuenta con la participación de jóvenes procedentes de países europeos como Alemania, Italia, Portugal, Suiza, Serbia, Ucrania, Francia, Bélgica, Croacia, Luxemburgo, Austria, Rumania, Eslovaquia, República Checa, Hungría y Polonia. También están presentes grupos de Estados Unidos y Antigua y Barbuda; un pequeño país americano situado en el mar del Caribe.
El encuentro con el Santo Padre coincidió con la memoria litúrgica de San Ignacio de Loyola, santo español fundador de la Compañía de Jesús, a quien Francisco describió "como un joven soldado que pensaba en su propia gloria, pero que en el momento justo fue atraído por la gloria de Dios y descubrió que sólo allí estaba el centro y el sentido de su vida".
En su discurso dirigido a los monaguillos, el Papa los animó a "caminar hacia la santidad", siempre buscando ser "constructores de Paz" y procurando "imitar a los santos, que son el Evangelio viviente, porque han podido traducir el mensaje de Cristo en sus vidas".
Por otra parte, el Pontífice recordó que el anhelo de santidad cristiano siempre va motivado por el deseo de "hacer todo para la gloria de Dios", tal y como indica San Pablo en su primera carta a los Corintios: «Hagan todo para la gloria de Dios. Sean imitadores míos así como yo soy imitador de Cristo».
"Servir a la gloria de Dios en todo lo que hacemos es el criterio decisivo para nuestras acciones, la síntesis definitiva de lo que significa vivir la amistad con Jesús. Es la indicación que nos guía cuando no estamos seguros de qué es lo correcto hacer; nos ayuda a reconocer la voz de Dios dentro de nosotros, que nos habla en la conciencia para que podamos discernir su voluntad", explicó Francisco, recordando que la gloria de Dios "es la aguja de la brújula de nuestra conciencia".
Teniendo en cuenta la dificultad que conlleva seguir el camino hacia la santidad, el Pontífice recordó que "es una gran misión pero no imposible", ya que para ello contamos con el ejemplo de tantos santos que han "imitado a Jesús", esforzándose por llevar una vida coherente para "atestiguar en el día a día, el amor de Dios y la alegría de la fe para lograr la salvación de todos".
"Depende de nuestra coherencia que nuestros hermanos reconozcan a Jesucristo: el único salvador y la esperanza del mundo", concluyó el Papa.
Otro de los momentos más significativos de la jornada fue el profundo y alegre coloquio que Francisco mantuvo con los miles de jóvenes, que a través de representantes de cinco idiomas, formularon varias preguntas al Santo Padre, quien contestó con espontaneidad y "hablando desde el corazón".
Cuestiones que giraron en torno a cómo llevar la Paz fuera de los muros de la Iglesia, la importancia de la contemplación eucarística, el descenso del número de jóvenes en las comunidades parroquiales, así como la importancia de poder dar respuestas a aquellos que descartan la existencia de Dios y rechazan la religión.
Las respuestas del Papa contaron con un hilo conductor: la figura de Cristo como modelo a seguir y fuente de inspiración frente a cada problema, cada obstáculo, cada duda, cada oscuridad.
Francisco animó a los jóvenes a "profundizar más en la vida de Jesús, a conocerlo de verdad y a seguir el programa que Él nos propone para caminar hacia la santidad”. Un camino que “no es fácil” dijo, sino que “es un esfuerzo” y que no es "para los vagos”.
Asimismo, animó a practicar el amor hacia Dios y el prójimo que se concretiza en las obras de misericordia: “Me gustaría preguntarles si conocen las obras de misericordia” dijo Francisco, “estoy seguro que su obispos se las han enseñado”.
"Es importante conocerlas" explicó a los jóvenes monaguillos, ya que si no las conocen, "no podrán realizarlas", advirtió, y aseguró que "no es necesario ir a la universidad y hacer una licenciatura" para realizarlas, pues todos podemos hacerlas, "están a la mano de todos" subrayó.
El Pontífice concluyó con una pregunta: "¿Qué puedo hacer hoy para satisfacer las necesidades de mi prójimo?". No importa si es un amigo o un extraño, un compatriota o un extranjero. "Créanme, -dijo Francisco- al hacerlo pueden llegar a ser verdaderamente santos, hombres y mujeres que transforman el mundo viviendo el amor de Cristo".+
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