Mons. Santiago: La ley del aborto contribuye a una Argentina violenta
Los mandamientos humanizan
“Por eso la justicia, al menos en el mundo occidental, ha traducido los mandamientos en ‘leyes civiles’ que hacen posible una convivencia ‘humana’, de modo que si alguien las trasgrede, es penado por la ley”, recuerda monseñor Santiago. “También se puede decir que, en la medida que los mandamientos no están salvaguardados por la ley civil, el mundo progresivamente se va deshumanizando, transformándose de humano en selvático, como un lugar sin ley en donde ya no se puede convivir, o vivir dignamente como seres humanos”, sostuvo.
Seguidamente, el prelado expuso algunos ejemplos sobre cómo los mandamientos humanizan, y al asumirlos la ley civil “salvaguardan una convivencia a la altura de la dignidad humana”. En ese sentido, se refiere puntualmente al deber de “no matar”, y se pregunta: “Si desde el punto de vista médico, está comprobado que hay vida desde la concepción, y jurídicamente se ha desarrollado una legislación para proteger la vida desde allí hasta su fin natural, me pregunto ¿por qué tenemos que discutir tanto un argumento tan humano, tan básico? ¿Es tanta nuestra deshumanización que pensamos que está bien que un ser humano decida la muerte de otro? ¿Estamos tan desquiciados?”.
¿Qué intereses puede haber?
“Como creemos que ‘no matar’ es de sentido común y queremos legalizar el aborto, pensamos que la ley se promueve porque hay intereses nacionales e internacionales muy grandes detrás, tal vez hay mucho dinero, mucha financiación de campañas, de préstamos. Igual nos seguimos preguntando: ¿Si fuera así? ¿Vale la pena decretar la pena de muerte de un ser indefenso en el seno de su madre, por un puesto, un préstamo o un voto? ¿Somos tan egoístas o tan poco altruistas que llegamos a matar para que prevalezcan nuestros intereses personales o de grupo?”, plantea.
Por otra parte, advierte que si el más poderoso puede matar al más indefenso, estamos introduciendo la “ley del más fuerte” en la sociedad. “Despenalizar el aborto ¿No es análogo a despenalizar el robo cada vez más frecuente a los pobres jubilados? Los ladrones ven que ya no tienen fuerzas para defenderse, entonces les roban, los golpean de manera atroz, y a veces los matan”, compara.
Contradicción con "Ni una Menos"
Además, recuerda que muchas mujeres que están a favor de la legalización del aborto, unen su lucha a conquistas como la violencia de género: “Ellas piden justicia porque cada vez más mujeres son maltratadas, castigadas y eliminadas por varones violentos. Es verdad, es justo y hacen bien en pedir ‘ni una menos’, pero estas mujeres ¿no se están contradiciendo en su lógica? En la violencia de género ¿no se trata del sometimiento, maltrato y muerte del más débil por parte del más fuerte, al menos físicamente?”, plantea.
El obispo cuestiona a las mujeres que argumentan que tienen derecho sobre su cuerpo. En respuesta, expone lo declarado por la médica coordinadora del comité de bioética del Hospital Británico, Bárbara Finn, quien en su exposición ante el Senado dijo: “Uno escucha con frecuencia que la mujer tiene derecho a decidir sobre su cuerpo, pero como mujer y médica, mi planteo es que no es sólo mi cuerpo. Es el cuerpo de otro genéticamente diferente, no es un órgano, es otro ser”. Al respecto, monseñor Santiago considera: “Es otro ser y es tremendamente inhumano eliminarlo”.
Aún si fuera una política de salud “¿No es más humano salvar las dos vidas, que eliminar la del más débil?”, se pregunta el obispo de San Nicolás. “Tanto nos hemos deshumanizado que no nos damos cuenta de que estamos introduciendo en la sociedad una cultura de muerte”, insiste.
No es una cuestión religiosa
“Muchos promotores del aborto dicen que la Iglesia no debe meterse en estas cuestiones, que no son un problema religioso o moral, sino que se trata de políticas de salud que deben resolver los legisladores. Implícitamente se están refiriendo a los que somos sacerdotes. Les recordamos que las cuarenta y nueve mujeres diputadas, sobre cien, que votaron en contra de la ley del aborto, no son monjas, son esposas y madres de familia que se están moviendo por su sentido humano, su conciencia es eco de humanidad, y eso nos da mucha esperanza. Les recordamos también, que todos los diputados de las provincias del interior del país, votaron mayoritariamente en contra de la legalización del aborto y esos legisladores nos son curas ni frailes. Esto quiere decir que la Argentina, territorialmente hablando, a través de muchos varones y mujeres que no son ‘merodeadores de sacristías’, sino militantes de política partidaria, sigue apostando mayoritariamente por la vida”, agrega, y expresa: “Esto nos alegra enormemente, nos alivia y nos quita el miedo de avanzar hacia una sociedad selvática donde prime la ley del más fuerte”.
Una sociedad de descarte
Finalmente, el prelado advierte que con la ley de aborto se avanza en la lógica de inseguridad, un desafío que “no sabemos cómo resolver”. En efecto, “vivimos en una sociedad de descarte y exclusión, buena parte de los descartados y excluidos, al no tener acceso a los derechos fundamentales, se drogan, como intentando evadirse de la dura vida que les ha tocado vivir, y a un cierto punto, la conciencia de su dignidad conculcada, los hace reaccionar, entonces nos asaltan, nos matan, y de ese modo violento nos recuerdan que ellos también tienen derecho a una vida digna”, asegura. “Todo eso nos da miedo, nos hace sentir vulnerables, por eso nos quejamos y pedimos seguridad, por la conciencia de que vivimos en un país caótico donde nadie está seguro”.
Con la ley del aborto, “la inseguridad ha llegado al seno materno. Ni los niños que allí crecen se podrán sentir seguros. Ellos no podrán hacer justicia por sí mismos ni tendremos que temer que nos paguen con la misma violencia con que los hicimos desaparecer, sin embargo, multiplicaremos los ‘gritos silenciosos’, que en la conciencia de quienes han abortado, serán muy difíciles de callar”, lamenta.
“Por eso, la opción a favor o en contra del aborto no se ubica en la disyuntiva de opción religiosa u opción laica, el debate está entre una opción humana y otra inhumana, entre una opción pacífica y otra agresiva. Según optemos, contribuiremos a la construcción de una Argentina pacificada o violenta, segura o insegura, inclusiva o de descarte”, concluye.+
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