Mons. Quintana será consagrado obispo el 28 de diciembre
Será obispo consagrante monseñor Gabriel Antonio Mestre, obispo de Mar del Plata, y obispos coconsagrantes monseñor fray José Luis Azcona Hermoso OAR, obispo prelado emérito de Marajó, Brasil, y monseñor Antonio Marino, obispo emérito de Mar del Plata.
Actuarán como presbíteros asistentes del nuevo obispo los padres fray Miguel Miró Miró OAR, prior general de la Orden de Agustinos Recoletos, y fray Miguel Ángel Hernández Domínguez OAR, prior de la provincia agustina recoleta Santo Tomás de Villanueva, España, de la que dependen los agustinos recoletos de la Argentina.
Por su parte proclamará el Mandato Apostólico, el padre fray Ricardo Daniel Medina OAR, vicario provincial de la Argentina.
"Que sean uno" será el lema del nuevo obispo
Monseñor Quintana hizo saber que el lema de su actuación pastoral será "Que sean uno", y así lo indica en su escudo episcopal, cuya descripción heráldica resume los amores espirituales y familiares del nuevo obispo.
Dicho escudo es de forma española, cuartelado (dividido en cuatro cuarteles). El primero de gules (rojo) carga una “Cruz de la Victoria” dorada y guarnecida de gemas de su natural color. De los brazos de la Cruz penden las letras alfa mayúscula y omega minúscula. El segundo de azur (azul) tiene una estrella de seis puntas de plata (blanca). En el tercero, también de azur, una vieira de plata; el cuarto de gules muestra los símbolos distintivos de la familia agustino-recoleta: un libro abierto, un corazón ardiente y asaeteado, y la correa. Acolado (junto) al escudo aparece un báculo episcopal de madera y por último una banderola flotante indica el lema que reza: “Que sean uno”.
Simbolismo del escudo
La Cruz de oro sobre el esmalte rojo evoca a Nuestro Señor Jesucristo, quien con su pasión y muerte en Cruz reina gloriosamente resucitado. Jesucristo es en efecto el alfa y la omega, el principio y el fin de todo lo creado. La Cruz de la Victoria recuerda también la tierra asturiana de la que procede la familia paterna de monseñor Quintana.
En el segundo cuartel el esmalte azul recuerda el mar sobre el que campea la estrella de plata que simboliza a la Virgen María, la Stella Maris que acompaña en el camino hacia el Padre y a quien el obispo invoca como peculiar guía y protectora. Los colores azul y plata indican también el entrañable amor de monseñor Quintana por su patria: la Argentina.
El tercer cuartel muestra una ostra de plata que tiene un triple significado; por una parte, recuerda la leyenda de san Agustín y su diálogo con el niño a orillas del mar, relato que ayuda a tomar conciencia de que el misterio de Dios es insondable. La ostra, o vieira, es además el signo del peregrino y recuerda el Camino de Santiago. El obispo desea ser un peregrino que camina junto al Pueblo de Dios formando con él una iglesia sinodal y en salida. Por último, la vieira jacobea evoca a Galicia, tierra natal de la familia materna de monseñor Quuintana.
En el último cuartel, también de color rojo, se encuentran las insignias de la Orden de Agustinos Recoletos ya que esta Orden ha sido desde su adolescencia la familia espiritual en la que Dios hizo nacer y crecer la vocación sacerdotal y religiosa de fray Darío Rubén. El libro y el corazón ardiente y traspasado de San Agustín recuerdan que la sabiduría y el amor han de guiar siempre la acción pastoral como guiaron la del santo obispo de Hipona.
El lema episcopal “que sean uno” está tomado de la oración sacerdotal de Jesús. Para san Agustín en Juan 17,21 se habla ante todo de la unidad de naturaleza y amor que existe entre el Padre y el Hijo, pero no es menos cierto que también allí se ofrece una exhortación a la unidad en Cristo, que es el mediador entre Dios Padre y los hombres. El obispo de Hipona dice que Cristo quiere que los suyos sean uno, pero en Él, y lo sintetiza diciendo: ut sint in illo unum, “que sean en Él uno”. Significa que, purificados por obra del Mediador de las divisiones que causa el pecado, sean uno en Él, en unión de voluntades, fusionados en unidad de espíritu por el fuego aglutinante de la caridad. Para el Doctor de la gracia la unidad nunca será una obra del hombre, sino un don de Cristo que es capaz de purificar y aglutinar en el amor. Todo buen pastor debe orar pidiendo participar de la caridad de Cristo y así ser capaz de servir a la unidad eclesial.+
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