Se reunió en Tandil la Mesa por el Trabajo y la Vida Digna de la diócesis de Azul
El encuentro estuvo coordinado por el obispado de Azul y contó con la participación de dirigentes políticos, sindicales, empresariales, académicos y de movimientos sociales.
También participó del encuentro el obispo de Azul, monseñor Hugo Manuel Salaberry SJ, quien destacó la importancia del diálogo entre todos los sectores del quehacer nacional y señaló: “A veces nos peleamos por cuestiones de distinta concepción, pero no porque una sea delito y la otra no, o porque una sea pecado y la otra no. Eso no podemos seguir haciéndolo. Tenemos que ocuparnos urgentemente de las cosas en las que podemos estar de acuerdo e ir para adelante, porque el país no resiste más conflictos”.
“Debemos encontrar una solución pragmática para no generar más conflictos de los que hay. ¿Quiere decir que no tengo que pensar como pienso? De ninguna manera. Lo mío, lo que pienso, lo que surge de lo que viví y la historia que me ha tocado protagonizar, no puedo dejarlo de lado, pero es necesario que caminemos juntos. Y un lugar para empezar es la familia”, agregó.
"Ustedes saben mejor que yo que en la familia, por cuestiones menores, es difícil mantener la unidad. Entonces, con objetivos comunes, doctrinas comunes, intereses comunes, participaciones comunes, no puede haber más conflictos. Deberemos hablar más, y si es necesario, con diálogos fuertes, pero los acuerdos a los que llegaremos dolorosamente, deberán ser respetados, porque si no, a la dificultad de ponernos de acuerdo en determinadas cuestiones, se agrega la dificultad de no respetar los acuerdos a los que hemos llegado. Y de esto no está exenta la Iglesia. Si no hay un objetivo que nos saque hacia afuera, nos ahoga. Si no está la familia, o los hijos, o los pobres para los curas, que son nuestra familia, nos ahogamos. Nos atosigamos con el yo. Debemos buscar afuera y la política para eso sigue siendo la labor eximia de solidaridad. La política es un legado, porque se trabaja por el bien común", señaló finalmente monseñor Salaberry.
El origen de esta mesa se remonta al Pacto de San Antonio de Padua firmado en enero de 2016 por un grupo de intendentes bonaerenses con la coordinación del obispado de Merlo-Moreno, que contempla un compromiso para adoptar políticas y cursos de acción en materia social frente a necesidades y problemas que requieren atención inmediata, pero también estrategias de largo plazo. El Pacto de Padua conlleva la guía y liderazgo espiritual del papa Francisco, que ha señalado reiteradamente el imperativo moral de atender la crisis de los excluidos del sistema y el daño ambiental que ponen en riesgo la convivencia en ‘Casa Común’.
Si retrocedemos algo más nos encontramos con el Diálogo Argentino en el 2001, cuando en circunstancias muy duras para la patria debimos ponernos de acuerdo a riesgo de consecuencias mayores.
De la reunión realizada en Tandil participaron, entre otros, referentes de diversas agrupaciones como trabajadores del Ansés, Cooperar, agrupación La Cámpora, el Colegio de Médicos, Federación Agraria, Movimiento Evita Tandil y Ayacucho, Smata (Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor) , Camioneros, Suteba, CTA (Central de Trabajadores de la Argentina), Mujeres sin Techo, Apymet (Asociación de la Pequeña y Mediana Empresa de Tandil), Sindicato de Empleados de Comercio, Corriente Clasista y Combativa, Sindicato de Ceramistas, Barrios de Pie, Club Santamarina, Red Solidaria y CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular).
También participó el rector de la Universidad Nacional del Centro (Unicen) Roberto Tassara; el intendente de Benito Juárez, Julio Marini; la defensora del Pueblo, Paula Lafourcade; el concejal Darío Méndez; Micaela Herrera, de la Fiscalía Federal; el defensor oficial Diego Araujo; Hugo de Franchi, de la Confederación General del Trabajo (CGT) de Azul; Nicolás Carrillo, del Movimiento Evita; asesores de la Legislatura Provincial y del Congreso Nacional, y delegados de la Pastoral Social Nacional.
Los presentes coincidieron en que esta Mesa debe afianzarse en futuras reuniones de manera regional y local, como un espacio de diálogo enmarcado por el objetivo primordial de construir los consensos necesarios para el desarrollo integral de la Patria, más allá de las posiciones partidarias y de los diferentes lugares que cada uno ocupa en la construcción cotidiana de la comunidad nacional, considerando que la defensa del Trabajo es la defensa de la humanidad misma, que a través de su actividad transforma el mundo y le pone su sello: la cultura. Porque el hombre y la mujer no trabajan solamente por una retribución económica, sino también para transformar la realidad y construir el bien común como un servicio a la comunidad. De ahí su valor trascendente.+
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