Mons. Castagna: “El Año de la Misericordia, una gran ocasión para corregir nuestra visión de Dios”

Mons. Castagna: “El Año de la Misericordia, una gran ocasión para corregir nuestra visión de Dios”

Corrientes (AICA): El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, destacó que el Año Jubilar de la Misericordia, convocado por el papa Francisco, propone “ahondar y detenerse en la misericordia. En Jesucristo Dios se auto revela como Padre misericordioso -en su relación personal con los hombres - especialmente a partir del pecado”. “La reconciliación con Dios, que Jesucristo encausa, está al alcance de nuestra mano. Se nos brinda en un gesto de amor supremo: la crucifixión y muerte del Hijo de Dios encarnado”, subrayó.
El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, destacó que el Año Jubilar de la Misericordia, convocado por el papa Francisco, propone “ahondar y detenerse en la misericordia. En Jesucristo Dios se auto revela como Padre misericordioso -en su relación personal con los hombres - especialmente a partir del pecado”.

“Es el momento de corregir nuestra visión de Dios. En su relación con cada uno de nosotros se muestra tal cual es. Es el Padre que quiere perdonarnos y rectificar el rumbo falso que hayamos adoptado. Cristo es el Camino de regreso, la Verdad hallada y la Vida otorgada desde el origen de nuestra existencia. Su presencia en nuestros acontecimientos sigue expresando la cercanía de Dios a lo que somos y nos ocurre”, subrayó en su sugerencia para la homilía dominical.

El prelado señaló que “nuestra relación con Él nos pone en el sendero correcto. El pecado nos desvía y dispersa y, en consecuencia, se constituye en nuestro principal enemigo. La afección al mismo es una idolatría que roba nuestra libertad. Sin embargo, e inexplicablemente, nos la dejamos robar, extendiendo un documento de impunidad en favor de nuestros errores e irresponsabilidades”.

“La reconciliación con Dios, que Jesucristo encausa, está al alcance de nuestra mano. Se nos brinda en un gesto de amor supremo: la crucifixión y muerte del Hijo de Dios encarnado”, concluyó.

Texto de la sugerencia

1.- Ha demostrado mucho amor. El amor hace referencia al perdón. La experiencia del perdón alienta la conversión del perdonado. Para ello será preciso identificar la presencia del pecado, en la vida personal y social, y reconocer su nefasta influencia en cada acontecimiento histórico. La denominada "pérdida del sentido del pecado" patrocina ese drama contemporáneo. El evangelista San Lucas no disimula que Jesús reconozca abiertamente la existencia del pecado en aquella mujer: "Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonado porque ha demostrado mucho amor". (Lucas 7, 47) El perdón borra el pecado, como devolución amorosa de Dios, al amor arrepentido. Sustituye al pecado por el amor. Es un misterio que San Pablo define así: "Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia". Haber tocado fondo, si se aprovecha la caída, podrá servir de punto de relanzamiento a una mayor altura. En ella está lo contrario de la derrota, que produce degradación y muerte. El cambio es sustancial: del pecado a la santidad, del odio al amor apasionado, de la traición a la fidelidad heroica. ¿Podrá el mundo comprender esta verdad?

2.- El mundo actual necesita a Cristo. Una pregunta que toca el meollo de la cuestión. Advertimos que el mundo actual no se entiende a sí mismo, no sabe examinarse como problema a resolver. Necesita que se le predique a Cristo, que revela al hombre el misterio del hombre (San Juan Pablo II). La presencia testimonial de los creyentes en la sociedad constituye una necesidad de urgente satisfacción. Es preciso mostrar cómo se debe creer. No basta la más excelente exposición doctrinal. Junto al anuncio debe darse la respuesta existencial práctica. Jesús obra antes de enseñar. La coherencia entre la palabra y la acción define la "forma de vida", propuesta por el Divino Maestro y sus discípulos. Así lo entienden, de inmediato, quienes escuchan a los Apóstoles: "Al oír estas cosas, todos se conmovieron profundamente, y dijeron a Pedro y a los otros Apóstoles: 'Hermanos, ¿qué debemos hacer?'". (Hechos 2, 37) Son ellos quienes aprenden del Maestro cómo se lleva a la práctica esa "forma de vida", inaugurada por el mismo Señor. Bastaba verlo, más que escucharlo, para que el mensaje fuera del todo convincente. En los comienzos de su presentación pública - en las bodas de Caná - su Madre orienta a los servidores con simples y exactas palabras: "Hagan todo lo que él les diga". (Juan 2, 5) De inmediato Jesús se pone al servicio de aquellos atribulados novios. Su gesto servicial es más elocuente que las mejores explicaciones de la oportunidad o no del milagro de Caná.

3.- La fidelidad a Dios es posible si es una respuesta de amor al Amor. Cuando la cercanía de Cristo se hace sentir, con su sereno realismo, se inicia una relación de amor que crece y se fortalece. La fidelidad llega a la santidad. Sin duda, la garantía de la fidelidad a Dios es la respuesta de amor al Amor divino, por parte de la persona, que lo sabe desde la fe. Es doloroso e inexplicable que un consagrado - sacerdote o religioso/a - abandone, de la noche a la mañana, a Quien había entregado su corazón para siempre. Cuando ese abandono llega a contravenir la fe y los mandamientos, es más incomprensible aún. Los mártires no titubearon frente al tormento y la muerte. Es muy triste comprobar que intereses mezquinos o una cara seductora puedan más que el amor entrañable de Dios, después de haber recibido las mayores pruebas de su perdón y su misericordia. Este año jubilar es la oportunidad providencial para identificar, en el rostro de Cristo, a Dios Padre Misericordioso. La Iglesia, echando mano a su experiencia de más de veinte siglos, establece, periódicamente, un año dedicado a celebrar los aspectos esenciales de la Revelación Divina. El presente - 2015-2016 - propone ahondar y detenerse en la Misericordia. En Jesucristo Dios se auto revela como Padre misericordioso - en su relación personal con los hombres - especialmente a partir del pecado.

4.- Año jubilar de la Misericordia: ¡gran ocasión! Es el momento de corregir nuestra visión de Dios. En su relación con cada uno de nosotros se muestra tal cual es. Es el Padre que quiere perdonarnos y rectificar el rumbo falso que hayamos adoptado. Cristo es el Camino de regreso, la Verdad hallada y la Vida otorgada desde el origen de nuestra existencia. Su presencia en nuestros acontecimientos sigue expresando la cercanía de Dios a lo que somos y nos ocurre. Nuestra relación con Él nos pone en el sendero correcto. El pecado nos desvía y dispersa y, en consecuencia, se constituye en nuestro principal enemigo. La afección al mismo es una idolatría que roba nuestra libertad. Sin embargo, e inexplicablemente, nos la dejamos robar, extendiendo un documento de impunidad en favor de nuestros errores e irresponsabilidades. La reconciliación con Dios, que Jesucristo encausa, está al alcance de nuestra mano. Se nos brinda en un gesto de amor supremo: la crucifixión y muerte del Hijo de Dios encarnado.+

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