Mons. Héctor Aguer: El valor de lo sagrado

Mons. Héctor Aguer: El valor de lo sagrado

La Plata (Buenos Aires) (AICA): “Es necesario recuperar el valor de lo sagrado pues hoy existe el peligro de que lo sagrado no es comprendido como tal y hay una especie de confusión entre lo sagrado y lo que no lo es”, expresó el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, en su reflexión semanal emitida el sábado 4 de junio en el programa televisivo Claves para un Mundo Mejor.
“Es necesario recuperar el valor de lo sagrado pues hoy existe el peligro de que lo sagrado no es comprendido como tal y hay una especie de confusión entre lo sagrado y lo que no lo es”, expresó el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, en su reflexión semanal emitida el sábado 4 de junio en el programa televisivo Claves para un Mundo Mejor.

El prelado comenzó hablando del ordenamiento litúrgico de la Iglesia y explicó que terminado el tiempo pascual, seguido de la solemnidad de la Santísima Trinidad y la fiesta del Corpus Christi, ahora se retoma lo que se llama tiempo ordinario o tiempo durante el año. Esta nomenclatura -dijo- es un poco extraña y puede inducir a confusiones porque este tiempo litúrgico no tiene nada de ordinario. No es ordinario porque para un cristiano el tiempo es siempre sagrado y de manera especial si de liturgia se habla, por ejemplo cuando nos referimos a la misa dominical.

Advirtió que hoy existe el peligro de que “lo sagrado no es comprendido como tal y hay una especie de confusión entre lo sagrado y lo que no lo es. Para la fenomenología de la religión la cosa es bien clara y en todas las religiones, aun las más antiguas y primitivas, lo sagrado es lo separado, lo distinto, lo que se reserva a Dios”, y puso como ejemplo “el tiempo que se reserva para el culto a Dios, el lugar sagrado que se reserva a Dios y al culto de Dios, y también las personas que se consagran a Dios o bien que participan del culto de Dios y por tanto, en esa situación, están de un modo distinto a cómo están todos los días en la calle o en su casa”.

“A veces -señaló- la celebración litúrgica, queriendo acomodarse a las costumbres de la época pierde su sentido propiamente de sagrado. Tiene que ser distinta, tiene que ser algo diverso y sobre eso hay una gran tradición en la Iglesia que el Concilio Vaticano II la ha confirmado, y es que la liturgia está consagrada a Dios y es un tiempo especial”.

“Pensemos en el domingo y veremos que se ha perdido en gran medida el sentido de ese día como día consagrado a Dios no sólo por la misa sino por el conjunto de cosas que uno hace y dice ese día. Pero subrayo algo que hoy hay mucha reticencia en aceptar: lo sagrado es lo distinto, es lo diverso. Y, de algún modo, podemos decir que el cristiano, en cuanto consagrado por el Bautismo, es distinto, es diverso aun en sus costumbres, en su manera de vivir. ¿Por qué tenemos nosotros que imitar lo que hacen todos? No es todo igual”.

“Con frecuencia cuando hablo con jóvenes, chicos y chicas, se asombran cuando les digo que la gran aventura de la vida cristiana consiste en que no tenemos que tener miedo ni vergüenza de ser distintos. Ni mejores ni peores, sino distintos, porque nosotros seguimos el Evangelio de Jesús, estamos en comunión con Dios y no tenemos por qué imitar lo que hacen todos. Hay tendencia en la cultura contemporánea a achatar todo, a aplanar todo y a que todo es igual; pero no todo es igual. El domingo es un día especial, es distinto del resto de la semana”.

Luego se refirió a la vestimenta que se usa para ir a misa. “No digo que tengo que emperifollarme para ir a misa pero veo en los veranos que un señor que suele ser elegante para trabajar, que suele usar saco y corbata, va a misa con ojotas y en bermudas. ¿Se da cuenta lo que está haciendo y adónde va? Cuando era chico había en las iglesias un cartel que decía: “Prohibido entrar al templo con manga corta y sin mantilla”. De los señores no decía nada porque a nadie se le ocurría sino ir de saco y corbata. No digo que ahora hay que hacer lo mismo, pero una cosa es la ojota y la bermuda y otra el saco y la corbata. Ni tanto ni tan calvo. Respecto de las mujeres me acuerdo que había una señora en la puerta de la iglesia, con una mesita, y a las que iban de manga corta les ponía un manguito para completar. No digo que haya que hacer eso ni mucho menos, pero sí tener conciencia de lo sagrado, de lo distinto, de lo que está dedicado a Dios y por tanto es diverso.

“Si no se tiene conciencia de eso es muy probable que tampoco se tenga conciencia de que nuestra propia conducta, nuestra manera de vivir sea distinta, es decir ajustada al Evangelio y no a la costumbre vigente. Los primeros cristianos lo tenían bien claro y hacían una distinción entre lo que era la vida cristiana y lo que era la vida del mundo. No vivían en la estratósfera ni en las nubes sino que vivían la vida de todos los días, pero la vivían como cristianos, como los que han sido consagrados a Dios por el Bautismo”.

Por último recordó que ahora la litugia retoma “lo que se llama el Tiempo Ordinario”, lo cual “es una buena ocasión para repensar cómo vivimos el domingo, qué idea nos hacemos del domingo y aun en la vida familiar, en la reunión familiar, de qué manera consagramos a Dios este tiempo que es suyo, y si se lo consagramos a Él lo disfrutaremos más nosotros. Existe una felicidad propia del cristiano, de la persona consagrada a Dios, porque en la medida que nos acercamos a Dios, que vivimos en comunión con Él, también vamos experimentando lo que es la dicha verdadera, la verdadera felicidad y nos vamos preparando para la felicidad que esperamos alcanzar en el cielo”.+

Texto completo de la reflexión

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